Bueno ha diferencia de otros fics q he subido en este caso la genial autora me autorizo y yo estoy muy feliz y agradecida con ella por eso...les comparto su Hermoso fic aca.....si quieren comentar, preguntar o algo no duden en hacerlo....;)
Bueno no se olviden que los creditos y meritos son para la genia q escribio este hermoso fic:
"
T.G.Kira" (Stefany) ella sube este fic en una pagina de fanfictions .
BUENO SIN MAS QUE DECIR LES DEJO EL 19º CAPITULO DE PORCELANA:
PORTADA
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Cap.20:LA VERDAD
Me levante del suelo para poder abrir la puerta. Pero en cuanto lo hice un mareo me invadió, me sujete de la pared como pude para no caerme. Tarde un momento en recomponerme, pero en cuanto lo hice pude volver a estar de pie con normalidad.
Abrí la puerta y Edward se encontraba sentado en su cama, con la cara enterrada entre sus manos. Era una posición común para el luego de una pesadilla.
Sigilosamente me senté junto a él y pase mi brazo alrededor de sus hombros. Quería que supiera que estaba ahí, que todo estaba bien, al menos por ese momento. El al sentirme cerca se limito a esconder su rostro en el huevo de mi cuello, hasta que por fin se calmo.
Hice que saliéramos de la habitación para que desayunara. Sabía que no era bueno obligarlo pero quería que se distendiera un poco. Me costó un poco que comiese, pero casi termino casi toda la comida. Jasper adelanto un poco su sesión. Casi todas las sesiones eras sobre sus pesadillas. Y el ya no quería seguir hablando de ello.
Cuando Jasper se canso de intentar hablar con él, cambio de tema.
—¿Sabes? Carlisle me llamo. Dice que te manda saludos a ti. Y Esme también. Dicen que pronto regresaran— Jasper intento ponerle una nota de alegría a sus palabras.
—¿No te alegra? —Pregunte con entusiasmo. Si había alguien que podía hacer algo por él era Carlisle. No veía la hora en la que el regresase.
Edward contesto con un movimiento de cabeza dándonos a entender que la noticia no le emocionaba mucho.
Jasper se fue y yo obligue a Edward a que saliera al jardín. Tenía que hacer que el volviese a salir.
Nos sentamos en el banco en el que solía sentarme antes. Edward estuvo intranquilo.
—¿Quieres caminar? —Pregunte para tranquilizarlo.
El me contesto afirmativamente. Nos adentramos un poco entre los arboles más altos. Era casi como un pequeño bosque.
Mientras caminabas el mismo mareo me tomo por sorpresa. Tuve que tomarme de un árbol para no caerme, solo fue por un momento y rápidamente pude seguir.
Edward me hizo señas que nos acomodarnos bajo un árbol. Lo dude un poco, pero le hice caso. Tal vez aquí en la tranquilidad, con la luz natural y aire el pudiese descansar un poco mejor.
Sentados bajo el árbol, Edward hizo que apoyara mi cabeza sobre su hombro.
—Intenta dormir— susurro. Yo lo mire consternada, ¿porque él me pedía dormir? El que lo necesitaba era el.
—No es necesario— vocifere forzando su mano para que me dejase enderezarme. —Quien debe descansar eres tú— comente, el suspiro ante mi negativa.
—¿Por qué te esfuerzas tanto? — Pregunto después de un momento de silencio.
—No te entiendo—
—Conmigo…. ¿Por qué te esfuerzas? Sabes perfectamente como yo que no tengo remedio, moriré internado en este hospital—
—No digas eso— regañe con verdadera molestia, el no sabia. El no entendía.
—¿Por qué no? Es la verdad. Cada día todo es peor, las pesadillas, los recuerdos, todo. Aun no entiendo porque sigues aquí. ¿Te doy tanta lastima? — Sus palabras hicieron que las lágrimas afloraran de nuevo. No solo se estaba dando por vencido sino que también estaba subestimando mi amor hacia él. Pero claro, como lo sabría si jamás se lo había dicho.
—No vuelvas a decir eso— musite. —Tú no sabes lo que yo siento—
―Antes pensaba que….—se silencio—Eso es lo único que te puede atar a estar así, conmigo— reflexiono bajando el rostro.
