martes, 3 de noviembre de 2009

FANFICTION..."EL PRIMER CREPUSCULO"...CAP. 33 , 34 , 35, 36 ..!!

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...YO NO LO ESCRIBOOO!! LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS..

CAP. 33:

Sangre.

Intentó serenarse. Contar hasta 10.

1, 2, 3,…

Estaba a punto de perder el control. Ya no veía por sus ojos normales. Los ojos del lobo estaban ya en su cara. La temperatura del lobo estaba ya en su cuerpo.

4, 5,…

Si entraba en fase tan cerca de Bella, seguramente le haría daño.

6, 7…

-¡Jake, tienes que aguantar!

Miró a Bella que le gritaba algo que la presión en sus oídos anteriores a entrar en fase le impidió oír para apartarla de allí, decirle que corriera o buscar una escapatoria si tenía que saltar a protegerla, pero una mano la aferraba. Y ella se apoyaba en un cuerpo. Aquel parásito la estaba tocando.

-¡No la toques, asqueroso chupa sangres! ¡Ya le has hecho suficiente daño!

Había jurado proteger a la vida humana. Y Bella lo era. Por mucho que se implicara con esas sanguijuelas. Ellos la habían herido, primero físicamente en Phoenix aunque ella no lo admitiera y después psíquicamente cuando el muy parásito y sus hermanos parásitos se largaron del pueblo usando sus tapaderas dejando allí al cargo de su especie a su líder y a la hembra de este.

Porque lo había jurado no les había arrancado la cabeza a esos dos también.

Saltó sobre ambos y de un manotazo apartó a la sabandija para coger a Bella con la otra. Pesaba menos que una hoja y aunque se revolvió para intentar aplacar el daño que pudiera sufrir la estatua que tenía al lado, fue imposible.

Éste voló como una pluma que se la lleva el viento saliendo de espaldas por la arena hasta topar con un ramaje.

Sabía que los vampiros eran débiles para su estructura, pero no tanto. Él aún no había entrado en fase así que cuando les atacara con su forma metamorfa sería como coser y cantar. Era éste un buen entrenamiento cuando se topara con la hembra pelirroja y el macho moreno que andaban por la zona.

Puso a Bella tras su espalda para protegerla del ataque cuando este se recobrara y se tirara sobre él como la rata que era.

-¡No!- exclamó Bella- ¡Jake, no! ¡Edward es humano!

Bella se seguía batiendo, luchando por escapar. ¿Había oído bien? ¿El chupa sangre… humano? Podía engañar a Bella, pero a él no. Olía como tal. Toda su ropa apestaba a esa hedionda pestilencia que incluso emanaba de Bella. A lo que olía el bosque y el prado donde los vio el otro día tumbados. Debió arrancarle la cabeza en ese momento. Debía agradecerle a Bella los días que había estado de más sobre la tierra: si ella no hubiera estado tan cómoda besando a aquel cuerpo que para él era antinatura porque estaba muerto, le hubiera partido en dos de un solo zarpazo.

-¡Edward! ¡Edward!- exclamó Bella al borde de las lágrimas.

Un efluvio nuevo llegó a su nariz a la vez que uno de los pies del parásito se movía. Olía a… sangre. ¿Sangre? No podía ser. Y un corazón que no era el de Bella repiqueteaba a toda velocidad en aquella playa.

Soltando el grillete que eran sus brazos en torno al cuerpo de Bella por la confusión, ella pasó por delante en décimas de segundo cruzándose en la visión que era el cuerpo del chupa sangres tendido en la arena. Ella llegó a su altura, se arrodilló junto a él, le movió la cabeza y…

-Estás bien- dijo ella, amorosamente incorporándole con devoción en los ojos- No te preocupes. Estás bien. Vamos a casa y te curaré.

… de una brecha de su frente salía sangre.

Real.

Caliente.

Aquel cuerpo era el de un ser humano.

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CAP. 34:

Amante de las sanguijuelas.

Las heridas humanas sí que dolían. Eran espantosas. Más espantosas que las propias heridas era la idea de esperarlas. Cuando Jacob Black le dio el empujón esperar toparse con algo que le cortara fue lo peor de todo.

