sábado, 31 de octubre de 2009

Fanfiction...."El primer crepusculo"....Cap. 25, 26 , 27 y 28 !!

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...YO NO LO ESCRIBOOO!! LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS..

Cap. 25_:

Confusión.

-Edward, Edward…

Ya estaba Alice allí otra vez, mirándole fijamente sin pestañear, en cuclillas sobre la cama y pareciendo… un vampiro. Después se reía y decía que no le iba a morder, pero seguro que se relamía pensando en su cuello.

-Edward, despierta.

Notó como le tocaba el brazo con su fría mano y como le movía ligeramente. ¿Por qué no se iba a cazar? Seguro que lo necesitaba. O de compras. Seguro que habría visto un par de zapatillas nuevas en una revista sin las que él no podría seguir viviendo o un pantalón vaquero de una marca que no sabía pronunciar o una cazadora para que no pasara frío cuando tenía que correr por el bosque bajo la lluvia. Eso incluso mejor. Sería capaz hasta de dejarle su Volvo para que se perdiera.

-Edward…

Iba a abrir la boca para decir que le dejase en paz o que llamaría a Esme y antes de que terminara de pronunciar su nombre estaría allí para defenderle, pero apenas tuvo fuerzas para exhalar aire, tirar de su edredón de plumas y taparse la cabeza mientras se apretaba más contra la almohada. Así oyó una puerta que se cerraba y después arrancar el motor de un coche. ¿Le había hecho caso? Bien por Alice, por eso era su hermana favorita. Pero después se dio cuenta que su edredón tenía un tacto y un peso distinto al que recordaba, lo mismo que su almohada y que la almohada a la que se aferraba también le aferraba a él.

Abrió los ojos y sólo se vio envuelto por el cabello castaño de Bella con su olor a fresa. Claro que el edredón no era el suyo y tenía un tacto extraño porque apenas estaba tapado por la manta. Y no solamente Bella le aferraba su mano, sino que encima la suya estaba poco caballerosamente a la altura de sus pechos, bien acomodada allí en medio.

La quitó de golpe y se incorporó.

Ella, aún dormida, solamente carraspeó, murmuró algo y usó la mano que ahora no sujetaba nada para tirar de la manta y arroparse.

Siempre le había fascinado ver a Bella dormir. Era una de las mejores cosas de sus días que no tenían fin. Antes incluso de que se convirtieran en pareja. Desde el accidente de Tyler la había observado día tras día, le encantaba cómo daba vueltas cuando estaba nerviosa y más le gustaba como le llamaba en sueños. Pero verla desde esta perspectiva era aún más increíble. Se había tumbado con ella en infinidad de ocasiones – con miedo incluso de que su piel fría le causara cualquier daño- pero verla al despertar por la mañana a su lado le daba tanta felicidad que su corazón podía bailar.

Pero… ¿dónde estaba Alice? La había oído hablar, estaba seguro. Y podía notar cómo le miraba. Otra sensación humana que no le gustaba nada: esta confusión cuando no sabía si algo era real o no.

Sobre todo al ver que su ropa había desaparecido de encima del radiador de Bella y ahora había un montón de prendas sobre la silla del escritorio. Habría disfrutado de lo lindo al ver dónde había tenido la mano…

Suspirando, se volvió a recostar en la cama y se acurrucó en los cabellos de Bella. Los olió para impregnarse bien de ese olor la fresa. Después le pasó suavemente un dedo por el brazo desde el hombro hasta el codo e incluso se lo besó. Lo mismo que la coronilla y la nuca. Así fue cuando ella volvió a carraspear y se rió:

-¿Qué es tan divertido?- preguntó Edward.

-Que no quiero abrir los ojos por si no eres real y no estás aquí.

Él también se rió e incorporándose sobre ella le besó sonoramente en la mejilla. Bella abrió los ojos y se giró para respondérselo en los labios.

-Buenos días- añadió él.

Ella repitió otro beso y así le llevó las manos a la nuca para juguetear con su pelo. Con el nuevo pelo enmarañado de Edward que era más divertido que verle la cara de sueño.

-Esto es como una mañana de Navidad- respondió Bella sonriente.

-¿Qué significa?

-Pues…- buscó las palabras adecuadas- cuando eres niño, te despiertas la mañana de Navidad que sabes que tienes un montón de regalos esperándote, quieres levantarte rápido para verlos pero si lo haces la Navidad ya se ha acabado.