— No es lo único— susurre. Quizás debía decirle la verdad, a pesar de todo. Tal vez podía ser el único momento en que podría.
—Dime entonces…. ¿Qué te hace tener esperanzas que saldré de aquí? ¿Qué te hace estar siempre conmigo? — Exigió exasperado.
—Que te amo—solte las palabras sin pensarlo. Solo fluyeron, escaparon de mis labios. Pero no había una mejor sensación que esa. Decir lo que mi corazón me gritaba a diario.
—Es lo que me da esperanza. Es lo que me hace estar aquí. Que te amo y no quiero dejarte solo, quiero que mejores y puedas tener una vida fuera de aquí. Y yo…. quiero ser…. parte de tu vida, aunque sea aquí. Aunque solo sea tu enfermera, aunque me mate cada vez….—no pude soportar las lágrimas ni un minuto mas, estas empezaron a caer por mis mejillas como si fueran cascadas. Dejando fluir todos mis miedos, los miedos que había dejado para mi mente, los miedos que me atormentaban cada día desde que entendí que lo amaba. — Cada vez…. que me llamas muñequita. Eso soy para ti, ¿No? Tu compañía incondicional, tu cariño, solo eso—mis últimas palabras fueron un murmullo apagado. Mis palabras ahora no parecían una buena idea, ya que los ojos de Edward se encontraban anegados en lágrimas.
—No…no, no—musite mientras empezabas a limpiar la solitaria lagrima que escapo y cayo por su mejilla —No llores, perdóname. No debí decirte nada. Perdóname. Yo solamente quería…. no quería hacerte sentir mal. Solo quiero que sepas que para ti, solo para ti, yo sería lo que tu quisieras— esas palabras pronunciadas por mis labios fueron como carbón encendido en ellos. Pero no me arrepentía a pesar del dolor en mi corazón, sabía que de alguna manera seria una forma de permanecer con él.
Edward tomo la mano con la que limpiaba su rostro haciéndome detener y fijar la mirada en sus ojos verdes, completamente afligidos.
—Te he lastimado— musito, pude notar el dolor impregnado en sus palabras a pesar de no entender.
—No, no lo has hecho— Intente consolarlo, pero me era muy difícil hacerlo al no entender de que debía consolarlo. ¿De mis palabras? ¿De su confusión? ¿De la mía?
—Lo he hecho. Solo…. no eres solo mi compañía, no eres como Elizabeth. Eres…. todo de mi mundo. Eres todo lo que tiene significa, todo lo que tiene sentido, eres lo único constante que tengo en el caos que es mi cabeza. Eres lo único que estoy seguro es real. A veces la voz de Elizabeth era tan real, a veces los gritos lo son, los sollozos, las imágenes. A veces todo eso es tan real que estoy casi seguro que lo es. Pero te veo a ti y sé que eres real y me convenzo que las demás cosas no lo son, solo tú. Tal vez hice mal en compararte con Elizabeth en algún punto, pero eso no te vuelve mi simple compañía, tú eres mi amor. Eres la hermosa figura de una muñequita de Porcelana, delicada, dulce y en cierto punto inalcanzable pero es tu candidez, tu corazón, lo que me ha hecho anhelarte junto a mí—
Sus palabras me dejaron en shock. Lo que él me acaba de decir era que….
—¿Me amas? — Pregunte con temor en la voz.
—De la única manera que puedo hacerlo. Con toda mi alma—la solemnidad de sus palabras me hizo derramar una pequeña lágrima de emoción. Su mano tomo la mía y la llevo hacia su mejilla, la apretó contra esta y no pude evitar el moverla acariciando su pómulo.
Vacilante me incorpore frente a él. Me arrodille para acercarme un poco a él. Un poco vacilante bese su mejilla. Una sonrisa casi imperceptible pinto su rostro. Volví a acercarme a su rostro, esta vez a sus labios. Temí un poco su reacción pero al ver que no me acercaba Edward termino de llenar la pequeña distancia que separaba nuestros labios. Fue un beso tímido, estaba segura el primero de su vida. Y yo estaba encantada con su cercanía, embobada con su esencia y perdida completamente en la sensación que había olvidado completamente donde estaba.