En cuanto su cabeza paró con algo puntiagudo notó su sangre brotar. Podía olerla. Salada y oxidada, como decía Bella. Era verdad, la sangre huele al olfato humano. Empezó a correr caliente por su cara y por su mano derecha.

Si los Volturis le hubieran devuelto las sensaciones humanas con la envoltura de antes – su piel de vampiro dura como el granito- entonces sí que hubieran hecho un buen trabajo. Por primera vez en mucho tiempo, no podía darle la razón a Carlisle.

-¡Edward! ¡Edward!- exclamó la voz de Bella, angustiada.

Bueno, por una vez ella no era la herida. Se podía sentir hasta orgulloso de eso. Pero tenía que sacarla de allí, alejarla de Jacob Black y huir antes de que la manada se reuniera. Pero estaba sangrando y herido. Iba a ser difícil.

Se intentó incorporar pero el dolor de cabeza se lo impidió así que apenas pudo mover un pie. Sus oídos que zumbaban le advirtieron de que algo se acercaba y antes de que pudiera quejarse alguien le abrazó para incorporarle la cabeza.

-Estás bien- dijo la voz de Bella de nuevo- No te preocupes. Estás bien. Vamos a casa y te curaré.

Al abrir los ojos por el que no cruzaba sangre pudo verle, sonriéndole y mirándole con afecto y devoción como siempre hacía. Pensó decirle que se alejara, que a ella siempre le mareaba la sangre pero antes de que pudiera buscar en su cerebro la conexión hacia su lengua, ella se sacó un pañuelo del bolsillo de su cazadora y se lo puso en la frente.

-Vamos a casa- insistió.

Se dejó guiar por ella por primera vez desde que la conocía. Era el herido y ella la salvadora, así que confió en ella ciegamente. Se apoyó en el suelo con la mano que no estaba cortada y se ayudó poniendo su peso sobre ella.

Jacob Black seguía allí. Sólo. Algo a su favor. Fuera el mecanismo que usara para comunicarse con su manada no lo había accionado, así que era de agradecer. Había dejado de temblar aunque sudaba y parecía a punto de recobrar el autocontrol. Y le miraba como quien mira un fantasma.

-¿Cómo lo has hecho?- murmuró entre dientes.

-Tengo que llevarle a casa, Jake, está herido.

Bella le hizo dar dos pasos pero él se interpuso. Estaba tan cerca que hasta la vista se le nubló, pero no supo muy bien si era de impotencia o por el golpe.

Pobre Bella que antes era siempre la que sufría.

-Está sangrando y está vivo- insistió Jacob-. Él estaba aquí cuando mi tatarabuelo firmó el tratado con los fríos. Le oigo el corazón. Así que si se trata de algún tipo de triquiñuela, es muy buena.

-No puedo decírtelo, Jake, tienes que confiar en mí, como te dije antes.

-Pero puedo adivinarlo, como hiciste tú.

-Supongo que eres libre para eso- añadió Bella volviendo a caminar- Llegaremos enseguida- le susurró a Edward- Aguanta un poco.

Dio unos cuantos pasos y antes de empezar a subir la rampa, le aferró mejor por la cintura: su cazadora estaba mojada por haber rodado por la arena pero en su furgoneta tenía una manta, su ropa estaba seca y podía dejarle su abrigo para usar las compras que Alice le había dejado. Sólo necesitaban llegar arriba.

En el tercer paso, Bella tuvo que parar para tomar aire. Y en el cuarto alguien sujetaba a Edward por el otro lado.

-Yo te ayudo. Y os sacaré de aquí. Al resto de la manada no les caes muy bien. Te llaman la amante de las sanguijuelas. Así que dame tiempo para explicarles algo.

Bella sonrió agradecida y así pudo centrarse en seguir caminando sin tropezar y en observar la cara agónica de Edward. Le sonrió cuando él entre paso y paso también le miró y le volvió a pasar el pañuelo por la herida que no cesaba de sangrar: de hecho el flujo ya le empapaba la camiseta.

-¿Quieres que llamemos a Carlisle?

-No…- musitó él- No sabe que estoy aquí. Alice te vio desaparecer en su visión. Entendí que cuando mezclamos nuestro futuro con ellos, no nos puede ver, como pasó en el prado.

