miércoles, 28 de octubre de 2009

FANFICTION...."EL PRIMER CREPUSCULO"....CAP.13 , 14 , 15 Y 16:

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...YO NO LO ESCRIBOOO!! LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS..

CAP.13:

Más inteligente.

-Que madrugadora, Bells. ¿Has dormido bien?

Asintió sonriendo con la boca llena, entusiasmada, mientras seguía devorando su leche con cereales sin descanso. Había dormido mejor que nunca antes en su vida. Sin pesadillas, ni sudores. Solamente acurrucada en el lado de la almohada en el que Edward se había tumbado y soñando con él. Sí, soñando. Soñando que paseaban a la luz de sol, que se besaban y que se abrazaban. Soñando con lo que había pasado en realidad. Con tener a Edward allí para ella, cono esos increíbles ojos color esmeralda, cálido, suave y humano.

-¿Qué harás hoy?

-Ir a casa de los Cu…

Si terminaba la frase, Charlie vomitaba, seguro, así que se detuvo y tragó ruidosamente. Pero pensaba ir, se pusiera como se pusiera. Se inventaría algo para antes o para después pero hoy conduciría hasta casa de los Cullen como hacía sol fuera. ¡Sol! ¿Desde cuándo era Forks tan soleado? Estaban a principio de diciembre y no caía ni una gota, ni nevaba ni granizaba. Seguro que hasta las nubes se habían levantado ahora que Edward no se tenía que ocultar bajo ellas.

-Ir a casa de los Newton- se corrigió- Mike y yo estamos haciendo un trabajo de ciencias y tenemos que terminar algunas cosas.

-¿Y después? ¿Eso te llevará toda la tarde?

-Después irá a ver a Edward, si es lo que estás preguntando. Ayer dijiste que tenía que ver a más gente y Mike lo es, ¿no? Edward no vendrá aquí, así que si no quieres encerrarme bajo llave, no puedes prohibírmelo.

-No voy a prohibírtelo, pero deberías ser más razonable. Ese capullo se fue, de un día para otro, sin decir adiós, si darte ninguna explicación. Has llorado sin descanso. Y ahora, ¿qué? Le perdonas, como si nada.

-No hay nada que perdonar, papá. Además, eso es algo entre Edward y yo. Hemos hablado y lo hemos dejado todo claro.

-¿Y vuelve a ser…?

¿Humano? No, no se refería a eso.

-¿Mi novio?- añadió- Sí.

-Estupendo. Creía que eras más inteligente.

Encogiéndose de hombros porque con eso Charlie había dado la conversación por acabada, Bella apuró los cereales y se levantó para meter el bol en el fregadero. ¿Cómo habría dormido Edward? En su habitación ni siquiera había cama. Bueno, los Cullen tenían recursos y seguro que se les habría ocurrido algo. ¿Y qué habría comido? Ayer parecía muy emocionado con la idea de poder alimentarse. Y con el agua de la cisterna. El por qué salía de color verde de la cisterna de Charlie por culpa del ambientador era algo que nunca se planteó de lo que pudiera hablar con él.

-Voy a hacer la colada y a recoger las habitaciones. Me iré a casa de los Newton después de comer.

-Como quieras- gruñó Charlie.

Y sin más subió escaleras arriba. Estaba tan feliz que podía hasta silbar si no se le hubiera olvidado en los últimos tres meses. Haría las tareas de la casa cantando. Sacudiría las sábanas, barrería las alfombras y plancharía la ropa incluso bailando. Era el ser más dichoso de Forks. Más aún cuando al llegar a su habitación vio sobre su almohada una nota en papel de seda.

Bella;

He encontrado el modo de ir a nuestro prado. Conduce hasta el claro esta tarde y desde allí Alice te llevará. Yo te estaré esperando para un picnic.

Tuyo;

Edward.

Y con la misma felicidad se giró para descolgar el teléfono y tener lista su coartada con Mike para su cita con Edward.

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CAP. 14:

Broma macabra.

-Está frío.

-Lo siento- respondió Carlisle apartando el estetoscopio para pasarlo por la manga de su bata blanca como si con ese contacto pudiera calentarse- Le pasa a todo el mundo.

-No, me refería a…- señaló la mano que tenía sobre su hombro.

-Oh- la apartó de golpe- Con mis otros pacientes suelo ponerme guantes, creí que a ti no te importaría.

-No lo hace. Ya no. Alice no ha dejado de molestarme poniéndose delante sin pestañear, hablando de cómo se me acelera el corazón o como huele mi sangre y esta noche Esme me cogió la mano mientras me quedaba dormido. Sólo que… no es una sensación muy agradable- y sonrió sin darle más importancia.