-Tiene que ser una sensación increíble. Nosotros nunca celebramos la Navidad. Supongo que no poder cenar en familia y no poder despertarte a abrir regalos ha contribuido a esa decisión- dijo divertido.

-Seguro que este año la celebraréis. Esme empezará a cocinar de un momento a otro y seguro que Alice ya ha salido de compras.

Sonrió imaginándoselo. Seguro que Alice ya había visto esa conversación y estaría en un Centro Comercial de Seattle tras dejarle la ropa. Y Esme estaría devorando libros de cocina y de decoración para convertir la residencia de los Cullen en un escaparate navideño.

Aunque esa sensación no sería tan buena como Bella decía si el resto de su familia – Jasper, Emmett y Rosalie – no volvían de su destierro voluntario y si la persona más importante en su vida tampoco estaba allí.

-Me encantaría pasarla contigo. Quiero pasar mi primera Navidad desde 1918 contigo.

Bella dejó de sonreír para mirarle a los ojos y le besó, lentamente, sin dejar de acariciarle los cabellos enmarañados. Después, con voz firme, contestó:

-La pasaremos juntos. Aunque tenga que amordazar a Charlie para que te deje entrar en casa.

Feliz se rió y se recostó poniendo la cabeza en su pecho.

-¿Eso significa que podré hacerte regalos? Es una costumbre.

Suspiró y le dio un toquecito en el hombro para que se incorporara, así que supo que ya había matado el momento, como por la noche. Antes de que sus ojos encontraran su cara supo que iba a ver ese rostro de Bella con el ceño fruncido y sus labios convertidos en una línea fina, cuando estaba molesta por algo.

-No quiero regalos. Lo sabes. Y menos después de lo que pasó en…- no pudo continuar, quedándose sentada en el borde de la cama, dándole la espalda.

-Bella…

-Prométemelo. Que no habrá regalos. Que no gastarás dinero.

-Es mi primera Navidad. ¿De verdad me lo estás pidiendo? No pude regalarte nada por tu cumpleaños. ¿Y tampoco puedo hacerlo en Navidad?

-De verdad- se volvió seria- Quiero que me lo prometas. Yo ya he tenido el mejor regalo esta Navidad. Si sigo recibiendo cosas quizá no sea justo y todo se vuelva contra mí.

-¿De…- dijo confuso- qué estás hablando?

-De ti- se volvió- De que te fuiste y no tenía nada y ahora estás aquí. Y tu corazón late y te has quedado a dormir conmigo. ¿Crees que puedo pedir algo más?

La voz de Bella se quebró en ese mismo momento así que antes de verle caer ninguna lágrima la estrechó para abrazarla.

-Puedes pedir todo lo que quieras porque para que mi corazón latiera y poder dormir contigo pasé todo lo que pasé. Y tú pasaste lo que pasaste. A partir de ahora estaremos cada una de las Navidades juntos. Y no vamos a discutir año a año los mismo, ¿verdad?

-Sí- musitó.

-Oh, Bella- suspiró divertido- Mi Bella…

Ella sólo negó con la cabeza para seguir sumergida en sus brazos.

-¿Y si no me gasto dinero? No puedo hablar por Alice, pero yo te lo prometo. Hay algo que quiero que tengas. Algo mío que tengo desde hace mucho tiempo. ¿Tienes algo en contra de eso?

Sorbió la nariz y con los ojos enrojecidos, le miró.

-Supongo que no- respondió- Pero no lo envuelvas.

Se echó a reír.

-No lo envolveré y no dejaré que lo abras delante de Jasper. Porque ahora nos querrá atacar a los dos.

-¿De dónde te sale este nuevo sentido del humor macabro?

-Creo que de Alice- añadió igual de divertido.

----------------

cap. 26:

Apesta.

-¡Dios mío! ¡Edward Cullen! ¡¿Qué has hecho con la ropa que te dejé?! ¡¿Y en el pelo?!

Riéndose, Edward se volvió hacia la sala.

-Bella, es Alice- dijo levantando la voz- O otra vampira enloquecida que le ha robado el coche a Carlisle y que ha preferido usar la puerta en vez de colarse por la ventana a ver a la gente dormir como una maníaca.

-¿Yo, maníaca?- repitió- Ni siquiera miré. Y fuiste tú el que arreglaste la bisagra de la ventana de Bella para que no chirriara cada vez que entrabas.