Sin darle más importancia, Bella asintió para seguir caminando.

Edward estudió el rostro de Jacob. Serio y tenso y arrugando la nariz. Claro que él apestaba como un vampiro: si de su cuerpo no se habían eliminado todos los restos tras 90 años, vivía con seis, que le lavaban la ropa y le alimentaban. Seguramente Bella también olería cuando Alice le escogía conjuntos o se los compraba. Y cuando cargaba con ambos por el bosque.

Por eso, cuando le vio por primera vez no pudo ni siquiera escuchar su corazón.

-Gracias- dijo.

Por primera vez y como si no supiera acaso que le tocaba, Jacob le miró pero no liberó presión ni de sus cejas que se juntaban ni de su mandíbula. Asintió para después decir:

-Sólo protejo la vida humana. Y si sangras estás vivo. Siento haberme confundido. Pero no vuelvas a cruzar la frontera porque mis hermanos no son tan comprensivos como yo.

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CAP. 35:

Tarde típica.

-Ya estamos en casa- anunció Bella.

Asintió sin dejar de presionar la herida de la frente y así vio a Bella que se bajó apresurada de su camioneta. Todo estaba lleno de sangre: él, su ropa, gotas por los asientos,… incluso las bolsas de las compras de Alice estaban salpicadas.

Una tarde muy típica de Bella y Edward.

Abrió la otra portezuela y así le ayudó a salir. Le insistió que se apoyara en ella y así empezaron a caminar hacia la casa. La noche ya estaba cayendo y el barrio estaba tranquilo. Ruidos provenían del bosque tras la vivienda. Pero al contrario de lo que debería estar, a oscuras, alguien había encendido las luces en el interior.

El dueño del coche patrulla aparcado en el lateral contrario.

En cuanto dieron dos pasos para ascender la escalinata de entrada, la puerta se abrió: allí apareció el jefe Swan con su habitual cara de pocos amigos.

-¿Dónde demonios estabas, hija? Es muy tarde.

-Salí con Alice de compras, papá.

-Ya- reprochó-. Por eso estás con Edward- añadió él como si el interfecto no estuviera presente- Y por eso Edward está herido. ¿Qué le ha pasado?

Edward apenas levantó la vista para cruzar su mirada con la del padre de Bella. Primero le miró con acritud y después con una mezcla de asco y confusión.

Antes era el experto en mentiras para tapar a su familia, pero su cerebro humano iba lento y no sólo a la hora de hacer deberes.

-Fuimos a La Push a ver a Jacob y paseando por la playa, se cayó- intervino Bella.

-¿En la playa de La Push?- repitió Charlie incrédulo.

Charlie Swan era el primer precavido acerca de la aversión de los quileutes con los Cullen. De hecho tuvo que amonestar a algunos nativos cuando tras la marcha de la mayoría de los Cullen, estos lo celebraron encendiendo hogueras.

-Eso he dicho, papá- respondió Bella- ¿Puedes quitarte de delante antes de que Edward se desangre?

Sin poder rebatir con nada más, Charlie Swan se hizo a un lado y permitió a su hija pasar cargando con Edward. Así entraron hacia la cocina, le hizo sentarse en un taburete, decirle que no se moviera y desaparecer escaleras arriba en busca del botiquín.

Charlie carraspeó desde el umbral de la cocina.

-Menuda brecha que te has hecho.

-He sido muy torpe- acertó a decir.

-Deberías ir al Hospital.

-No quiero asustar a Carlisle.

-¿Y no se va a asustar cuando te vea llegar a casa con una tirita enorme en mitad de la frente?

-Mejor una tirita enorme que un montón de sangre- respondió.

Bella volvió a aparecer precedida por un tropel de pasos al bajar la escalera. Entró en la cocina y tomó lugar junto a Edward para dejar en la mesa unas gasas y desinfectantes.

-Estarás bien en un minuto- le sonrió.

-No tienes que hacerlo si te mareas.