Carlisle le respondió a la sonrisa y volvió a concentrarse en su trabajo diciendo que tomara aire y que lo expulsarla mientras le auscultaba desde la espalda. Quiso ser un buen paciente y obedeció haciendo lo que le pedía pero como aunque se esforzó le fue imposible percibir qué pensaba Carlisle en su actividad, echó un vistazo al despacho sin dejar de sujetarse la camiseta a la altura de la barbilla.

Al contrario que su despacho de casa, éste era sobrio. Allí estaba repleto de cuadros, libros que había acarreado a lo largo de la historia y de su propia historia. Una mesa, una cómoda silla y un par de armarios con enciclopedias de medicina moderna. Entre los estantes apenas había tres portarretratos con fotografías: de Esme, de ambos y de todos ellos. Alice, Jasper, Emmett, Rosalie y él. Todos sonreían menos él. Pensó que si ahora se hicieran esa foto y él estuviera en el centro también volvería a no sonreír porque seguro que Alice no le dejaría de mirar, Rosalie le daría las espalda, Jasper querría atacarle y Emmett tendría que sujetarle.

-¿Has dormido bien?

Sacudió la cabeza para borrar la imagen. Así dejó su camiseta caer.

-Sí, muy bien. Ayer tuve pesadillas pero hoy no. Pero no tuve un despertar muy agradable: Alice estaba a los pies de mi cama mirándome fijamente- refunfuñó.

Carlisle se rió, se quitó el fonendoscopio para colgárselo del cuello y tomó una linternita del bolsillo de su bata para alumbrarle los ojos con ello.

-Está curiosa. Siempre le han resultado curiosos los humanos. Y ahora tiene uno muy cerca.

-Es lo que me temía- contestó.

-Sigue la luz- Obedeció de nuevo siguiendo el destello de un lado a otro- Tienes los ojos del color exacto al que recordaba. Incluso el color de las mejillas y de tu piel. Eres exactamente igual a quien conocí en 1918. Excepto porque ahora no tienes fiebre.

-Sobre eso…- carraspeó-… ayer descubrí que me he traído algo más de 1918.

Carlisle apagó la lucecita lentamente para seguir con la mirada a Edward que le guiaba al cuello de su camiseta, lo estiraban y le mostraba la base del mismo. Él contuvo el aliento – aunque no le fuera necesario respirar – y con los mismos movimientos lentos, se acercó a examinarlo.

-Es increíble…- musitó.

-También tengo en las muñecas y en los tobillos.

No contestó. Siguió observando las marcas, pasó su frío dedo sobre ellas y movió rápidamente sus pupilas doradas de un lado a otro.

Debía estar nervioso. Si cualquier otro vampiro estuviera así de cerca de su cuello, estaría muerto de miedo. Como de Demetri cuando le acompañó fuera de la fortaleza de los Volturis. O el primer susto que le dio Alice en casa de Bella. Pero Carlisle no le daba miedo en absoluto. Quizás era porque él era al único vampiro que jamás había visto con las pupilas rojo carmesí y porque había leído durante casi un siglo su mente y sabía que nunca sucumbiría.

Le había visto salvar a Bella e impregnarse de su sangre. Era más que un ser con poderes sobrenaturales.

Carraspeó, hizo que sus manos soltaran el cuello de la camiseta y fue hacia su escritorio para coger una tablilla y apuntar algo.

-¿Has encontrado algo más que te haya llamado la atención?

-Todas las sensaciones y olores me llaman la atención pero supongo que será cuestión de tiempo. No recuerdo mucho de cómo era antes de convertirme en vampiro, pero creo que todo es igual. Tú sabes más de mí humano que yo mismo.

Levantó la vista de la tablilla sin dejar de escribir – algo que en realidad a sus otros pacientes les intrigaría – y le observó fijamente. Desde la punta de sus cabellos – que Alice se había empeñado en peinar – pasando por su cara y después por su cuerpo para acabar en sus pies.

-Siento que el poder de los Volturis te hayan devuelto tu envoltura humana un segundo antes de que se te parara el corazón por culpa de mi ponzoña. Parece alguna broma macabra. Así no tendrías esas marcas tan horribles.

Estuvo a punto de decirle que no le importaba, como le confesó la noche anterior a Esme y que lo único que temía es que verlas le produjeran a él algún tipo de dolor, pero alguien picó a la puerta del despacho y antes de que nadie dijera que podía pasar, un carro empujado por la enfermera de Carlisle se abrió paso.

