lunes, 26 de octubre de 2009

FANFICTION...."EL PRIMER CREPUSCULO"....CAP.5 Y 6 :

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS..

CAP.5:

Desde 1918.

-Es una coca-cola.

Dejó el vaso vacío sobre la mesa y se limpió los labios con la lengua.

-¿Por qué me pica la garganta? ¿Es normal?- preguntó frunciendo el ceño.

-Son las burbujas- dijo ella divertida- ¿Te gusta?

-Es…- tomó el vaso para olerlo y dejarlo de nuevo sobre la mesa- un sabor interesante. Pero creo que lo de las burbujas no me gusta demasiado.

-¿Un vaso de agua?

-No- buscó con la mirada por la alacena de la cocina en busca de algo- Creo recordar que el agua no tiene sabor a nada y quiero probar cosas nuevas. ¿Qué has comido tú hoy?

Bella pestañeó. ¿Había comido? Seguro que no había comido en los últimos tres meses. Aunque hubiera enfermado. Y Charlie le hubiera obligado. Recordó vagamente una conversación delante de…

-Leche con cereales. Pero ya es hora de comer. Puedo preparar algo que te apetezca. ¿Qué quieres?

-Bella, la última vez que comí algo fue en 1918. Seguro que la receta se ha perdido- respondió sonriendo.

Ella también sonrió y relajando su cara se volvió a llevar las manos a las comisuras de sus labios, vueltas hacia arriba. Su piel estaba tirante. Seguro que no había sonreído en 3 meses y por eso se sentía tan extraña. Pero ahora le apetecía sonreír y gritar y dar saltos. Edward estaba allí, en su cocina, con unos ojos verde esmeralda que hacía daño mirarles, con un color de piel dorado con un ligero tono rojizo en las mejillas y los puntos de una barba incipiente que en un par de días debía de afeitarse.

-¿Un sándwich?

-Suena bien.

Se volvió hacía la cocina para abrir la nevera. Su cerebro procesaba por un lado qué necesitaba para preparar un sándwich de pavo a la vez que otro lado procesaba toda la información que el nuevo Edward le había proporcionado.

-¿Cómo fue? ¿Cómo recuperaste…?- se volvió con el recipiente del pavo- ¿Qué tuviste que hacer? Quiero decir para que latiera tu corazón y… ahora tengas que afeitarte.

Frunciendo el ceño, Edward se llevó las manos a la cara para sentir que sí, que su piel no era tersa y que sonaba un vello incipiente al pasar las manos por ella. No recordaba si se había afeitado alguna vez cuando era mortal, pero estaba seguro que la tecnología había avanzado lo suficiente para tener cualquier aparato eléctrico que hiciera rápido lo que antes conseguía un barbero. Ya se preocuparía de eso después.

-Algo… duro. Pero no importa. Lo conseguí. Ahora estoy aquí y contigo. Dime más cosa. ¿Qué cenaste ayer?

-¿Enserio quieres que hablemos de mis menús en los últimos tres meses?

-Quiero que me cuentes todo eso que antes no me podías contar porque no podía experimentar. Podemos ir a la playa. A nadar. O al prado. A nuestro prado. ¿Quieres que vayamos?

-No- se volvió de nuevo hacia la cocina, abriendo el recipiente para sacar dos trozos y ponerlos encima de sendas rebanadas de pan- Está muy lejos. No se puede llegar andando. Siempre me llevabas sobre tu espalda. Y la mayoría de las veces yo cerraba los ojos por la velocidad. Y si tu corazón vuelve a latir creo que eso no lo puedes volver a hacer.

-Oh…- suspiró- Es cierto. Pero no te preocupes, porque lo encontraremos. Quizás con el jeep de Emmett o…

-Emmett no está aquí. O al menos eso es lo que Carlisle ha contado al pueblo. Ni Emmett, ni Rosalie, ni Jasper, ni… Alice.

-Lo sé. Pero volverán.

-¿Volverás a vivir con ellos? Eres humano. Y ellos vampiros.

Edward pestañeó como si hubiera llegado en ese mismo momento a la conversación y no se hubiera dado cuenta antes. Un problema. Un problema que no se había querido plantear. Había sabido de los movimientos de su familia hasta que llegó a Volterra y los volturis le encerraron para cumplir su parte del trato y antes de las pruebas sólo les había pedido que le dejaran llevar a cabo su deseo y que se mantuvieran al margen. Sabía que Alice había intentado detenerle cuando en sus visiones veía que no lo lograba pero sólo le imploró que por una vez le dejara seguir su futuro sin que ella interviniera. Y al recuperar su mortalidad no había vuelto a hablar con ellos porque le habría demorado a encontrarse con Bella.