Con delicadeza me separe de sus labios y me acurruque junto a su pecho escuchando los violentos latidos de su corazón. No me cansaría de oírlo, ya fuese acompasadamente mientras dormía o así, agitado por la emoción. Esperando que esa fuera la razón.
Hubo un momento de largo silencio en el que yo me quede junto a su pecho y el acariciaba con ternura mi cabello. Esperaba no haber cometido un error al haberlo besado, al haberle dicho lo que sentía.
Pero realmente como podía ser un error cuando mi corazón latía con tanta alegría.
¿El entendía bien lo que era amar?
Me tense entre sus brazos ante el pensamiento. El noto mi incomodidad y me soltó de inmediato malentendiendo mi reacción.
—No me sueltes—rogue volviendo a tomar sus brazos y rodeándome con ellos. No quería perder su contacto. Me obligue a enterrar esa pregunta en lo más profundo de mi mente. Porque yo sabía claramente la respuesta. El comprendía perfectamente ese sentimiento. No tenía porque dudarlo. No tenia porque temer, al menos no de lo que sentía. Ahora había un nuevo temor, distinto, pero muy peligroso. Jasper Withlock.
¿Qué me diría el al verme de esta manera junto a Edward? Estaba segura que no se lo pensaría dos veces antes de sacarme del hospital a patadas o peor, llamar a la policía y acusarme de abusar de un paciente. La sola idea me daba un poco de risa pero estaba segura que en la práctica no sería cosa de risa.
La tarde cayo mientras seguíamos sentados bajo aquel árbol.
—Hay que entrar— dije sin convicción en la voz. Sabía que el momento se perdería y dentro del hospital deberíamos volver a ser paciente-enfermera.
—No quiero. Quiero esta aquí contigo, siempre—me fije en su rostro. No mucho había cambiado, estaba demacrado, cansado. Las ojeras opacaban grandemente su rostro. Pero sus ojos, ahí estaba la diferencia, brillantes, reflejaban paz, luz, alegría.
—Te prometo que estaremos así siempre. Ya verás. Pero ahora debemos entrar o nos enfermaremos— comente con alegría.
Con un poco de renuencia entramos al hospital. Nadie había notado nuestra pequeña desaparición en el jardín. O al menos esperaba que Jasper no lo hubiese hecho.
Como había cambia una tarde mi vida. Me había dado la esperanza que había dejado hace mucho tiempo. La de tener el amor de Edward. Ahora era solo cosa de esperar a que todo mejorara para él. Había olvidado mi malestar de la mañana, así que ya no le di ninguna importancia.
Al regresar a la habitación, recordé abruptamente a Alice y la conversación que tuve con Jasper. Debía hablar con Alice porque a pesar de que era una idea completamente descabellada había algo que me hacía pensar seriamente en la realidad de ella.
Ambos cenamos muy poco y pronto ambos estábamos cansados. Cada quien se cambio y pronto ambos ya estábamos acostados en su cama.
—Gracias—musito Edward mientras me estrechaba un poco entre sus brazos.
—¿Por qué? — Le pregunte un poco confundida.
—Por estar aquí. Por jamás alejarte de mí a pesar de todo. En general, por ser tu—sonrio con los ojos cerrados.
—Te amo—musite y cerré mi ojos. Casi de inmediato caí dormida.
A media noche los típicos movimientos y las palabras de Edward me despertaron. Sabía que las pesadillas no cederían así como así.
Lo desperté delicadamente, lo calme y volvió a dormirse.
Para mi desgracia yo ya no pude volver a hacerlo.
Me levante y camine hacia mi habitación. Lave mi cara y cuando vi mi reflejo note lo descuidada que estaba. Muy pálida y ojerosa, casi tanto como Edward. Mientras caminaba de regreso a la habitación volví a sentir el mareo de la mañana. Pero esta vez fue peor. Casi caigo al suelo, como mucha dificultad pude llegar a mi cama. Me tire en ella y cerré los ojos esperando que el malestar desapareciera otra vez.
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Continuara...
lunes, 31 de mayo de 2010
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