-Oh, Tess, muchas gracias- dijo Carlisle saliendo a su encuentro para apropiarse del carrito.

-De nada, Dr. Cullen- dijo la chica con su sonrisa falsa- Hola, Edward. Que bueno es tenerte aquí otra vez.

Detestaba a esa chica, su voz estridente, su olor a almizcle y sus pensamientos. Gracias que no podía leerlos ahora. Ella y como es posible que los hombre Cullen sean todos tan guapos, el me metería en problemas legales si me insinuara a un menor de edad o lo que daría para que repitiera mi nombre con su sexy voz.

-¿Qué tal por Los Ángeles? Estás bronceado- añadió.

¿Bronceado? ¡Ja! Simplemente estaba vivo.

-Muy bien. Aunque echaba de menos Forks y a Bella.

Frunció los labios como siempre que alguien nombraba una de las mujeres que los rodeaban. Sabía que odiaba a muerte a Esme, a Rosalie e incluso a Bella y eso que ni siquiera le había puesto cara y para ella apenas era un historial médico cuando Carlisle la atendió en urgencias tras el accidente con Tyler. Pero se recompuso y volvió a soltar su sonrisa falsa.

-Me alegro que estés de vuelta. Tu padre te echaba mucho de menos- añadió- Avísame para llevar las muestras al laboratorio cuando esté listo, Dr. Cullen.

Y salió sin más.

-¿Laboratorio?- preguntó Edward.

Carlisle ya estaba tomando del carrito todo lo necesario como una aguja, un compresor para el brazo de goma y un par de tubos de muestras.

-La última vez que fuiste humano fue en 1918 y estabas infectado de gripe. Es sólo por precaución. Los Volturis han hecho un trabajo magnífico, pero no podemos olvidar que moriste por culpa de la ponzoña. Sólo quiero asegurarme de que no tienes ningún tipo de secuela.

Suspiró dándose por vencido y estiró el brazo para que su padre adoptivo procediera. Casi contuvo el aliento al sentir de nuevo las manos frías que le sujetaban y le apretaban con la goma y apartó la vista al ver la aguja acercarse, como hacía en Phoenix cuando Bella estaba en el Hospital y tenían que tomarle muestras a ella, como si su propia sangre fuera ahora a hacerle reaccionar de algún modo.

El primer tubo se llenó, para después el segundo y…

-Vaya, es mi sangre- musitó.

Carlisle le sonrió y llenó el último. Los etiquetó debidamente y los dejó sobre el carrito para tomar de nuevo la tablilla.

-Entonces has dormido bien y según dice Esme tienes un apetito estupendo.

-La coordinación no es mi fuerte, pero creo que es cosa de muchos humanos - Asintió sin dejar de anotar- Aún sé tocar el piano y necesito los 5 sentidos para conducir, al contrario que antes. He tenido que afeitarme. Correr por el bosque sobre la espalda de Alice me asusta hasta la muerte y creo que para su agrado como mucho además de sudar.

Carlisle emitió una sonora carcajada que llenó todo el despacho para dejar de tomar notas y rodear su escritorio para sentarse, invitando a Edward a hacerlo por el otro lado, algo que aceptó. Volvió a sonreír y abrió uno de sus cajones.

-Tengo un regalo para ti- dijo- Alice se enfadará porque está entusiasmada por poder comprar cosas para tu nueva vida humana, pero creo que esto lo necesitarás.

Le mostró en un movimiento rápido de vampiro una caja alargada y de terciopelo con un lazo rojo carmesí, un color muy apropiado para ellos. Lo tomó sonriendo y quitó el lazo para abrir la tapa.

-Ya que no te puedes valer de tu don para saber qué hora es- añadió-. Los humanos siempre necesitan saberlo para llegar a los sitios a tiempo, cuándo comer y cuándo dormir. Espero que te guste.

-Es…- buscó las palabras. Se sintió agasajado como cada vez que entró en la cocina desde que había llegado a casa y veía la mesa repleta de comida y a Esme preparando más. O a Alice saltando feliz por mostrarle sus nuevos artilugios- precioso, Carlisle, muchas gracias.

Era más que eso. No sólo era un precioso reloj masculino con correa de cuero como su muñequera, si no que tenía grabado el símbolo de la familia. Ahora era como ser un Cullen, por partida doble.

-Me agrada que te guste. Ahora ya sabes a qué hora puedes ir a recoger a Bella para ir al instituto mañana.

