jueves, 5 de noviembre de 2009

FANFICTION..."EL PRIMER CREPUSCULO"...CAP. 41 , 42 , 43 Y 44:

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...YO NO LO ESCRIBOOO!! LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS.

CAP.41_

Supervisión paterna.

-¿Bells?- preguntó Charlie sin moverse del salón.

-Hola, papá.

Se asomó armando un gran estruendo. Llevaba cinco bolsas que se topaban con todo desde donde salía papel para envolver los regalos y unas guirnaldas que le habían gustado para su habitación. Intentó parecer serena y que no se notara la taquicardia que estaba sufriendo a causa del beso de Edward bajo supervisión paterna, como si fuera la cosa más natural del mundo, pero el tono de la siguiente pregunta no ayudó demasiado.

-¿Te lo has pasado bien?

Tragó saliva antes de contestar. ¿A qué se refería? Seguro que no a lo que ella pensaba, porque claramente se lo había pasado de fábula.

-Sí, muy bien- contestó intentando parecer serena-. Hemos comprado un montón de cosas. Así puedo ayudar a Esme y a Alice para la fiesta que quieren dar en Año Nuevo.

-¿Qué fiesta?

¡Vaya! Podía haberlo soltado esa tarde con su arranque de sinceridad que mejor ahora que parecía tan molesto. Pero sin riesgo no había gloria y pasar una noche más con Edward bien merecía el mal trago.

-Esme y Alice planean dar una fiesta para Año Nuevo ya que Edward pasará la Navidad con nosotros. Estás invitado, por supuesto. Sólo serán los Cullen y nosotros. Como ya están todos aquí de nuevo, creyeron que era un buen motivo para celebrarlo.

Contó hasta tres para que dijera lo que debía que decir.

-¿A una fiesta, yo? ¿Y en Año Nuevo? Con la de borrachos que hay conduciendo por la calles…

¡Bien!

-Esme y Carlisle querían llamarte para pedirte permiso y me dejaras quedarme allí a dormir- se empezó a poner bermellón de nuevo- con Alice. Para no conducir de vuelta- aclaró- pero ya les dije que no era necesario.

-¿Ah, no?- repitió- ¿No es necesario?

-No, porque hemos hablado esta tarde sobre confianza, ¿verdad?

Mordiéndose los labios por dentro, Charlie resopló. Cogió el mano a distancia de la televisión sobre el sofá y puso el mute. Aquello se ponía tenso. Dudaba si alguna vez esa tecla se había pulsado desde que había comprado la tele plana cuando se podían oír los partidos de los Mariners desde el otro lado de la calle.

-Hay algo que tengo que decirte, Bella. Siéntate.

El tono no le gustó demasiado, así que sólo soltó las bolsas, alerta, pero no obedeció.

-¿Qué es?

-La charla de esta tarde me ha dado mucho que pensar. Y me he dado cuenta de que ya eres más adulta de lo que quiero asumir, así que hay cosas de las que, como padre, tengo que advertirte.

Allí volvía a estar el tono bermellón en la cara de Charlie, un ligero temblor en el labio inferior y unas gotitas brillantes en su frente.

-El caso es, Bella- prosiguió- que Edward y tú, muy a mi pesar, vais muy enserio. Confío en ti, ya te lo he dicho, pero eres muy joven y hay cosas que debes de saber cuando…- carraspeó- te implicas físicamente con una persona.

Bella dio un paso más hacia el sofá, empujando con el pie la bolsa de las guirnaldas, nerviosa.

-Oh, no, no- exclamó incluso batiendo las manos- ¿No me estarás intentando dar una charla sobre sexo, verdad, papá?

-No es nada gratificante para mí, te lo aseguro.

-Te ahorro el mal trago: mamá ya me explicó todo lo necesario hace diez años.

-Hace diez años tú no tenías novio y no te despedías de él delante de casa de una manera tan efusiva que podríais causar un incendio.

Ahora fue ella que se puso de color bermellón. ¿Por qué no les había perseguido con un arma, con lo fácil que parecía eso? Ese, sin duda, era el momento más bochornoso de su vida, y parecía no acabar nunca.

-Entiendo que no me vayas a contar nada- siguió Charlie-, y realmente yo no quiero oírlo. Sólo dime si estás siendo responsable.

Tenía la lengua gorda, y que la boca se le hubiera quedado seca tampoco ayudaba a ponerla en movimiento. Se podía haber volatilizado en ese momento. No podía ser que la conversación hubiera llegado a ese punto. ¿Charlie preguntando si estaba siendo responsable – sexualmente hablando – con Edward? Debía ser algún tipo de pesadilla.