Alice sabía que estaba bien y seguía respetando su espacio, así que ella sabría cuando quería que se reunieran.

-Pero son mi familia. Carlisle lo sabía y me apoyaba. Alice y Jasper están en Denali y Emmett y Rosalie volverán de Alaska en el primer vuelo. Todo volverá a ser como antes. Como antes, no, mejor. Porque ahora soy como tú.

Asintió ligeramente con la cabeza y se volvió a centrar en la preparación del sándwich, untando con mostaza las otras rebanadas de pan como si no estuviera en la habitación.

-Dime que piensas, Bella, casi no has dicho nada desde que he cruzado la puerta. Estoy volviéndome loco porque antes no te podía escuchar a ti, pero ahora no puedo escuchar a nadie.

-Eso es lo que nos pasa a todos.

-Lo sé, pero tienes que ayudarme. Estoy rodeado de sensaciones que antes no tenía. Creo que estoy cansado y que tengo sueño, pero no sé lo que se siente porque hace 90 años que no duermo. Hueles muy bien, mejor que antes, porque ya no huelo tu sangre. Y he podido abrazarte sin miedo a romperte la espalda. Pero estás ahí y sólo hemos hablado de comida y de bebida y de que ahora mi familia son vampiros y yo humano. Por primera vez desde 1918, tengo mucho miedo.

Bella soltó el cuchillo lentamente sobre el plato y antes de volverse, terminó el sándwich, poniendo la rebanada sobre la loncha de pavo. Después se giró, tragando saliva, con la cabeza baja para recorrer la silueta de Edward desde los pies hasta que sus miradas se encontraron.

-Yo también tengo mucho miedo. Pero no he dejado de tener ese miedo desde hace tres meses. Desde que te fuiste. Porque ahora estás aquí y siento lo mismo que antes: que no eres real. He pensado un montón de cosas horribles en este tiempo. Que te habías marchado porque no querías pasar la eternidad conmigo y… Realmente no quieres porque has perdido tu don por ser humano.

-Pero…- dijo él – lo hice por ti, por nosotros. Para estar juntos. Para dejar de ponerte en peligro. Porque es como debería de ser.

Bella asintió con la cabeza y se volvió de nuevo hacia la cocina.

-Supongo que necesito acostumbrarme a… tu nuevo yo. Será cuestión de tiempo- volvió a extender más mostaza sobre el pan.

-¿Es… eso? ¿Es que te… tienes que acostumbrar? ¿O es que… no te gusto?

Por primera vez, Bella tuvo un movimiento enérgico y no como hasta ahora que tiraban de ella con cuerdas imaginarias, abriendo los ojos de manera desmesurada como si hubiera dicho una locura. ¿Qué no le gustara? Antes era un ser perfecto con toda su divinidad y sus poderes, pero ahora lo era… ¡aún más! Verlo acabarse la maldita coca-cola de un trago mientras las aletillas de su nariz buscaban aire a la vez que tragaba había sido un espectáculo hermoso, lo mismo que mirarlo todo desde sus recién estrenados ojos color esmeralda. Ahora le gustaba más que antes, si eso era posible, porque estaba allí y si echara a correr de nuevo seguro que tenía la misma velocidad que él para perseguirle.

-Tengo que acostumbrarme a volver a sentir porque desde que te marchaste no le he hecho. No he sonreído, ni reído, ni soñado porque no estabas aquí. Y tengo miedo de que en realidad no estés y que esté hablando con un espectro porque con tu marcha he perdido la razón de verdad.

Se levantó de la silla y aunque en primer lugar se metió las manos en los bolsillos, caminó hacia ella y extendió los brazos para cogerla de la cintura como antes, en la entrada. Ella iba a responderle, volver a abrazarle a la altura de los hombros y hundir la cabeza en su pecho para escuchar las notas musicales de su corazón, pero él la tomó de la barbilla, levantándole la cara para mirarle a los ojos.

-¿Un espectro haría esto?