Ah. Mañana. El instituto. Bella. El jefe Swan. Dejó de sonreír mientras se lo abrochaba y levantó la vista para encontrar la mirada dorada de Carlisle.

-No creo que vaya a acercarme a casa de Bella. Y no puedo decir que no me lo merezca.

-Sí, eso he oído. Pero seguro que todo se arregla con el tiempo.

-El tiempo para mí ya no tiene el mismo significado que antes.

-Supongo que no- dijo sin borrar la sonrisa de su rostro- Pero también tengo entendido que Bella está muy feliz con tu vuelta como humano, así que por lo demás no deberías preocuparte.

-¿Y tú, Carlisle? ¿Estás feliz con mi vuelta como humano?

Debía ser algo de su nueva mente recuperada de 1918 porque su mente de vampiro jamás decía nada sin procesarlo bien antes, así que en el momento que cerró la última interrogación notó ese calorcillo al que se iba haciendo familiar en las mejillas. Carlisle dejó de sonreír pero tampoco se quedó serio, tal vez sorprendido, y antes de contestar tomó una gran bocanada de aire, innecesaria para él.

-Yo estoy feliz con lo que tú hayas decidido.

-Lo sé, eso ya lo dijiste ayer y lo dijiste antes de que me fuera a Volterra. Pero ahora estoy aquí, con un montón de preguntas y sólo os tengo a vosotros. Antes os tenía pero podía irme cuando quisiera porque era totalmente capaz de salir solo adelante, pero ahora siento que no. Os necesito a ti y a Esme. Y a Alice que sólo me crispa los nervios. Supongo que con el cuerpo humano va la necesidad de una familia y la mía sois vosotros. Por eso quiero saber si te incomoda que la persona que te encontraste en 1918 esté de vuelta, con marcas de mordiscos y con maldición incluida.

-Edward- en su mano aparecieron por arte de magia dos manos frías que la aferraban- Cuando te encontré en 1918 no sólo vi a un posible compañero con el que compartir mi secreto, al que si no salvaba moriría. Vi al hijo que me gustaría haber tenido. Lo he tenido durante 90 años. Y ahora lo tengo otra vez. Lo que pasa que ha crecido y ha decidido qué hacer con su vida. Ha decidido cómo quiere vivirla. No podría estar más orgulloso de ti.

Sonrió como nunca antes desde que era humano y aferró mejor las manos frías de Carlisle.

-¿Cuándo crees que podrán volver los demás?- añadió señalando con la cabeza la foto de la estantería- Creo que también los necesito en mi nueva existencia humana.

-Seguro que muy pronto- dijo con su sonrisa- Déjanos a nosotros, a tus padres, preocuparnos por eso- añadió- No tengo pacientes hasta dentro de una hora. ¿Quieres ir a comer algo a la cafetería del Hospital? He oído que tienen unos sándwiches muy buenos.

-Creo que Esme no te lo perdonaría- bromeó- Mejor volveré a casa. Alice ha planeado una cita con Bella porque ha tenido una visión de nosotros en un prado y no quiero llegar tarde ahora que debo respetar las normas de circulación.

-Muy sabia decisión. No te conviene meterte en más problemas con el jefe Swan.

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CAP. 15:

Marioneta humana.

-Es asombroso…- y siguió mirándola curioso- ¿Yo también brillaba así?

-Claro que sí- le sacó la lengua- Todos brillamos así. Y seguiré brillando si tengo que cargar contigo adelante y atrás y colándome en la habitación de Bella para dejarle notas bajo el sol. Es insoportable. Me alegro un montón de no poder sudar como tú. Hoy hasta lo lograría. ¿Qué pasa con Forks? ¿Ya nunca está nublado aquí?

Antes de dejar la cesta en el suelo en el medio del prado, se colocó mejor sus gafas de sol y se cubrió el cabello con un pañuelo, pero aún así de las porciones de piel que quedaban al aire, salían miles de destellos. Menos mal que estaban en el prado, en la mitad del bosque porque junto a él, con su saludable color rojizo en las mejillas, llamaba bastante la atención. Edward no había parado de mirarla, así que hoy él era el curioso.

Habían salido de casa, conducido hasta el claro como le había indicado a Bella en su nota y después habían hecho la parte más abrupta del trayecto Alice corriendo y Edward sobre su espalda. El viaje de hoy no había sido tan terrible como el del día anterior. Quizá porque el sol brillaba y si los árboles se acercaban demasiado veía más fácil apartarse de ellos. Y ahora lo que quedaba, lo hacían a paso humano, Alice llevando la cesta del picnic y Edward casi dando saltitos a su alrededor exultante de felicidad.