¿Y qué contestaba? No te preocupes, papá: Antes Edward era un vampiro. ¿Te acuerdas? Era blanco como la nieve, desaparecía a la luz del sol, los ojos le cambiaban de color y apenas quería tocarme para no hacerme daño. Cuando se fue y me quedé convertida en un fantasma fue para volver como humano, calentito, suave, frágil y con esos increíbles ojos verde esmeralda. ¡Pero! ¿A qué no adivinas lo que no ha cambiado? Que sigue teniendo siempre ese autocontrol físico y que aunque se ha dejado llevar un poco más, sigue fiel a sus convicciones.

-Si los dos lo estáis siendo- recalcó.

Bella carraspeó intentando buscar saliva en alguna parte de su boca y bajando la mirada que le ardía junto con el resto de la cara, contestó:

-No es lo que tú piensas, papá. Edward es…- volvió a carraspear- bastante chapado a la antigua. No tienes nada de lo que preocuparte.

-Eso no parecía antes- gruñó.

-Vale- añadió Bella- Me voy a arrepentir en cuanto lo diga, pero para tu tranquilidad, allá va: Soy virgen, Edward también lo es y no es algo que vayamos a cambiar en un periodo corto de tiempo. ¿Contento?

Pretendía tomar sus bolsas de nuevo o incluso darles patadas escaleras arriba y desaparecer lo antes posible en cualquier agujero que la amparara cuando Charlie volvió a insistir:

-Aún no he acabado, Bella.

-¡Ya está bien, papá! ¡Por favor!

-No se trata de ese tema- dijo- Tranquila. Gracias por tu enorme sinceridad. Significa mucho para mí. Quería decirte que he pensando sobre eso que dijiste que cuando la próxima vez que ese ca…- se detuvo- Edward se vaya, tú lo harás con él. Ya tienes 18 años y no puedo impedirte nada pero prométeme que acabarás el instituto antes y que te podré dar un beso de despedida.

Bella asintió, lentamente. Era algo que aún no se había planteado, pero sabía que ocurriría. En el pasado lo tenía todo muy claro: antes de que consiguiera convertirse en vampiro, se despediría de sus seres queridos y se iría con Edward y el resto de los Cullen. Pero ahora… Edward ya le había dicho que cuando consiguiera valerse por sí mismo – sin fecha para que eso ocurriera- se iría de casa para cumplir la promesa que le tuvo que hacer a los Volturis alejándose de Carlisle y del secreto, así que ella, sin duda, se iría con él.

Porque su corazón no sobreviviría a otra separación.

-No te preocupes, papá. Acabaré el instituto y te diré adiós.

-Gracias, hija- y recuperando su compostura, se volvió a tumbar en el sofá- Buenas noches.

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CAP. 42:

La imperante realidad.

-Deberíamos…- se detuvo para tomar aire entre beso y beso-… empezar…- más aire-… el trabajo.

Edward alzó la vista por encima de la cabeza de Bella y desde la cama donde estaban cómodamente tumbados, vio el escritorio con el ordenador portátil encendido, su libro de ciencias y los cuadernos.

-Puedo hacerlo yo solo- le contestó-. Tengo dos licenciaturas en Medicina, seguro que de algo me acuerdo. Y le pediré a Alice que lo mecanografíe para los dos- y la volvió a besar.

Exultante de felicidad y tomando una buena reserva de aire para el siguiente rato, Bella se sumergió de nuevo en lo maravilloso que era estar allí besando a Edward. Quién lo diría, ¿verdad? Edward, el siempre-responsable, el todo-calculado, pidiéndole a ella que pasara de hacer los deberes.

Aquello debía ser un sueño. Pero no se pensaba pellizcar. Podría quedarse así, para siempre.

Había esperado que Charlie se fuera a pescar casi mirando el reloj, segundo a segundo. Estuvo a punto de ponerse a fregar el suelo de toda la casa con un cepillo de dientes para estar así ocupada y que no notara su nerviosismo. O mejor para no cruzar palabra con su padre. Saber que Edward iría por la tarde y más después de la charla de la noche anterior, para dos personas tímidas, era peor que un juicio.

Menos mal que no volvió a sacar el tema. ¡Podría desmayarse! Apenas dijo a qué hora volvería y que seguía sin gustarle la idea, pero Bella volvió a contraatacar:

-Hace unos fines de semana, fui a casa de Mike Newton a terminar otro trabajo y no dijiste nada.

-Sabes a lo que me refiero, Bella.

-No, no lo sé. Hemos hablado de confianza y de…- paró para tomar aire a la vez que su cara se encendía- sexo. No tienes de lo que preocuparte. Edward vendrá, estudiaremos, pediremos una pizza y después se irá. Eso es todo. ¿O prefieres que la próxima vez quedemos en su casa? El Dr. Cullen también trabaja todo el día.

Charlie mugió algo por lo bajo y negando con la cabeza cogió su útiles de pesca. No es que tuviera nada contra los Cullen en general – sobre todo con Carlisle y Esme, a los que veneraba tras el accidente de Phoenix – pero dejarla ir allí, en medio del bosque, donde no había vecinos, sin supervisión paterna y más allá de su jurisdicción era algo que le preocupaba bastante.