Tomando aire lentamente, cerró los ojos para guiarse con sus nuevos sentidos hacia los labios de Bella. Esos labios cálidos de antes que ahora ardían más al encontrarse con los suyos. Se amoldaron a la perfección. Encajaban con las dos piezas que faltaban para terminar un puzzle, lo mismo que sus temperaturas y el resto de los sentidos. Y que sus alientos se fundieran lo mismo que el latido de sus corazones se sincronizaran, era incluso mejor.

Sus labios incluso sonaron cuando se separaron de la misma manera que los suyos al unirse sobre su frente para hacerle que se volviera a hundir en su pecho. Aferró la tela de la camisa a su espalda y ahora pensó que iba a tener que emplear la fuerza que no tenía para hacerle que le soltara, como antes cuando le huía.

-No, no lo haría- dijo después de un rato.

Edward suspiró divertido y le volvió a besar la frente.

-Gracias.

-¿Por qué?- preguntó ella.

-Porque has sido mi primer beso humano. Y es mucho mejor que los de vampiro.

-Entonces, gracias a ti también, porque yo antes sólo había besado a un vampiro. Y también es mejor. El vampiro de antes siempre me soltaba de golpe.

Se rió. Con una risa preciosa y adorable que retumbaba desde su pecho. Casi había olvidado como era su risa, si es que se reía antes cuando no estaba tenso por protegerla o discutiendo porque ella quería convertirse en vampiro y él no quería. Acostumbrarse a eso iba a ser muy fácil.

-De nada- dijo igual de divertido- Aunque vaya a tener que soltarte porque creo que estoy muy cansado.

-¿Qué sientes?

-Que voy a desplomarme, mis piernas ya no pueden con el peso de mi cuerpo. Y los ojos me… escuecen, algo muy extraño. Como si estuviera mirando directamente al sol.

-¿Desde cuando no duermes?

-Desde 1918.

Bella se rió. No se refería a eso, quizás a que hubiera echado una cabezada en el viaje, pero era divertido este Edward literal.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?

-No. Quiero dormir aquí, contigo. Quiero despertarme a tu lado. Quizá me pase algo que no sepa lo que es, y quiero que estés conmigo. ¿Tu padre tardará en volver?

-Estará toda la tarde pescando.

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CAP. 6:

Un chico normal.

Hacía mucho frío allí y sentía aún las descargas de la pequeña Jane que le freían por dentro. Y a su risa sádica. Si esa prueba no acababa pronto jamás pasaría la siguiente y no conseguiría ser humano. Había soportado que desangraran a alguien delante de él y había ignorado la sed para demostrar que podría aguantarse a los deseos de su monstruo interno. Había soportado que Aro vaciara todos los recuerdos de su mente y de las mentes con los que se había topado. Y había soportado la paliza que le había dado Demetri sin que ni siquiera le dejara defenderse.

No iba a conseguirlo.

Y tenía tanto frío por fuera y cada vez más quemado en el interior.

Oyó una puerta cerrándose. Volvían a por la siguiente prueba. Bueno, la parte buena es que así Jane le dejaría en paz y fuese lo que fuese, la victoria o la derrota, llegaría pronto.

Un nuevo portazo y…

-¿Edward?- dijo una voz dulce.

-¡Bella! ¡No!

Se incorporó de un sobresalto y miró a su alrededor aterrado. ¿Dónde estaban las piedras y los portones de madera centenaria? Estaba en una habitación cálida con papel pintado en las paredes, una lamparilla encendida sobre el escritorio junto a un ordenador portátil y candiles navideños por toda una estantería.

-¿Estás bien?- dijo la misma voz dulce.

-¿Qué ha sido eso?

-¿Qué ha sido, qué?- le pasó la mano por la frente. Sudaba de una manera descontrolada y de la misma manera estaba helado. Pero no helado como antes, con su piel fría y dura. Helado como ella se despertaba a diario con sus pesadillas.

-Ellos- señaló algo a su espalda, donde sólo estaba el cabecero de la cama de Bella- Estaban aquí. Sentía que…- suspiró angustiado- Estaban aquí- repitió- Y estabas tú también. Ellos te tenían.

-Creo que era un sueño. O más bien una pesadilla. ¿Nunca habías tenido pesadillas antes?