-Eso era un secreto- le reprochó.

Con su risa musical, Alice le sacó la lengua y entró en la casa para cruzar hacia el salón, donde ambos veían una película. Él se le adelantó y saltó ágilmente por el respaldo para volver junto a Bella, pero ella apartó el cuenco de palomitas para centrar toda su atención en Alice.

La pequeña vampira se quedó quieta en el umbral, observándolo todo con la nariz arrugada. Para su concepto de la estética la sala de los Swan era angustiosa, además de oscura, pero verlos allí envueltos en una manta como si no hubiera calefacción, a Bella con su preciosa melena despeinada y recogida en un moño alto llevando una camisa de Edward y a él con una sudadera vieja enorme que Bella solía ponerse para estar en casa y sus pantalones vaqueros nuevos arrugados, le rompía el corazón.

Debía ser cosa de humanos eso de intercambiarse la ropa.

-Te he traído…- movió la bolsa que llevaba en la mano- tu coartada para nuestra tarde de compras, porque no me hace falta concentrarme para ver que no querrás salir en serio a visitar tiendas.

Bella asintió sonriente y recogió la bolsa que su amiga le tendía. No pretendía mirar dentro y solamente dejarla en algún sitio bien visible para que Charlie la viera al llegar a casa, pero las letras de Victoria’s Secret…

-Espero que te guste. Lo vas a necesitar si Edward se va a quedar asiduamente a dormir aquí- se rió.

-¡Alice!- le reprochó su hermano- ¿Qué te dije sobre…?

-Paparruchas- le hizo un gesto con la mano ignorándole- Espero que a ti te guste también- y le guiñó un ojo.

Con la cara encendida, Bella abrió lentamente la bolsa como si lo que fuera a haber dentro mordiera. Apenas cogió con dos dedos la prensa para sacar un pijama de dentro, femenino y delicado.

-No puedo enseñarle a mi padre esto- añadió más abochornada que antes.

-En tu furgoneta hay un par de bolsas más- suspiró- Un jersey y unos pantalones. Muy de Bella. Algo que yo no hubiera escogido. Pero esto- por la bolsa- no lo pienso cambiar.

Cerrando de nuevo la bolsa para meterla tras su espalda – como si así evitara que Edward la viera también – volvió a centrar la atención en la chica, que con gesto dramático, exclamó a continuación:

-Aquí apesta.

-¡Alice!- le reprendió Edward de nuevo- Son las palomitas. Y las he hecho yo. Seguro que me has visto. Así que podías mostrarte más comprensible con mis progresos en las actividades humanas

-No, no me refiero a vosotros. Y eso que tengo unas cuantas cosas que decir sobre lo que lleváis puesto. Ni a la comida. Es…- inspiró fuerte- toda esta zona. El olor es insoportable. Hemos estado rastreándolo toda la noche y hemos conseguido descubrir sus rutas. Carlisle dice que se están manteniéndose fieles al tratado que firmaron, pero parece que hace semanas no era así y campaban por todo Forks.

-¿Tratado?- preguntó Bella- ¿Qué tratado?

-Pusimos unos límites para hacer una convivencia llevadera. Ellos se mantienen en su zona y nosotros en la nuestra- aclaró Edward.

-¿Y que ocurre si alguien lo sobrepasa? Tú- por Alice – no sabías donde estaba. Y Jasper tampoco, si todo ocurrió antes de que os unierais a los Cullen.

-Por suerte no ha pasado- dijo Edward- porque empezaríamos algo que no nos conviene. Y menos, yo humano y vosotros sólo siendo tres.

Bella sintió un respigo al oír la dura voz de Edward, una voz que el antiguo Edward usaba normalmente, pero este nuevo, con sus crisis, sus nervios y sus hormonas parecía no encontrar en su ramillete de posibilidades. “Algo que no nos conviene”. Jacob y los quileutes no se habían mostrado muy comprensibles con ella y su amistad con los Cullen pero no quería que a nadie le pasara nada malo y menos ver a vampiros luchando porque al recordar la pelea de Edward con James aún se le ponían los pelos de punta.

-Eso ya no es así, Edward- añadió Alice.

En un pestañeo ya estaba sentado junto a los dos y cogía de la mano a su hermano.

-Jasper, Emmett y Rosalie están en casa.

La soltó de golpe y se incorporó.