¿Cosas de padres?

-Vendré a la hora de la cena.

-Aquí estaremos- contestó Bella.

Y sin más, se fue. Y sin más, ella puso su plan en marcha: llenó la mesa de la cocina de todos los trastos que se le pudieron ocurrir, lo mismo que la del salón para que así no les quedara más que subir a su habitación. Una vez allí, colgó todas las guirnaldas nuevas que le daban al cuarto un aire muy íntimo, escondió la lámpara de pie y sólo dejó el flexo.

¿Una emboscada? ¡No! Seguro que todas las chicas hacían lo mismo cuando su novio venía a verlas. Y no es que lo que le dijera a Charlie la otra noche no fuera la más imperante realidad, pero seguro que se merecía algún tipo de alegría cuando antes en estas mismas circunstancias sabía que él saltaría a tres metros de ella a la mínima oportunidad de contacto físico.

Se dio una larga y relajante ducha, se peinó cuidadosamente y se empleó a fondo con el elixir bucal. Y después buscó ropa cómoda. Casual. Lo que ella se pondría para estar estudiando. Algo, que, con suerte, se quitara rápido.

Puntual como antes, Edward apareció a la hora acordada, justo cuando el reloj del salón terminaba de indicarlo con su molesto sonido. Ella abrió sonriente, él también le respondió el gesto y antes de decir nada más, le tendió una caja color rosada.

-De parte de Esme. Por si nos entra hambre, ya sabes- se pintó en su cara aquella sonrisa retorcida suya- estudiando.

Bella lo aceptó para olerlo. ¡Era el olor exacto de su champú! ¿Cómo un vampiro que no come podría cocinar algo tan rico?

-Dale las gracias- contestó jovial- ¿Has venido solo?

-Casi- suspiró- Emmett y Rosalie me seguían por el bosque mientras yo conducía. Estarán en algún lugar…- se volvió para mirar a la calle- cerca.

Ella asintió y con un gesto le invitó a pasar porque podría estar eternamente – y ahora esa palabra no tenía el mismo significado que antes – mirando a Edward en el umbral de su casa, con sus mejillas saludables y sonrosadas, sus labios color carmesí, sus cabellos desordenados y aquellos ojos verde esmeralda.

Él obedeció y se dispuso a seguirla a la cocina, pero ver aquel desbarajuste de cacharros, platos y cubiertos, le dejó en el umbral.

-¿Qué es todo esto?

-Mmm…- se dio la vuelta para meter la caja en la nevera. Sabía que si le miraba a la cara, Edward sabría si mentía, así que intentó ocultarla y parecer desenfadada- Charlie quiere pintar los armarios de la cocina. Y el mueble del salón- lo señaló desde allí- Será mejor que subamos a mi habitación.

Sin más ella le tomó de la mano – esa mano suave y calentita- para que la siguiera escaleras arriba, pero él se quedó clavado en el suelo.

-Bella, ¿Qué tramas?

-¿Yo?- repitió automáticamente- ¿Tramo algo?

-Sí- recalcó- Me estás arrastrando arriba.

-Arriba tengo el ordenador y los libros.

-A Charlie no le va a gustar nada que esté contigo en tu habitación y más desde… ya sabes…- le rehusó la mirada- la charla que tuviste ayer cuando me fui.

Roja como un tomate, le soltó la mano como si hubiera recibido una descarga eléctrica y abrió los ojos como platos.

-¡¿Lo sabes?! ¡Claro! ¿Cómo no lo vas a saber?...

-… Alice- dijeron ambos a la vez.

-Me hubiera gustado verte la cara mientras Alice me transcribía la conversación- añadió, muy pagado de sí mismo- pero al escucharla tampoco me sentí muy cómodo, así que no me quiero imaginar lo que fue estar aquí.

-Un verdadero infierno.

-Fue…- carraspeó- bonito lo que dijiste. Le pido a Alice que no mire porque siento que invado tu privacidad, pero… Gracias por… ser tan clara con él. Es exactamente lo que yo hubiera dicho sí en tu situación mi padre me hubiera preguntado lo mismo.

De un suspiro, Bella se sentó en el escalón donde se hallaba. Dejando sus libros a un lado, Edward la siguió.

-¿Algo va mal?- le preguntó Edward acariciándole la mejilla.

-¿Alguna vez tus padres, cuando eras humano, quiero decir, te hablaron de sexo?

Negó con la cabeza y miró hacia otra parte, frunciendo el ceño.

-Casi no me acuerdo de mis padres ni de mi vida humana anterior a no ser por los ojos de Carlisle- dijo con voz monótona- Pero estoy seguro de que no. Además, probablemente en 1918 ni siquiera se le llamaba “sexo”.