-Oh…- se llevó las manos a la cabeza con fuerza, apretando los ojos. Sueños, pesadillas. Las había visto en la mente de otras personas durante 90 años. Vívidas, con colores, imágenes dantescas, pero él sabía lo que eran. No comprendía por qué ahora estaba tan confuso- Es horrible.

-Lo sé- le rodeó los hombros suavemente con el brazo para besarle un hombro, sonoramente- Yo también las tengo, constantemente.

-¿Y de qué son?

-De…- iba a detenerse, pero no, lo soltó- ti. De cuando te ibas. Que decías que no me querías.

La miró de hito en hito y sin más la abrazó para besarle la frente.

-Lo siento mucho. Siento haberte causado una sensación tan horrible como esto. Estoy despierto y siento que aún estoy allí. Y si cierro los ojos aún puedo verlo.

-No te preocupes. Estás aquí y estamos juntos. Ya no voy a tenerlas nunca más.

-Ojalá yo pudiera decir lo mismo.

-¿Quién me tenía? En tu pesadilla. Dijiste “ellos te tenían”. ¿Quién era? ¿James?

Oh, James. Otro vampiro. Pensó que si se volvían a topar con alguno él no podía protegerla como antes y eso que la primera vez no lo hizo demasiado bien. La aferró con toda la fuerza que pudo.

-No… no lo sé- mintió- Unas sombras, que me perseguían. Algo muy vago. No quiero pensar en ello nunca más.

Bella sonrió y le besó la mejilla para ir soltándole lentamente hasta que se miraron a los ojos.

-Siento que tu primera siesta en 90 años haya sido tan poco placentera- dijo sin perder la sonrisa.

-No, lo ha sido mucho: me he despertado a tu lado. Ojalá pudiera hacerlo todos los días. ¿Crees que encontraremos el modo?

-¿El modo?- se rió- Oficialmente sigues teniendo 17 años, y yo 18, así que además de meterme en problemas legales, a Charlie le daría un ataque. O te mataría. Y ahora no estás hecho a prueba de balas.

Soltándola sin más para pasarse las manos de nuevo por la cara, suspiró.

-Tienes razón. Y seguro que después de irme no le caigo demasiado bien.

Bella se volvió a reír para recostarse en la cama.

-No mucho. Más bien te odia. Te llama “ese capullo” porque ni siquiera puede mencionar tu nombre.

-No puedo decir que no me lo merezco- se recostó también, quedando de lado hacia ella- Pero ahora estoy de vuelta y me lo voy a ganar como un buen novio, normal, que no teme a darle la mano para que no note que mi temperatura es diferente y pudiendo cenar pizza cuando jueguen los Mariners.

Sin cesar de sonreír, se deslizó por la cama para besarle sonoramente en los labios. Que maravilla, tener a Edward al 100% para ella: sin miedo a que saliera volando porque temiera perder el control, sin apartarse cuando le tocaba o porque su cuello estuviera demasiado cerca. Debía de ser un sueño, de verdad, tanta dicha no era posible.

-¿Volverás a clase?

-Volveré a hacer lo que hacen los chicos normales de 17 años. Y te volveré a llevar al Baile de Graduación y…

-¡Oh, no!- exclamó ella- ¡Eso sí que no! Ya fuimos el año pasado. Ya lo hemos vivido. Así que si quieres tener ese recuerdo en tu nueva vida humana, tendrás que ir con otra chica.

Edward se rió para repetir el beso, para después acurrucarse en su pecho. Que música más celestial. Que calor más especial. Antes no lo era tanto, estaba seguro. No querer matarla a cada segundo no tenía más que ventajas.

-¿Cómo te sientes ahora?

-Cómodo, relajado- cerró los ojos- casi descansado. Aunque algo me molesta en la espalda. Aún tengo hambre o lo que sea que siento en la boca del estómago, pero se puede soportar. Y aún me escuecen los ojos, pero estoy bien. Y creo que necesito ir al lavabo.

-Oh- musitó Bella. Eso sí que le costaría acostumbrarse: a la increíble sinceridad actual de Edward, frente a las pocas necesidades que tenía el otro, donde casi todo se reducía a excursiones para salir de caza- ¿Necesitas ayuda?

-No- se rió- Ya he tenido que ir unas cuantas veces. Lo peor fue durante el viaje: los baños del avión no eran como los que yo recordaba y me costó bastante encontrar la cisterna, pero todo fue bien.