-¿Han vuelto?

-Carlisle les llamó ayer por la noche. Llegaron a primera hora esta mañana.

Edward se pudo nervioso de golpe. Bella se puso nerviosa de golpe. Pero ambos por razones completamente distintas: él añoraba a sus hermanos y quería verles cuanto antes – incluso a Rosalie – pero temía el encuentro: sabía que Rosalie no le hablaría, que tendría que mantener las distancias con Jasper y que Emmett, ahora para su frágil estructura humana, sí que era fuerte. Ni por asomo podría soportar no sólo tener a Alice mirándole cada vez que se despertaba, si no a los cuatro. O escuchar cómo se quejaban del olor de la comida a cada paso en la casa. Pero aún así no podía esperar para verles.

Quizás eso iba también con su nueva envoltura humana.

Pero Bella… Bella no podía parar de oír la conversación con Jacob la otra noche, preguntándole por los Cullen, diciendo que no eran buenos y temiendo por esa guerra. Ella estaba en medio de ambos y tenía que evitar que nadie se hiciera daño antes de que fuera realmente tarde.

-Si hay otros vampiros en la zona, les necesitamos aquí- insistió Alice-. Carlisle cree que sean nómadas, como James y su aquelarre, así que sólo hay que despistarles hasta que decidan seguir su camino.

Bella volvió a conectar en la conversación.

-¿Ja…?- titubeó- ¿James y su aquelarre?

-No te harán daño, Bella- dijo Alice dulcemente- Laurent estuvo en Denali, con nosotros y ha adoptado la dieta vegetariana y Victoria…

-Si Victoria va a matar a alguien es a mí- añadió Edward con voz áspera.

-¿Por qué?- preguntó temerosa Bella.

-Porque maté a su pareja por defender a la mía. Por eso Carlisle ha llamado a Emmett y a Jasper. Yo ahora no puedo defenderme.

---------------

cap. 27:

La familia.

El corazón se le desbocó más cuando al tomar la curva con el Mercedes de Carlisle a la velocidad insana con la que Alice lo conducía, pudo ver la mansión. Instintivamente se comprobó la respiración como Bella hacía miles de veces. No te olvides de respirar, se repitió mentalmente.

-Como tu corazón siga latiendo como ahora, no podré tenerte en la misma habitación que Jasper.

Le miró con ojos desorbitados a tan maña salvajada, pero cuando se percató de que Alice ahogaba su risita macabra y malvada, le dio un golpe que seguro que le produciría un moretón en los nudillos.

-No me hace gracia. Y seguro que a él tampoco. La familia se tuvo que separar por el incidente con Bella el día de su cumpleaños, así que te agradecería que no bromearas con ese tema.

-Oh, Edward, en serio. ¿Estos cambios de humor tuyo son cosas de las hormonas humanas, verdad? Porque antes no es que fueras muy divertido, pero ahora eres un verdadero muermo.

-Estoy nervioso- se justificó.

-Lo puedo oler.

-Genial- refunfuñó.

Se cruzó los brazos sobre el pecho y así se comprobó la respiración una vez más. Con el coche enfrente de la casa, las puertas del garaje se abrían automáticamente y Alice accedía a estacionar el coche de Carlisle entre su Volvo y el descapotable de Rosalie.

-Todo irá bien. Todos estaremos bien. Yo te protegeré- le guiñó un ojo- Esme y yo.

Señaló con la cabeza la puerta que comunicaba el garaje con la vivienda y vio la figura de su madre adoptiva sonriéndole para saludarle con la mano. Y antes de que se soltara el cinturón de seguridad ya estaba en su puerta abierta.

-Te esperan todos dentro- dijo dulcemente.

-Genial- volvió a repetir.

-Carlisle ya ha hablado con ellos- añadió.

-¿Sobre qué?- preguntó extrañado.

En un intercambio de miradas rápidas con Alice y con movimiento de labios a velocidad de vampiro, su hermana apreció al otro lado para contestar.

-Sobre las precauciones a tomar. Así que no tendré que salir tantas veces a cazar sola. Y lo de tu comida maloliente. Que ahora duermes. Que sudas. Que tienes que hacer deberes…

-¿Y cómo se lo han tomado?- preguntó temeroso.