-¿Y con Carlisle y con Esme?

-¿Qué quieres decir?

-Cuando eras vampiro. Si les preguntaste alguna cosa que te… preocupara.

De una gran bocanada de aire, apartó la mano que le acariciaba la mejilla para metérsela en el bolsillo de la cazadora. Después, pensativo, exhaló ese mismo aire. Bella pensó inmediatamente en lo que se parecía Edward a Carlisle y ahora eso que no compartían la piel blanca, las ojeras ni los ojos dorados. Sea como sea, siempre tiendes a parecerte a tus padres.

-Antes de que te besara por primera vez, le pregunté los riesgos que podrías correr, o que pasaría si intimásemos más. Me advirtió que sería muy peligroso para ti ya que es una sensación poderosa, que no se puede comparar con nada y que me haría perder el autocontrol.

Bella se tele transportó a la conversación que tuvieron la primera noche que se durmió teniendo a Edward allí tras haber estado en el prado…

-Por eso siempre intenté mantener las barreras- añadió.

-Pero ahora eso ya no es así- insistió ella.

-Lo sé, Bella, y no sabes lo que me gustaría pertenecerte completamente, que llegue el día de entregarte este cuerpo humano por el que luché, pero… estoy tan abrumado por todas mis nuevas sensaciones, que por eso quiero ir despacio. Sé que sueno tan moralista como antes, cuando te apartaba diciendo que te iba a hacer daño, cuando tú me preguntabas si me tentaba más tu sangre o tu cuerpo, porque ahora sólo me tienta lo segundo. Sólo que… quiero vivirlo todo, paso a paso. He tenido una segunda oportunidad para vivir, algo que nadie tiene. Y voy a vivirla contigo, saboreándolo todo al detalle.

Bella se cambió de su escalón al de Edward y metió la mano en el bolsillo de la cazadora para unirla con la de él.

-Suena tan bien…- dijo ella-… que ahora me siento mal por haber revuelto la casa para haberte llevado a mi habitación.

-He estado un millón de veces e incluso antes de que lo supieras.

-Pero ahora tienes hormonas y son mis grandes aliadas.

-Tienes razón- se rió- Recojamos todo este desorden y si Charlie te pregunta, habremos estudiado en la cocina.

Aquella sonrisa suya le hacía en ocasiones hasta temblar las piernas, pero por verla volvería a armar aquel desorden. No se le borró mientras le daban un aspecto decente a la cocina y al salón, pero se le cayó a los pies al llegar al piso de arriba, clavado en el umbral.

Como si esa fuese la decoración normal y la iluminación idónea para estudiar, Bella entró en su habitación dignamente y se sentó delante del escritorio. Incluso le empezó a contar la información que había encontrado en Internet que les sería muy útil hasta que él le cortó:

-Bella, ¿qué voy a hacer contigo?

Ella le miró como si no supiera a qué se refería, pero que encendiera la lámpara del techo dándole un manotazo al interruptor, le quedó claro. ¿Por qué no desenroscaría la bombilla? Se le había escapado ese detalle.

-Así no me ayudas en absoluto.

-Sólo quería crear ambiente- dijo, inocente.

-Para estudiar- aclaró él.

-Nunca te tengo para mí sola- reprochó-. Creo que no estoy cometiendo ningún pecado capital.

-Siempre me tienes para ti sola.

-¿Cuándo? En el instituto, está Alice, de regreso a casa, alguno de tus otros hermanos nos custodian y ayer Charlie miraba por la ventana. No es justo.

Meneando la cabeza pintando de nuevo en su cara su sonrisa, se acercó para sentarse a los pies de la cama.

-Eres tan ridícula- se rió- Lo dices como si a mí no me encantara estar a solas contigo y que hubieras montado todo esto.

-¿No te enfadas?

-No- contestó- Pero ya no soy a prueba de balas, así que espero que encuentres las lámparas que faltan antes de que llegue Charlie.

Se levantó para darle un beso en la mejilla, le quitó los libros para dejarlos en el escritorio y se acomodó en su regazo.

-Están en el armario del pasillo.

-Buen sitio. Dejémoslas allí un buen rato…

Y eso era lo poco más que habían hablado y nos lleva al principio de la conversación. En casa de los Swan a penas se podía oír el ruido de los labios al juntarse o separarse, de la ropa cuando se rozaba o de las respiraciones entre cortadas entre beso y beso.

Bella había conseguido despojarle a Edward de la cazadora y ésta yacía junto al armario. Decidió que seguiría por la camisa, pero ella tenía mucha ropa aún encima así que empezó a desabrocharse la suya propia…

-¿Quieres dejar de desnudarte, por favor?- preguntó él, rompiendo el beso.

-¿Prefieres hacerlo tú?

-No- se rió - Prefiero que ninguno de los dos lo haga. No tientes demasiado a mis hormonas.