-Creo que, después de Phoenix, he superado mi aversión por la sangre. Creía que era un buen paso para mi futuro, pero…

Edward carraspeó mirando hacia Charlie interrumpiendo el monólogo de Bella antes de que dijera algo que les pudiera comprometer. Habían tenido esa conversación un millar de veces: ella convertida en vampiro. Por eso bromeaba cuando en Phoenix no se mareaba al ver su sangre. Decía que ya estaba lista para ser vampiro aunque a él le horrorizara la idea. Pero sacarla a relucir delante de su padre que tanto le odiaba, no iba a ser el mejor de los comienzos.

-¿Podrías subir y buscar algo que le valga a Edward, papá?

-¿Cómo?

-Una camiseta y una cazadora de abrigo. Si sus padres le ven así, se alarmarán. Y realmente no es tan malo como parece.

Charlie exhaló el aire enfadado y poniendo los ojos en blanco desapareció para subir las escaleras, dando patadas a cada paso, como si se tratara de un niño enfadado.

-Borraremos todos los rastros de sangre y así podrás volver a casa. Llamaré a Carlisle en cuanto acabe para que te venga a buscar. Él no reaccionará a tu sangre como los demás. ¿Crees que Alice ya podrá vernos? Si no estamos alrededor de los hombres lobo…

Esta vez, sonriendo, la detuvo para cogerle de la mano que le curaba y se la besó. No podía estar más orgulloso de ella. De su dulce Bella que se sobreponía a todo. Era la persona más fuerte que había conocido en estos últimos 90 años en los que la había esperado cada segundo. Y se sintió orgulloso de sí mismo por haber dado el paso de haber recuperado su mortalidad. Ya era lo que Bella necesitaba: alguien a quien cuidar. Alguien que tener a su lado. Con el que compartir unas experiencias y no el que le apartaba de ellas como antes.

Ahora, más que nunca, era su otra mitad.

-¿A qué ha venido eso?- dijo ella divertida.

-A que te quiero. Y hace mucho que no te lo digo.

-Yo también te quiero- respondió ella besándole a él la mano que le sujetaba.

-Gracias por cuidar de mí. He ido a salvarte y me has salvado tú a mí.

-Por una vez, no está mal- bromeó- Ahora somos iguales.

Él asintió y soltó la mano cuando las patadas de los pasos de Charlie anunciaban que estaba próximo a asomarse. Bella se recompuso y miró la puerta cuando su padre se asomó.

-Esto debe ser de tu talla. Puedes quedártelo. Aunque seguro que después lo prefieres usar de trapos- tendió una vieja camiseta con una cerveza dibujada y una cazadora de ante con borreguillo.

-Gracias, jefe Swan- contestó él.

-Papá…- dijo Bella inmersa en su actividad de pegar la tirita en la frente de Edward- Este año Edward pasará la Navidad con nosotros. Cenaremos los tres juntos en Nochebuena. Porque sin mamá aquí, vosotros dos sois mi única familia

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CAP. 36:

Supervisión vampírica.

-¿Y éste qué te parece?

Alice le volvió a plantar la revista que miraba a velocidad de vampiro delante de sus narices como si pudiera distinguir algo que no fuese un borrón delante de los ojos, para suspirar y apartársela de un manotazo.

-Me da igual- le reprochó Edward.

-Pues yo creo que te quedará genial. Te va con el verde de los ojos- y volvió a pasar una decena de páginas de la revista levantando hasta aire.

-Compra lo que te de la gana. Tú lo compras y yo me lo pongo. ¿Feliz?

-¡Mucho!- exclamó ella jovial.

Negó con la cabeza y pasó su vista por casi cada una de las caras de los estudiantes del instituto de Forks que se congregaban en el aparcamiento, en los alrededores de su coche. Un grupo de chicos se pasaban una pelota de papel como si de una bola de cuero se tratara, otro grupo de chicos patinaban pasando peligrosamente cerca del capó de su Volvo, un grupo de chicas estaban sentadas en la parte trasera de una camioneta mirándoles para… ¿sonreírle y saludarle?

Suspiró apartando la vista.

Cuando era vampiro sabía que llamaba la atención en el sexo contrario pero con bloquear sus pensamientos siempre era suficiente. Siempre pensó que era algo innato a su naturaleza de depredador y nunca le dio mayor importancia. Y, además, excepto Bella tuvo suerte que ninguna se atreviera a hablar con él, así que siempre se había sentido a salvo.