-Gracias- le dio un golpecito con el codo- Aún humano, sigues siendo mi hermana favorita.

-Ahora mismo eres la única que tienes y que no quiere matarte- le guiñó el ojo.

-Alice, necesitamos tener una charla sobre ese humor tuyo tan macabro- reprochó molesto.

-¿La necesitamos?- bromeó- ¿Después de la charla de hoy sobre las maquinillas de afeitar, fijación del pelo y perfumes masculinos?

Eso era bastante embarazoso y no le gustaba en absoluto ser su marioneta humana a la que vestir y peinar. Y ahora estaba seguro que a Bella le disgustaba hasta la muerte cuando también la maltrataba vistiéndola y maquillándola. Pero él no era una chica. Y había descubierto que a su yo humano le daban bastante vergüenza ese tipo de cosas: que Alice revolviera su armario para conjuntar la ropa, que le colocara perfectamente el pelo y que le persiguiera con un bote de desodorante. Necesitaba buscarle un hobbie pronto antes de que encontrara el modo de cortara en trocitos y prenderle fuego con la escasa fuerza con la que contaba ahora.

Aunque estaba regocijándose un montón de ser el único humano en una casa de vampiros: además de la charla con Carlisle por la mañana en el Hospital, tener una madre que no necesitaba dormir y que le preparaba una mesa repleta de cosas deliciosas primero para desayunar, después para comer y ahora parte de esas cosas iban dentro de la cesta de mimbre que Alice cargaba, era genial.

-Estás disfrutando mucho con esto. Admítelo- añadió Edward.

-Con cada latido de tu corazón- se rió- Este es el sitio- cerró los ojos, concentrándose- Estaréis bien. No hay nada alrededor. Iré a por Bella. Y podéis hacer lo que queráis porque no miraré hasta el atardecer que vuelva a por vosotros.

Se giró a su velocidad habitual, pero detuvo al borrón antes de que se volatilizara.

-¡Alice!- exclamó. Miró a su alrededor e incluso bajó el tono como si alguien fuera a escucharle en medio de aquel paraje- No hace falta que digas eso cada vez que… Bella y yo estamos solos.

-¿Te estás sonrojando de nuevo?- añadió pícara.

-Quiero decir que tengo que manejar un montón de sensaciones nuevas antes de experimentar con nada más… potente. Mi mente ahora mismo ni siquiera está preparada para imaginar nada.

La diversión se borró de la cara de Alice.

-¿Lo has hablado con Carlisle?

-No. Por el momento no es algo que me preocupe.

-Creí que para eso habías querido recuperar tu humanidad. Para poder estar con Bella en todos los aspectos.

-Sí, claro. Quiero estar con ella en todos los aspectos humanamente posibles. Pero aún no creo que pueda ser capaz.

Alice se concentró. Cerró los ojos con fuerza y dejó de respirar unos instantes. Desconcertado y a punto de pedirle que no mirara nada que a él le pudiera comprometer, los volvió a abrir y sonrió.

-Hagas lo que hagas, Edward Cullen, lo harás bien. Como todo- repitió el gesto de sacar la lengua- Que te diviertas.

Su “gracias” se perdió a la vez que las flores del prado se movían con el aire que levantó en su carrera a velocidad de vampiro, así que una vez solo abrió la cesta y se dedicó a prepararlo todo para la llegada de Bella: sacó un mantel de cuadros azules que Esme le había asegurado que eran muy acertados para ese tipo de citas, unos platos, vasos y los recipientes de la comida. Mordió un par de uvas, algo que descubrió aquella mañana que le gustaba mucho y se tumbó en el césped a disfrutar del sol.

Se miró las manos a contraluz. No brillaban. Se miró los brazos, por la parte externa e interna. Recorrió las líneas azules de sus venas con la yema de sus dedos. Se acarició las cicatrices. Después cerró los ojos para solamente escuchar su respiración y el sonido de su corazón.

Y así se quedó dormido.

-Los atardeceres son preciosos, ¿verdad?- dijo una voz tras de sí.

-Antes me entristecían- contestó él- Pero ahora me encantan. ¿Has visto qué de tonalidades tiene el sol?

-Nunca me había dado cuenta. Creo que cuando vivía en Phoenix no le prestaba atención al atardecer- respondió Bella sentándose a su lado- y desde que vivo en Forks el sol no salía tantas veces seguidas. Tu corazón lo ha traído.

-¿Eso crees?