Se incorporó lentamente – para sus antiguos movimientos- y una vez sentado se revolvió los cabellos. Antes su cabello cuidadosamente despeinado solamente se descolocaba cuando corría por el bosque o cuando estaba bajo la lluvia, pero no recordaba haberle visto tan desarreglado ninguna de las veces que se quedó allí a verla dormir antes: estaba aplastado por la parte de atrás donde se había apoyado en la almohada y estaba disparado por la parte de adelante. Bastante cómico. Lo mismo que el suspiro de esfuerzo que emitió al incorporarse, que sus rodillas crujieran o que tropezara con una de sus zapatillas sobre la alfombra al caminar hacia la puerta.

Sin borrar la sonrisa de su cara, siguió sus movimientos por el pasillo y vio como cerraba la puerta del baño. Después suspiró. ¿Se podía ser más feliz?

Se giró en la cama y miró por la ventana. El sol casi se estaba ocultando. Era la hora del crepúsculo. Siempre recordaba que Edward le había contado que era la hora que más le entristecía del día porque para él como vampiro el día nunca acababa y vivía en un continuo crepúsculo. Pero ya no. Este era el primer crepúsculo de su nueva vida.

Se incorporó, se quedó sentada y se pasó las dedos por los cabellos, aunque estos se quedaron enganchados hacia la mitad, porque quién sabe desde cuándo no se pasaba un peine. Y ella divertida por ver el cabello de Edward. Se levantó y cubrió la cama y después abrió el armario para buscar algo mejor que ponerse que su camiseta desteñida de lejía y las braguitas con las que se había metido en la cama. Quizás ahora que tenía una nueva vida, necesitaría ropa nueva. Una ropa nueva que pegara con su nuevo novio humano que no se pensaba ir a ninguna parte.

Cuando Alice volviera, la idea la haría explotar de felicidad.

Cerró el armario cuando le pareció oír que el motor de un coche se detenía delante de la casa y se asomó rápidamente a la ventana.

-No, mierda, Charlie- murmuró.

Se volvió, saltó la cama y de dos pasos se plantó en el pasillo a la misma vez que la puerta del cuarto de baño se abriera para que Edward saliera.

-¿Por qué el agua de tu cisterna es de color verde? ¿A qué huele?

Le cogió de la mano sin más y le metió en la habitación de un empujón, un empujón que al antiguo Edward no le hubiera movido ni un ápice y a ella le hubiera roto una muñeca. Cerró la puerta y casi del mismo movimiento hizo una bola con los pantalones vaqueros que se había quitado antes de la siesta para tirárselos encima.

-¿Qué…? ¿Qué… pasa?

-Charlie está abajo.

-Habla con él y volveré luego a pedirle disculpas.

-¿Por donde vas a salir? Te verá.

Iba a decirlo como la cosa más natural del mundo, cómo había hecho una infinidad de veces: por la ventana. Se valdría de su don para saber qué pensaba y dónde estaba y escaparía por el sitio contrario. Así había hecho todas las veces que la había visto a ella dormir antes que lo supiera y todas la veces después para que Charlie no le pillara.

Pero ahora… ¡era un chico normal sin ningún poder! Que no sabía qué decir.

-Voy a echar de menos que puedas escuchar y oler a todo el mundo, pero me gusta aún más esta carita de desconcierto- se la cogió entre ambas manos para besarle sonoramente la mejilla- No salgas hasta que venga a buscarte o te llame. Todo irá bien. Estamos juntos.

Y sin más, poniéndose un pantalón deportivo, salió del cuarto. La cabeza aún le daba vueltas y no sólo por el desconcierto del olor y el color del agua de la cisterna. Las sienes le golpeaban, como si toda su sangre estuviera allí. ¿Estaba asustado? Las palmas de las manos le sudaban. Aunque no era para menos: estaba medio desnudo – o al menos en ropa interior – junto a la cama – medio deshecha – de una chica cuyo padre estaba armado. Y como Bella decía, ya no estaba hecho a prueba de balas. No habría sobrevivido a los ataques de los volturis para morir su tercera noche como humano sin haberse comido una hamburguesa o unos espaguetis con setas a manos del padre de la chica que amaba. Si Alice viera que Charlie le mataba se presentaría allí de inmediato.

-Alice, si me estás viendo, sácame de esta- murmuró.
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continuara...les gusto ???..ami ME ENCANTO...AAH Y COMENTEN..PLIZ!!

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