-El otro día hablaban de ti.

Miró a Alice que seguía inmersa en pasar hojas y hojas de aquella gruesa Biblia de la Moda, como ella decía.

-¿Quiénes?

-Esas chicas de enfrente, que se han pasado todas con el perfume barato- arrugó la nariz, pero ni así levantó la vista- Hablaban de ti en la cafetería cuando entrabas con Bella. Decían que tu viaje a Los Angeles te había sentado de maravilla, que estabas más guapo si era posible y que ahora parecías más misterioso que antes.- volvió a pasar otro montón de hojas- Y que en el momento en el que dejaras de estar soldado a esa novia tan insignificante tuya, palabras textuales, te atacarían- se detuvo en una página concreto- ¿Y éste? ¡No es ideal!

Le volvió a pegar la revista a la cara y Edward volvió a darle un manotazo, exclamando incluso que le dejase en paz, a lo que Alice se rió. Como si ya no tuviera bastante: vampiros en la zona, hombres lobos recién mutados, compartir su casa con sus hermanos que quien no le odiaba, temía acercarse o salía a cazar constantemente para no atacarle. Y ahora adolescentes con las hormonas desbocadas. Menos mal que en sus planes más cercanos no entraban separarse de Bella nada más que para lo estrictamente necesario.

Desde que el fin de semana habían regresado todos cuando Carlisle le recogió curado de la residencia de los Swan, lo que él creía que sería tiempos mejores por estar todos ya bajo el mismo techo, había dado lugar a una de las más cruentas peleas en la casa de los Cullen.

Primero, le riñeron a él como si de un verdadero chico de 17 años se tratara, por haber corrido al terreno de lo quileutes, poniéndoles en peligro a ellos, y evidentemente hiriéndose él.

Después le prohibieron salir sin supervisión vampírica por el pueblo hasta que descubrieran algo sobre los nuevos vampiros nómadas, así que en horas lectivas tenía pegada a Alice como ahora, y cuando salía del instituto y quería hacer algo con Bella una escolta se turnaba manteniendo una distancia prudencial para darles intimidad – lo que él sabía que para sus oídos era ridículo y se enteraban de todo -.

Y por último, las pesadillas habían vuelto. Llevaba toda la semana casi sin pegar ojo y ni con los remedios de Esme se encontraba mejor: la leche caliente no ayudaba, los baños de sales tampoco y la música relajante le ponían de mal humor. Cuando conseguía cerrar los ojos más de dos segundos revivía la casi transformación de Jacob Black en hombre lobo, éste atacaba a Bella y él no podía hacer nada, se tele transportaba a Volterra y lo recordaba todo a la perfección o soñaba que alguno de sus hermanos le atacaban. Generalmente eran Rosalie o Jasper. Por Rosalie no sentía ningún remordimiento, pero le daba verdadera pena que su subconsciente pensara eso de Jasper con lo que se estaba esforzando.

-Creo que es culpa mía- añadió Alice, divertida- Seguro que si te dejara vestir como quisieras, sólo Bella tendría ojos para ti. Ya que los dos tenéis el mismo sentido de la moda.

-Entonces, ya sabemos qué hacer- replicó él.

-¿Y perderme la diversión? Ni lo sueñes. ¿De qué me serviría tener un hermano humano que no se atreve a rechistar porque tiene menos fuerza que yo?

Edward repitió de nuevo el gesto de negar con la cabeza y así se pasó los dedos por los cabellos contando hasta tres para que Alice le reprochara que no estropeara la obra de arte que le había hecho en el peinado. Pero esto no pasó ya que él se tocó cuidadosamente el pequeño apósito que Carlisle le había puesto en la herida, casi curada, y frunció el ceño.

-¿Te duele?- preguntó ella rápidamente.

-No, estoy bien.

-Llevas diciendo eso toda la semana.

-Entonces es que no me ha dolido en toda la semana.

-Carlisle dijo que el golpe fue muy fuerte y que tuviste suerte de no haber perdido el conocimiento o algo peor de jerga médica. Si no me dices la verdad, no podré cuidar de ti.

-Estoy bien, en serio, Alice. Deja de preocuparte.