La miró por primera vez en toda la conversación y le sonrió, entornando los ojos para que las miles de luces de colores que desprendía su refulgente piel no le cegaran. Bella le respondió al gesto, clavó sus ojos dorados en él y después se acercó lentamente para besarle en la mejilla. Sintió esa descarga eléctrica que sentía con los besos de su familia, pero tenerla tan cerca no le ponía nervioso como hacía la curiosidad de Alice. Resbaló sus labios de hielo por su mejilla en dirección a los suyos, y allí se posaron., a la vez que una mano fría se entrelazaba entre su pelo. Con una agilidad asombrosa se fue recostando sobre él sin cesar de besarle y una vez sobre el césped él rodeó su cintura de mármol con sus manos. Bella resbaló entonces sus labios por la mejilla contraria hacia su cuello, que besó repetidas veces y…

-Te prometo que aunque duela, después te sentirás mejor. Es la única manera que existe de salvarte, hijo.


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CAP.16:

Demasiado afortunada.

¿Era posible que la simple visión de su Volvo aparcado en el claro ya le pusiera nerviosa? Definitivamente: sí. Durante estos tres meses hasta los coches de color plateado se lo ponían, y eso que tenía suerte que el sector automovilístico de Forks no destacaba por su modernidad y quien no conducía una camioneta conducía una furgoneta.

Se bajó de la suya y tomando su abrigo marrón cerró la puerta de un empujón que hizo que sonara a lata.

-¡Hola!

Se giró de un salto para exclamar:

-¡Alice! ¡Dios mío!- se llevó la mano al pecho- ¿De dónde sales?

Alice se echó a reír con su musicalidad y en un movimiento imperceptible se cambió de su izquierda a su derecha. Parecía una muñeca que se tapaba del sol con unas gafas oscuras y un pañuelo que le cubría el cabello, un jersey de cuello subido y casi un abrigo hasta los pies. No, parecía un vampiro de verdad.

-Perdona, a Edward tampoco le gusta que le haga eso. Pero es muy divertido. También se sonroja, ¿sabes? Y el corazón se le desboca como a ti.

-No deberías hacerlo nunca más. Ahora ya no es como tú. ¿Y si le causas…?

-¿Un ataque cardíaco?- se volvió a reír- Lo vería antes. No te preocupes, estará bien. Te espera en el prado. ¿Vamos?

-Vamos- suspiró resignada.

Alice se movió de nuevo rápidamente y se puso delante de ella para que se subiera a su espalda y en otro abrir y cerrar de ojos ya estaban corriendo. Notó lo que notaba siempre: que se le encogía el estómago, que se mareaba y que si no cerraba los ojos se desmayaría, pero quizás porque Alice era más temeraria que su hermano y saltaba de árbol en árbol como si nada, llegaron antes y cuando el malestar se empezó a agravar, ya estaba en suelo firme.

-Edward está allí- señaló hacia el horizonte.

Bella se asomó. Tuvo que entornar los ojos para que el sol – y el brillo de Alice – no le molestaran.

-Allí, ¿Dónde?

-Allí- insistió- Al final. Creo que está dormido. No se mueve y respira rítmicamente. Tiene el corazón calmado. Cuando duerme la boca se le entre abre y está muy gracioso.

Iba a decirle por qué lo sabía pero prosiguió con…

-El aire viene hacia aquí y puedo olerle. Se mezcla con el olor de la comida del picnic y es bastante…- chasqueó los dedos buscando la palabra correcta- embriagador, así que no quiero acercarme más. Pero si caminas recto en 1 minuto y medio le verás. ¿Estarás bien? Sí, lo estarás. Hasta el atardecer.

Y un borrón negro desapareció.

Mirando a su alrededor, Bella comenzó a caminar y cuando tropezó con un pequeño tapín de hierba abultado decidió que sería mejor mirar al suelo. ¿Era aquel su prado? Nunca lo había visto tan soleado, ni siquiera con el césped seco sin las gotas del rocío. Forks estaba convirtiéndose en algo más mágico desde que Edward había vuelto, porque desde que él se había ido ella no había vuelto a pisar el bosque.

Se quedó quieta cuando al minuto y medio de caminar en línea recta divisó primero una cesta de mimbre, luego un mantel de cuadros y después a Edward tendido bajo el sol con los brazos tras la nuca.

Eso sí que era mágico. Estaba allí. Y no brillaba como Alice. Dormía y respiraba pausadamente. No se pellizcaría por si realmente era un sueño.