Eran sus aliadas, se repitió a sí misma, luchando contra la decepción. Él la volvió a besar para después dibujar su barbilla y su cuello con sus labios, así que se le olvidó. Más se echó a reír cuando hizo el camino inverso y terminó en medio de sus labios.

-¿Qué es tan divertido?- preguntó sonriendo.

-Me estaba acordando, de aquella vez en el prado, cuando dijiste que eran tu fachada de depredador lo que me atraía de ti. Tu cara, tu voz, incluso tu olor. Y no es así. Porque ya no eres ningún depredador y me atraes incluso más que antes, si eso es posible.

-¿Eso crees? ¿Qué ya no soy un depredador?

¿Alguien había rugido? Porque con aquel ruido de repente ella volvía a estar debajo. ¿Era algo remanente como lo de poder oír los pensamiento a Jacob Black? Qué más daba. Se había pensado mejor lo de la camisa, ahora se la dejaba desabrochar, acertó a subir la camiseta para contemplar aquellos abdominales presididos por aquel perfecto y redondito ombligo y…

-¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Edward! ¡Edward!

Una voz ronca se colaba por la ventana, a la vez ellos dos daban un salto, se separaban como si les hubiese dado una descarga eléctrica e inspiraban asustados.

La cabeza de Emmett emergía desde la calle, y además del brillo de sus ojos dorados y de sus dientes blancos, también les regaló una buena carcajada.

-Deberías de controlarte un poco, hermano. Se te oyen los jadeos desde el otro lado de la calle. Creíamos que alguien te estaba atacando- se volvió a reír.

Edward se levantó como si le hubieran clavado algo y abrochándose un par de botones de la camisa, aunque para eso antes tuvo que bajarse la camiseta que llevaba debajo, fue hacia la ventana de dos patadas.

-¿Te ha contagiado Alice y tú también te has convertido en un voayeur? Lárgate a cazar o a seguir algún rastro, Emmett.

Intentó cerrar la ventana, pero, sin cesar de reírse le detuvo el movimiento con una sola mano y tomando impulso de donde estuviera apoyado dio un salto y entró en la habitación.

Bella también se incorporó, se rehizo la ropa y se colocó tras Edward, cogiéndole incluso del brazo. Era una tontería, Emmett no les haría daño, pero al ver su figura imponente dentro de su pequeña habitación se le pusieron los pelos de punta.

-Por eso he venido. Siento haber estropeado el festín- se volvió a reír-. He captado un rastro- miró a su alrededor moviendo las aletillas de la nariz, aunque antes levantó una ceja divertido al ver las arrugas de la cama- por los alrededores. Viene del bosque: cruza la frontera de lo quileutes y se acaba aquí.

-¿Aquí?- repitió Edward- ¿En casa de Bella?

-Aquí, en esta habitación. Alguien ha estado en tu habitación.

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CAP. 43:

Nuevo.

Emmett se movió a toda velocidad y desapareció de la habitación en un abrir y cerrar de ojos. Cuando volvió a aparecer, parecía que no se había movido ni un ápice.

-Es sólo aquí. Sólo ha estado en esta habitación- dijo sin dejar de guiarse por la nariz.

-¿Lo reconoces?- preguntó Edward.

-No. No es nadie con quien nos hayamos encontrado antes. Es alguien nuevo.

-¿Qué significa eso de nuevo?- intervino Bella que seguía aferrada al brazo de Edward.

Nadie pareció escucharle y eso que estaba pegada a Edward y Emmett tenía súper poderes auditivos. Se volvió a mover convirtiendo su cuerpo de mole en un borrón y apareció en el mismo sitio.

-Rose decía que me equivocaba y que hay demasiados rastros nuestros en los alrededores para diferenciar uno nuevo, pero viene directo desde la frontera de los quileutes, rodea la casa y entra aquí. Y es reciente. Unas horas, apenas un día.

Probando suerte de nuevo, insistió levantando la voz:

-¿Unas horas? ¿Puede haber venido por la noche cuando mi padre y yo dormíamos?

Emmett la miró fijamente lo mismo que Edward. El último le sostuvo la mirada y sólo Emmett contestó.

-Fuese quien fuese, evidentemente no buscaba hacerte daño, ni a ti, ni a tu padre.

Edward se sacudió como si ella no estuviera allí y preguntó:

-¿Se lo has dicho a Alice? ¿No ha visto nada?

-Rose iba de camino a casa, llegará en un momento.

El borrón volvió a desaparecer. A Bella le pareció que podía haber abierto y cerrado la puerta porque allí tampoco había mucho sitio para moverse tan deprisa, pero la última noticia la había dejado tan temblando que no quiso preocuparse más de la agilidad vampírica del hermano mayor de Edward.

Aunque él sí y creyéndose solos, refunfuñó:

-Ha estado tan ocupada espiándonos a nosotros que se le ha escapado lo verdaderamente importante. No puedo creerlo.