En otra mirada y conversación sólo audible para vampiros, cada una le tomó del brazo – más bien Alice del brazo y Esme le pasó el brazo por los hombros – y le instaron a caminar. Eso sí que le puso nervioso. Estaban heladas y no ayudaba nada a sentirse mejor. Más que casi le llevaran en volandas y así le plantaran en medio del salón.

Carlisle apareció desde la escalera para sonreírle tranquilizador pero ese sentimiento se borró cuando en un parpadeo suyo tomó el lugar de Alice que desapareció convertida en un borrón. Genial, de nuevo. ¿Le estaban custodiando? Seguro que la cosa no era tan grave: Jasper y Emmett habían interactuado por décadas con otros seres humanos. Seguro que si planearan tirársele a la yugular Alice lo vería. No, no, se estaban poniendo nervioso por nada.

-Dios mío, que olor…

Y tras esa acertada frase mezclada con hastío, Rosalie apareció por la puerta que daba al jardín externo tapándose la nariz.

Se quedó quieta y no movió un músculo más. En todo su esplendor, como la hermosa vampira que era, apenas centró sus pupilas doradas en él y frunció las cejas con desagrado para repiquetear el suelo con la puntera del zapato.

-Rosalie- dijo Esme invitándola a entrar con una sonrisa.

-No pienso acercarme a él- contestó.

-Rosalie- repitió Carlisle, ahora severo.

-No- insistió- No pienso hacerlo. Puede que vosotros estéis de acuerdo con esta charada, pero ese… humano…- dijo con el mismo asco que antes- para mí no es Edward. Edward era un vampiro y era mi hermano. Pero él no lo es. Esto lo ha hecho por Bella, así que debería irse con ella, ya que ahora los dos me caen igual de mal. Y así nos libraría de la maldición que es tenerle aquí respirando, comiendo, durmiendo y pudriéndose.

Estaba en estado de shock. Eso no estaba pasando en realidad. Eso era como cuando oía algo en sueños y no sabía si era verdad o no. Pero al oír las palabras de Carlisle de respuesta…

-Rosalie- añadió de nuevo, pasando de severo a duro- todos hemos apoyado a Edward en su decisión porque sólo queremos lo mejor para él.

… supo que eran verdad. Más al añadir:

-¿Hasta cuando los Volturis vengan a por nosotros por estar violando el secreto?

Algo frío le atravesó de lado a lado y no era por el brazo de Esme que no le había dejado de rodear los hombros o por el otro con el que le acariciaba amorosamente. Lo dijo. Lo había dicho. Le estaba echando en cara la amenaza de los Volturis. Si pensó que alguien le restregara la advertencia que recibió a cambio de los latidos de su corazón, sería Rosalie. Y no se había equivocado.

-Alice sabrá cuándo vendrán- respondió áspero Carlisle.

-Serían capaces de seguir su olor y saber que ha estado aquí.

-Correremos con ese riesgo. Somos una familia y protegemos a la familia. Y vamos a estar juntos, pase lo que pase.

La voz de Carlisle sonó como una navaja que cortaba el aire. Más duro y autoritario que nunca, a la vez que reconfortó a Edward palmeándole el hombro que dejaba libre Esme. Rosalie apenas frunció los labios, pero se quedó allí, en su mohín sin avanzar. Esperó a que cruzara la sala y se escabullera de allí como una rata, de la misma manera que había hecho con Bella cuando se la presentó, pero aún tenía respeto a Carlisle y no se movió ni un pelo.

-Hola, Edward.

Segundo acto: Quien sabe cuánto llevaba allí y lo que había visto, así que esperó su turno para presentarse. Desde el pasillo lateral, Jasper movió la mano como saludo y le sonrió. Alice respondió igual cogiendo el brazo amorosamente a su pareja.

-Estarás bien, puedes acercarte, Jazz.

La miró y ella le asintió así que avanzaron, a paso humano hacia los tres. Sin quitar los ojos de su hermano, que se acercaba cauteloso, la presión que el cuerpo de Esme hizo sobre él – ahogando un quejido interno seguro que preparada para apartarle si algo salía mal – sólo le hizo ponerse más nervioso.

-Bienvenido a casa- añadió el vampiro.

Le tendió la mano que Edward tardó unos segundos en aceptar. Su mano blanca-azulada donde no se veía ni una de las marcas que sus luchas con los neófitos le habían dejado décadas atrás ante sus ojos humanos. Ya no era el vampiro amedrentador que avisaba a cualquier visitante que había sobrevivido a todos aquellos ataques: sólo era la pareja de Alice, siempre tan parco en palabras.