Seguro que iba a insistir o incluso saltar en su asiento para quedarse de rodillas y pegarle casi la nariz a la cara que era de la manera que había descubierto que sabía si mentía o no – porque se sonrojaba – pero algo llamó la atención a sus sentidos vampíricos y dirigió la mirada a la entrada del aparcamiento.

-Bella está allí.

Edward la buscó y hasta que no oyó el chasquido que el tubo de escape producía cuando Bella accionaba el embrague no la pudo localizar, así que supuso que Alice se estaba guiando por su olfato. Sonrió instintivamente y la siguió cómo hacía maniobras y aparcaba en su habitual plaza para después descender de la camioneta que desprendía su típico humo negro tirando de su mochila.

El mundo podía detenerse cuando la veía cada día por la mañana.

-No sé por qué sigue conduciendo ese cacharro- replicó Alice poniéndose en marcha a paso humano, recogiendo sus cosas para salir del coche- Deberías de regalarle un coche. O debería regalárselo yo. ¿Qué opinas?

Batió la cabeza para ponerse también en marca y se refirió a su hermana antes de bajarse del coche.

-Que prometí no regalarle nada en lo que me gastara dinero. Y tendré suerte si acepta el regalo que tengo pensando para Navidad.

-¿Sigues sin querer que te diga lo que va a pasar?- preguntó Alice curiosa.

-Sí. Soy humano y voy a afrontar los retos humanos.

-Como quieras- se encogió de hombros.

En cuanto los divisó, Bella cruzó el aparcamiento y caminó hacia ellos sin cesar de sonreír. Saludó a Alice con la cabeza y sin decir más, cogió Edward por la cintura para que él le estrechara los hombros y le besara le frente.

-Habéis llegado temprano- observó- ¿Sigues durmiendo mal?

-Fatal- contestó él- Creo que hoy sólo he dormido un par de horas.

Bella le apretó más para reconfortarle y así comenzaron a caminar. Alice enseguida tomó parte y empezó a hablar de algo que había visto en un anuncio de la televisión o de la magnífica fiesta que Esme y ella estaban planeando para Año Nuevo, ya que la Navidad, Edward la pasaría con los Swan.

-¿Crees que Charlie te dejará venir?- añadió Alice.

-¿Por qué no iba a dejarme?

-No, no a la fiesta solo. Si no quedarte allí con nosotros toda la noche.

Bella miró a Edward en busca de explicación y él la pidió con rubor de mejillas incluido.

-¿Qué estás tramando, Alice?

-¡Es la tradición! Prepararemos una fiesta y haremos la cuenta atrás para recibir el año nuevo. Se debe recibir el año bailando hasta el amanecer. Es verdad. Me he documentado. La gente brinda con champán y se besa bajo el muérdago.

Negando con la cabeza se preguntó si aquello no era más que una oportunidad de ella y de Esme para comprar y hacer vida social o estaba husmeando en terrenos de su nueva vida que no quería que observara, cuando Bella contestó:

-Supongo que no habrá problema. Si Charlie sabe que Esme y Carlisle están allí… Será más que una fiesta con… Edward.

Tras el accidentado fin de semana las reticencias de Charlie con Edward no es que hubieran desaparecido, pero al menos a la imposición de Bella a que Edward pasara las Navidades con ellos sólo hubo un soplido como respuesta. Seguía sin querer que entrara en casa pero por ahora Alice ya no tenía que hacer de tapadera en el regreso de Bella a casa del trabajo y acompañarla porque el propio Edward lo hacía aunque siempre esperaba precavido en su coche a que ascendiera las escaleras en vez de acompañarla al portal como siempre.

No había que tentar demasiado a la suerte.

-¡Genial!- y dio un saltito de alegría- ¡Verde! Tu vestido será verde. Te lo dejaré colgado…

La voz de Alice se apagó. Literalmente. Literalmente porque era imposible que hablara con la mano en la boca y en la nariz como si estuviera aguantando una arcada, cosa improbable.

Edward la miró y estuvo a punto de darle un golpe en la espalda para que arrancara y dijera lo que le pasara, cuando no hizo falta: entre el cuerpo de estudiantes del instituto de Forks cruzaba la metamorfa estructura de Jacob Black.

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CONTINUARA....COMENTEN...:)

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