-¡Eh!- exclamó Emmett, volatilizándose de nuevo- La agobias pidiendo que vigile a Bella cuando no está contigo, hace de niñera en el Instituto y carga con vosotros por el bosque. Tú sabes lo duro que es estar tan cerca de un humano que huele tan bien. Así que no vuelvas a decir eso de Alice.

Cohibido por Emmett, su cuerpo que se cimbreaba hacia delante en la reprimenda y el volumen de su voz, Edward retrocedió un paso, aplastando a Bella contra el escritorio, para contraatacar al segundo:

-¿Y qué quieres que haga? Alguien ha estado aquí. Estoy sometido a supervisión vampírica las 24 horas del día y alguien se cuela en la habitación de Bella en el mínimo descuido. ¿No es bastante irónico?

-Déjanos a nosotros- le reprochó.

-¿Y si…- Bella intentó de nuevo- se trata de un hombre lobo?

Recordando que Bella estaba tras su espalda y casi notando que le sujetaba el brazo, Edward giró lentamente la cabeza para mirarla, entrecerrando los ojos.

-¿Por qué iba a haber un hombre lobo en tu habitación?- dijo.

Bella se quedó sin saber qué decir. Una conversación entera queriendo meter baza y ahora que le daban la palabra, no se le ocurría nada.

-Bue…-balbuceó-no… Jake ha venido varias veces con su padre a ver a Charlie, quizás… Como Emmett decía algo sobre la frontera, pues…

Estaba roja hasta reventar y si Emmett volvía a hacer una de sus bromas, explotaría, pero Edward estaba tenso, él estaba tenso, y lo dejó correr.

-No, es reciente. Unas horas. De ayer, a lo sumo. Y un hombre lobo huele como un perro mojado que se está muriendo- dijo con asco- Esto es un vampiro.

Si estaba enfadado por su poco acertado comentario, le dio lo mismo, porque al oír esa última palabra, resbaló su mano por el brazo hasta llegar a la suya y entrelazar los dedos, como si con ese gesto le protegiera de cualquier mal.

-Si no me quisieron hacer daño tal vez bus…- volvió a balbucear- ..caban a Edward. ¿Pueden ser esos que…?

Él también le apretó la mano e incluso volvió a retroceder para pegarla contra el escritorio y que ni siquiera pasara el aire.

-No lo sé. Alice no vio nada esta mañana. Pero puede que hayan cambiado de idea- movió la cabeza de un lado al otro, frustrado- aquí no puedo captar nada: Huele demasiado a vosotros dos. Seguiré el rastro por el bosque a ver a qué me lleva.

Y sin más, volvió a desaparecer.

-¡Emme…!

Nada. Un par de ramitas que se movían y ni siquiera una sombra cuando se asomó a la ventana. Cuando se volvió, suspirando exasperado y frustrado para mirar a Bella, ella… sollozaba.

-Bella…

-Tenía razón- dijo entre las lágrimas- Es tanta la fortuna que he tenido que ahora voy a pagar por ello. Van a venir y te van a llevar de mi lado y…

No pudo decir más porque rompió a llorar angustiada y tuvo que concentrarse en respirar si no quería desmayarse por la falta de aire. Además, Edward cruzó la habitación como una exhalación – con movimientos humanos – para abrazarla, y estando incrustada en su pecho, poco más que sollozar pudo hacer.

-Aún no sabemos si son ellos. Alice nos lo dirá. Y si es así, Carlisle tendrá un plan.

-Tendrás que irte de aquí- sollozó de nuevo- Ese será el plan: mantenerte a salvo.

-También te mantendrán a salvo a ti- dijo- Alice se volverá a trasladar aquí como cuando regresaste de Phoenix si hace falta.

-¡No quiero a Alice! ¡Te quiero a ti aquí!- exclamó presa de los nervios- No debiste hacerlo. ¡No debiste! Si esto es lo que nos depara el futuro… preferiría que no hubieras… cambiado- volvió a sollozar.

Edward movió la cabeza confuso.

-¿Qué estás diciendo?

-No debiste ir y que te devolvieran tu mortalidad. Te están vigilando y vigilan a tu familia. Y les harán daño si descubren que estás aquí con ellos. No merece la pena. Nunca debiste dejar de ser vampiro.

Conteniendo la respiración, mientras el estómago se le daba la vuelta por la impresión de las palabras de Bella, la cogió por los hombros para que le mirara a la cara:

-¿Eso crees? ¿Qué no merece la pena que luchara para ser como tú?

-No merece la pena que lucharas por mí. Perderás tu familia, por mi culpa.

-Tú eres mi familia. Tú eres mi vida. Tú eres todo mi mundo. Lo eras antes y más ahora.

-Entonces debiste convertirme en vampiro: así ahora no seríamos dos humanos asustados si no dos criaturas dispuestas a luchar como son Alice y Jasper o Emmett y Rosalie.