-Me alegro que estés de vuelta, aquí, con Alice- respondió él en el apretón frío e incómodo-. Gracias por comprender que la necesitaba, conmigo y con Bella.

Sonrió asintiendo con la cabeza y…

-¿Eso que huele tan bien es Edward?

Emmett accedió por la misma entrada que Rosalie había utilizado, pero él irrumpió en la sala haciendo caso omiso a Esme que le advertía que no pisara la alfombra con esas botas. Se dirigió a él casi con los brazos abiertos y si no hubiera sido porque sus padres adoptivos le sujetaban y sabía que se interpondrían con su cuerpo a cualquier ataque, hubiera huido despavorido.

-¡Se me hace la boca agua!- exclamó- Nunca había olido nada tan bueno desde Bella. Los dos juntitos de la mano debéis de ser la cosa más apetitosa del mundo.

Y así, le abrazó.

-Emmett, ten cuidado- le reprochó Esme- Puedes hacerle daño.

-Estoy bien, estoy bien- murmuró Edward- Aunque te agradecería que me soltaras porque casi no puedo respirar.

Emmett obedeció dando una de sus risotadas y añadió un leve golpecito en el hombro de los que se daban antes, lo que pasa que ahora éste le dejaría moretón. Se separó unos pasos para observarle de arriba abajo y volvió a reírse.

-¡Mírate! ¡Pero si eres humano del todo! Creí que se trataría sólo de la carcasa externa: un poco de color en la piel y poco más. Pero ahí estás, de arriba abajo, ¡lleno de vida! Si no hubiera almorzado un oso ahora mismo, te pegaría un buen mordisco- se volvió a reír- ¿Qué le ha pasado a tus ojos?- añadió pegándose a un palmo de él.

Edward retrocedió.

-Carlisle dice que es el color que tenían mis ojos humanos.

-Mmm- murmuró- Muy bonitos. Apuesto a que Bella le gustan un montón- le dio otro golpecito en el hombro.

Notó de nuevo ese calorcito familiar por la espalda que después terminaba en sus mejillas, pero más Emmett prosiguió:

-¿Te estás sonrojando? ¿Cómo Bella?- una sonora carcajada que llenó toda la sala, haciendo que la tensión desapareciera de allí- ¿Qué más cosas le gustan de tu nueva carcasa humana? ¿Ya las has usado todas con ella?

-Emmett, por favor- carraspeó divertido Carlisle.

Pero él no se detuvo. Siguió riéndose y viendo como la sangra fluía por las mejillas sin dejar de observarle, hecho que no ayudaba nada a serenarse. Todos se reían. Todos excepto Rosalie, claro está. Esme y Carlisle reprochaban las bromas para evitar la situación embarazosa, pero no se alejaron de la diversión.

-Eso es…- carraspeó Edward más abochornado que nunca antes en sus nuevos días humanos- algo privado, Emmett.

-¡Ja! ¡Que te lo has creído! Ahora estás aquí rojo como un tomate, haciendo que tu corazón lata como las alas de un colibrí y quiero saber hasta el último de los detalles- se volvió a reír- Has pasado toda la noche fuera, y a los humanos les gusta mucho acurrucarse los unos con los otros, ¿no?

Y sabiendo que si no intervenía ahora, tendría que hacerlo como médico para salvar a su nuevo corazón humano, Carlisle dijo.

-Creo que ya es suficiente de abochornar a Edward por hoy, Emmett.

Como el guía espiritual que era para todos, obedeció pero sin cesar de sonreír. Le volvió a mirar de arriba abajo y en otro golpecito:

-Me alegro que lo hayas logrado. Eres más valiente que todos nosotros juntos. Te echaré de menos en nuestras expediciones de caza, pero no tienes nada de lo que preocuparte: encontraremos a esos vampiros que están en la zona y aplacaremos a los Volturis si deciden venir a por ti. Tú eres el primer miembro de esta familia y eres mi primer hermano. Y Dios, sí, gracias por darme una razón para pelear con ese Demetri- añadió dándose un golpe de un puño al otro simulando un derechazo.