Se acercó lentamente y se arrodilló a su lado. Incluso cerró los ojos para inspirar su esencia. Esa esencia del Edward de antes que era única en él mezclada con ahora cosas humanas como un desodorante masculino y ¿gel fijador del pelo? Maravilloso. Sonriendo se entornó hacia él, primero le besó en la mejilla, después en el hueco entre el cuello y la oreja y después…

-¡No!

Se incorporó tan bruscamente que hasta la empujó, y eso que no tenía la fuerza de antes. Se llevó las manos al cuello y la miró con ojos desorbitados – ojos verde esmeralda desorbitados – como si no la conociera o no supiera dónde estaba.

-Perdona por asustarte- dijo Bella avergonzada por su osadía.

-¿Qué ha sido eso otra vez?

-¿Otra pesadilla?

-Tú eras…

Movió la cabeza para invitarle a que continuara hablando.

-Tú eras…- volvió a balbucear.

-¿Yo era…?

-Eras un vampiro. La piel te brillaba y tenías los ojos dorados. Y los labios fríos. Pero después decías las palabras que dijo Carlisle antes de morderme y lo hacías.

Bella sólo acertó a exhalar un “oh” de sus labios que se quedaron en esa forma y a mirar a Edward ansioso que se pasaba las manos por los cabellos.

-Son sólo sueños.

-No, no lo son. Son muy reales. Seguro que es culpa de ellos. Lo han hecho ellos. Es una venganza por haber pasado las pruebas y es una manera de torturarme. Carlisle lo dijo: “una broma macabra”. No podía ser tan fácil saltarme todo en lo que ellos creen y llevar una vida normal.

Aún perdiéndose en medio de su explicación porque le faltaban datos y más a la velocidad a la que Edward hablaba, le tomó una mano y se le besó, sonoramente.

-¿Y si es algo más mundano?

-¿Qué quieres decir?

-Cuando te fuiste…- carraspeó para no recordar más ese momento de tu vida- los médicos le dijeron a Charlie que estaba en estado catatónico. Mi mente iba más lenta y hasta ayer sólo tenía pesadillas. Quizás se trate de lo mismo. Has vivido más de lo que cualquier mente humana puede hacer. A lo mejor…

No pudo terminar porque un beso plantado en medio de sus labios le impidió seguir hablando y ella se quedó encantada por ello. Al beso – que no terminó- se añadió una mano en la cintura y otra mano en sus cabellos así que sólo se dejó llevar y se fue recostando sobre él.

Ya podía ocultarse el sol y empezar a nevar que no se pensaba mover.

Edward sonrió y le pasó uno de los mechones detrás de la oreja, con su curioso tirabuzón en la punta que volvía a estar allí. Todo lo de la antigua Bella estaba allí, hasta su abrigo marrón, sus pantalones vaqueros, su camisa blanca y su cinta del pelo cuidadosamente cepillado.

-Ya te lo dije ayer, pero siento haberte causado algo tan terrible y angustioso.

-Estás aquí y no voy a pensar en ello nunca más.

-Aún así, necesito decírtelo: perdóname.

-El latido de tu corazón ya me hizo perdonarte.

Volvió a repetir el beso, pero este rápido y cortito, y así los incorporó.

-¿Tienes hambre? Esme ha preparado un montón de cosas deliciosas.

¿Cómo podría tener en mente comer en estos momentos? Antes saltaba cuando se le acercaba demasiado y ahora vaciaba una cesta repleta de alimentos. ¡Así ella nunca podía ganar! Pero realmente pensar que todo eso lo había preparado un vampiro que no comía le levantó curiosidad y asintió.

Hablaron durante todo el rato que comieron los sándwiches, los pasteles, la fruta y las galletas, lo mismo que todo el rato que bebieron los zumos de tres sabores diferentes. Edward le narraba lo que sentía con cada sabor y era muy divertido, lo mismo que cuando le contó lo que los Cullen habían preparado en su habitación o que Carlisle ya había hablado con el director y que mañana oficialmente volvería al instituto de Forks.

-Aunque lo haré solo- dijo- Porque Alice dice que volverá a estar soleado y ella no podrá acudir.

-¿Y los demás?

-Aún no han vuelto. Carlisle cree que ellos tres que son los más inmunes traten solos con todos mis nuevos fluidos humanos.

-¿Rosalie también? Una vez me dijiste que ella nunca había bebido sangre humana.

-Está enfadada. Se enfadó cuando me fui a Volterra porque odia todo lo que desestabilice a la familia. Ahora Alice dice que está celosa porque yo he conseguido recuperar la humanidad que ella desea, pero que se le pasará. De todos modos, ella permanecerá donde esté Emmett.