-Escúchame- la volvió a sujetar por los hombros- Te quiero tanto que ni siquiera hay palabras para definirlo: pensé en ti en cada segundo que me torturaban y pensé en ti cuando volví a escuchar mi corazón. Y lo volvería a pasar. Una y otra vez: por volver de nuevo a verte por primera vez con mis ojos humanos, poder tocarte, poder abrazarte y poder besarte. Lo único que lamento de esta nueva envoltura humana que tengo es que no puedo protegerte como antes y eso no sabes como me tortura. Pero lo que antes me torturaba era ese deseo que tú tenías por ser inmortal, y si no te hubiera querido tanto como te quiero, lo habría hecho. Habría cometido el acto más egoísta para tenerte a mi lado. Amar es dar cosas, no quitarlas: tienes que graduarte en el instituto, ir a la Universidad, licenciarte, tener una profesión, casarte, tener hijos… por eso soy mortal ahora.

Bella estuvo a punto de rebatir en medio del discurso, interrumpiendo para decirle: “si amar es dar cosas y no quitarlas debiste darme la inmortalidad” pero la frase de a continuación la dejó totalmente sin aliento:

-¿Casarme y tener hijos?- balbuceó- ¿Contigo, quieres decir?

-Bueno- hizo ese gesto suyo retorcido, sonriendo sin separar los labios – Sería lo ideal, ¿no crees?

Bella rompió a llorar de nuevo, pero con un gimoteo diferente: éste no era angustioso y aterrado, ahora era nervioso. Besándola en la frente, la volvió a estrechar contra sí y así la meció.

-Superaremos lo que sea. Ya lo hemos hecho antes- añadió- Tenemos que estar juntos para afrontar el futuro.

-Prométemelo. Que estaremos juntos- sollozó.

-Te lo prometo.

Pareció tan seguro de si mismo que sólo cuando levantó la cabeza de su pecho lentamente para mirarle y cuando las lágrimas brotar puedo saber que lo había dicho de verdad. Hablaba como el antiguo Edward, aquel que ya quedaba tan enterrado en su memoria por los ojos verde esmeralda, los cambios de humor y las hormonas.

-Te lo juro- insistió Edward

Ella sólo asintió para volver a acurrucarse en su pecho y dejar que le meciera. Le aferró tan fuerte que puede que hasta le pellizcara la piel de la espalda al sujetarse. Era increíble que hacía cinco minutos estaban tumbados y desnudándose sobre su cama y ahora…

… ¿una mano fría le acariciaba el pelo?

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CAP. 44:

Sincera.

Se quedó paralizada por el miedo y abrió los ojos, pero poco más de la camiseta de Edward pudo ver. La mano se volvió a mover y ahora notó una leve descarga eléctrica en su mejilla.

-No llores, Bella, todo saldrá bien- dijo la voz dulce de Alice.

Ella suspiró asustada. Edward suspiró asustado. Tanto que incluso saltó y tiró de Bella en el salto, atrayéndola más hacia él. El corazón bien se le podía haber parado de nuevo y estaba seguro que su hermana favorita no estaría muy dispuesta a hacerle una vampirización de emergencia como las que hacía Carlisle…

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?- acertó él a decir.

-Algo- sonrió, inocente- No quería interrumpir el momento íntimo que estabais teniendo.

Caminó hacia ellos, como si aparecer en una habitación y sumarse al abrazo de una pareja fuese lo más normal del mundo, besando de nuevo a Bella incluso pasando su frío dedo por las mejillas encendidas por la congestión.

-Sé que no me creerás, pero todo saldrá bien. No son los Volturis. No han tomado ninguna decisión. Ni parece que la tomarán en poco tiempo. Podréis hacer todas esas cosas de las que hablabais- ahora sonrió radiante- No sé por qué no he podido ver a ese vampiro, pero si no quiso hacerte daño es que buscaba algo. Quizás a nosotros. Es algún tipo de provocación. Nuestros rastros están por toda la zona y en tu habitación son más fuertes aún. No sólo está el tuyo y el de Edward humano, si no el mío y ahora el de Emmett. Fuera quien fuera sabe que tú estás en contactos con vampiros.

-¿A ti te resulta familiar?- preguntó Edward.

Antes de contestar, movió las aletillas de su nariz de duende.

-No. Nunca nos hemos cruzado antes. Y no nos volveremos a cruzar, ¿de acuerdo?- se movió rápido para plantarse delante de ambos y tomar una mano a cada uno- Tendrás a uno de nosotros vigilándote cuando no estés con Edward, a Edward Esme no le dejará moverse más allá de las puertas del jardín cuando no esté contigo y duplicaremos la supervisión vampírica además de hacer batidas. Nadie os hará daño.