Abrumado por la profundidad repentina de Emmett, Edward sonrió en agradecimiento para mirar las caras de la sala, uno por uno. Ya estaban, con los sentimientos que fueran hacia él, su familia completa bajo al mismo techo. Sólo faltaba un miembro fundamental, Bella, pero con ella – y ahora más que nunca- formaría su propia familia un día y también les tendría a todos bajo el mismo techo. Esme y Carlisle que le miraban con afecto, Rosalie que seguía arrugando la nariz y evitando todo contacto visual, Emmett mirándole curioso y juguetón, Jasper precavido y conteniendo la respiración y Alice…

-¿Alice?- Jasper la batió. Tenía los ojos medio cerrados y también contenía la respiración en su trance- ¿Qué es? ¿Qué estás viendo?

-A Bella…- respondió con su voz carente.

-¿A Bella?- repitió Edward acercándose a ella, soltándose del abrazo de Esme- ¿Y qué hace?

¿Qué debía hacer? Lo que le había prometido cuando salieron de su casa: preparar la cena, recoger la habitación, borrar todos los indicios que él había dejado con su presencia,…

-Conduce por la carretera del norte que cruza el bosque. Y ya no está.

Apartando incluso a Jasper con el brazo, fue él el que tomó el relevo para batirla, nervioso. Estaba demasiado cerca del vampiro más débil en abstinencia de sangre humana de aquella habitación, pero poco le importó. Y menos le importó sólo conseguir mover las magas de su camisa.

-¿Cómo que no está? ¿No está en el bosque?

-Lo decidió de repente- pestañeó haciendo que sus ojos volvieran a su vida- Se metió en su camioneta y empezó a conducir. Y al cruzar la carretera del norte, ya no hay nada, ni ella ni...

-------

cap. 28:
En medio de dos mundos.

Podía recordar el camino para ir a La Push con los ojos cerrados, y eso que hacía meses que no se dejaba caer por allí. De niña iba asiduamente con su padre y era la única playa decente de la Península de Olympic, así que era punto de visita obligatorio al alojarse en Fork. Recordó divertida que la última vez que había cruzado esa carretera venía con la leyenda de Los Fríos en el bolsillo que Jacob Black le había contado y ahora iba hacia allí sabiendo que no sólo la leyenda era real, si no que a su vez los quileutes guardaban otro secreto.

Secretos, secretos. Mirara donde mirara, bajo aquellas nubes, alguien guardaba uno.

Vampiros, hombres lobo,… Si Charlie tuviera idea de lo que pasaba en el pueblo la mandaría a Florida con Renee antes de que pudiera protestar.

No tenía pensado hacer nada: todos los Cullen ya estaban en el pueblo y Alice le había prometido que les protegerían – tanto a ella, como a Charlie y evidentemente a Edward – de esos vampiros nómadas que pasaban por allí, pero la historia del tratado y de esa guerra que esperaba por desatar le empujaron a tomar parte.

Estaba segura que ella era la única que podía hacer algo. Conocía los dos mundos. ¿Quién si no?

Además, se sentía mal por Jacob Black. Había sido muy hospitalario al llegar a Forks y podía decirse que era su primer amigo allí. Él le guió para descubrir el secreto de Edward y los Cullen. Y ahora le había mentido y no había razón por qué.

Así llegó a la reserva.

El sol intentaba empujar las nubes pero estas eran demasiado densas para que pudiera con ellas y el poblado de casas de madera estaba bañado con un bonito color blanquecino. Aparcó su camioneta cerca de la entrada de la casa de los Black, y sin más se bajó.

Tuvo que picar unas cuantas veces para que alguien desde el interior acudiera a abrir: la madera crujió a cada paso y lo hizo más al entronarse la puerta en sus bisagras. Jacob – el mismo Jacob de la otra noche, con toda su envergadura, el pelo corto y la ropa que le hacía marcarse su musculatura – le miró extrañado.

-¿Qué haces aquí, Bella?

-Me alegro de volverte a ver, Jacob- respondió ella.

-Perdona. Sólo que… no creí que recordaras el camino a la reserva. Hace mucho que no nos visitas.

-Sí, pero hay cosas que no se olvidan- sonrió- ¿Es un buen momento? ¿Podemos hablar?

Frunció el ceño haciendo que sus dos gruesas cejas se unieran, dudando. Seguro que pensaba “Hablar, ¿de qué?” pero tras unos instantes de reflexión, tomó la puerta para cerrarla tras su espalda, y dijo.

-Claro, paseemos. Vayamos a la playa.

-----------

continuara......:)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se olviden de comentar ......