El núcleo familiar de los Cullen donde todos se movían de dos en dos: Carlisle y Esme, Rosalie y Emmett, y Jasper y Alice. Se preguntó cómo se sentiría ahora Edward al respecto que siempre decía que era el solitario de la familia y ahora para más con sangre en las venas. Estaba segura de que ninguno de los Cullen le harían daño como tampoco se lo habían hecho a ella, pero ahora todo era diferente: Edward era diferente. Un Edward que dormía, comía y no brillaba a la luz de sol. Debía de estar en una casa de humanos. ¡Ojalá todos los Cullen fueran humanos! No, debía de estar en su casa con ella, aunque Charlie con su arma fuese más terrible que un ataque vampiro.

-Y yo permaneceré donde estés tú- añadió en otro beso en la nariz- No sabes lo bien que hueles ahora- dijo sujetándole la cara entre sus manos- Mi nariz humana me parecía triste y pobre porque ya no me puedo guiar con ella, pero teniéndote tan cerca y sólo oliendo tu esencia; la esencia de tus cabellos, el olor de tu ropa y el de tu piel, me parece perfecta.

-Tú también hueles muy bien.

-¿Mejor que antes?

Sólo asintió porque al ir a articular palabra otro beso le detuvo, así que antes de una nueva interrupción se dejó guiar por él beso, rodeó la cintura con una mano y otra fue a los cabellos. Los cabellos humanos eran definitivamente mejor que los de vampiro, más sedosos. Hasta con gel fijador. No había ni punto de comparación.

Él también investigó: también fue a la cintura y la otra a los cabellos. Pero esa mano no se quedó quieta y siguió por el cuello para tocarle la barbilla y descender para juntarse con la otra. Y allí, las dos, hicieron algo que jamás harían esas mismas manos cuando no era frías: levantaron el chaquetón marrón y se metieron despacio y cuidadosamente por debajo de la camisa de Bella.

Estaba tan feliz que podía aplaudir. Iría ella misma a Volterra a agradecer a quienes fueran los volturis los humanos tan perfectos que creaban de vampiros a los que había que rogarles un simple beso. Así que para imaginarse que iban a hacerse girar lentamente para primero quedar de lado y luego, él encima.

-¿Estás bien?- preguntó entre un besito corto y otro.

-Mejor que nunca. ¿Y tú?

-Diría que no estaba tan bien desde 1918 pero entonces nunca había hecho esto, así que mejor que nunca también.

Sonrió y fue ella quien le besó a él pero que correspondió encantado. Así, en esa postura pudo aprovechar a ser la que investigara y dejando ese perfecto pelo suave humano con sus toques de fijación resbaló por la espalda, recreándose con la yema de los dedos en las costuras de la cazadora de Edward y tentando a su suerte hizo lo mismo que él: levantarla para tocar la espalda.

¡Magnífico! Nunca habían llegado tan lejos antes. ¡Ni por asomo! Besos y de unos segundos que antes conocía exactamente la duración y abrazos, pero poco más. El otro Edward siempre le recordaba lo frágil que era y por eso ella quería ser como él, pero como ahora eso estaba superado podría quedarse en esa postura para siempre.

Para hacerla más cómoda enroscó una pierna en su cintura y con la mano libre la metió en el bolsillo trasero de su pantalón.

Creía que ya había sido demasiado afortunada por un día porque Edward de pronto dejó de besarla, pero no. Claro que no. Ellas nunca podían estar tranquilos. Seguro que la lluvia había vuelto a aparecer o había una tormenta eléctrica o se acercaba el Armagedón por la forma en la que se separó de ella y se incorporó.

-¿Qué…?

Y entonces se dio cuenta. Primero oyó una especie de rugido y después golpes de impacto: algo enormemente bestial caminaba por el borde del prado olisqueando el ambiente.

Edward se incorporó para quedar de rodillas y a cámara lenta – o al menos despacio comparado como lo habría hecho antes – se colocó delante de ella protegiéndola con el brazo. Después se volvió y la miró con… terror en sus ojos. Sí, era terror en sus ojos color verde esmeralda.

Fuese lo que fuese aquella cosa él estaba tan indefenso como lo estaba ella siempre.

-¡Alice!-exclamó con un grito desgarrado- ¡Alice! ¡Alice!


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CONTINUARA.....COMENTEN...:)

1 comentario:

  1. wuauues tan tierno edwar de humanoe s eproq todo salgaa bm muy bueno el fic gracias por subir de artos capitulosss esop esperoo el proximooo

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