Sonaba tan convencida, tan sincera, que durante medio segundo Bella estuvo a punto de suspirar aliviada y sonrió. Pero recordó cuando pasó eso por última vez, cuando alguien la perseguía y ella estuvo sometida a supervisión vampírica las 24 horas del día, que aún así la pudieron engañar y herirla. Y ahora también podían herir a Edward.

-Ni a Charlie tampoco- añadió Alice segura de sí misma.

Como su amiga no se movió, le batió la mano que le sujetaba, sonriendo de nuevo.

-Todo saldrá bien, Bella.

-No temo solo por mí, Alice- musitó.

-Lo sé. Lo he oído. Pero desde que te enamoraste de Edward y Edward de ti, y más ahora que Edward es humano, como tú, eres parte de la familia. Para mí eres mi hermana. Y le arrancaré la cabeza a cualquiera que quiera hacerte daño.

Era tan pequeña y de apariencia tan frágil que cualquiera que escuchara esas palabras con su voz musical, se lo tomaría a chiste. Pero Bella no. La había visto en la escuela de Danza cuando estaba mal herida, ayudándola, luchando con su olor a sangre y ayudando a sus hermanos a desmembrar y a quemar a James, así que se tomaría esa advertencia como la realidad más fuerte con la que contaba.

Esperando aún una respuesta y sonriendo de nuevo, ahora amable y tranquilizadora, le acarició la mejilla de nuevo con su fría mano, atrapando una de las lágrimas de Bella. La miró en su blanca yema, la observó al trasluz y después la olió.

-Son exactas a las tuyas, Edward- dijo emocionada- Huelen igual. Y son de la misma temperatura.

Confuso, Edward preguntó:

-Yo… no he llorado, Alice. ¿Cómo sabes…?

No, no lo había hecho. ¿Por qué iba a tener un motivo por el que llorar? Sólo estaba frustrado y enfadado, pero no triste. Quizá de emoción cuando vio a Esme y a Carlisle por primera vez, pero estaba seguro que a Alice ni le dio tiempo a verlas, ni a menos tocarlas y olerlas.

-Lloras en sueños- contestó haciendo un mohín de lástima-. Me da mucha pena pero Carlisle dice que son pesadillas y que no podemos despertarte, porque podrías sufrir un shock.

Bella batió la cabeza para mirar a Edward y aunque éste aún no le había soltado, ella le aferró más. Sabía que ahora era vulnerable, como ella, habría sufrido su ira, se sonrojaba, se ponía nervioso e incluso le costaba controlarse en ocasiones. Pero eso no era nuevo. El otro Edward, aunque con una envoltura de acero también desataba su ira, se enfadaba, se frustraba y se ponía nervioso. Creía que verle sangrar y cargar con él herido como el día de La Push era el detalle que le haría más humano ante sus ojos, pero no. Saber que tenía las mismas reacciones que ella cuando temía o cuando tenía esas pesadillas que le había contado durante las últimas semanas, fue el detalle irrevocable.

-¿Serán el resto de los humanos así o sólo serán las vuestras?- insistió Alice- Por eso de estar enamorados y oler igual de bien.

Nunca se había atrevido a preguntarlo. Con Carlisle había hablado de lo que le preocupaba de su nueva envoltura humana y él casi todo lo solucionaba con una prueba médica. O con Esme, pero para ella su sangre no parecía atraerle especialmente y sí su estómago, deseosa siempre de llenar con comida suculenta. Emmett se estaba portando muy bien, lo mismo que Jasper con su distancia prudencial. De Rosalie mejor no hablar. Así que tomó aire y…

-¿Huelo como Bella?

-Casi igual, quizás tú un poco más fuerte. Bella es más floral. Tu sangre es más…- inspiró ruidosamente- campestre- se rió.

Pudo recordar, como si estuviera pasando ahora mismo con su pobre nariz humana, la sensación que tuvo cuando aquel ventilador traicionero le lanzó el olor de Bella a la cara la primera vez que la tuvo cerca en clase de Biología, hacía más de un año. Como le ardió la garganta, como la deseó y como ideó sacarla de allí para beber hasta la última gota. Y después sus pobres papilas gustativas de su lengua recordaron felices cómo sabía de bien y que tenía razón, aun con el veneno de James en ella y la morfina que le inyectaba Carlisle, era lo mejor que iba a probar en su existencia. Por lo que Alice se lo merecía. Sin soltar a Bella la abrazó metiendo a la vampira en medio de ellos dos. ¡Era la mejor! Allí estaba con ellos, luchando con sus olores apetitosos, cargándolos de un lado al otro y jurando que les protegería.

-Gracias, Alice. Eres mi hermana favorita. No te volveré a llamar más voayeur. Y me pondré lo que quieras.

-¿En serio? ¿Me dejarás echarte mechas en el pelo?- añadió entre risas- ¡Te quedarían genial!

-¡No!- exclamó Bella- No sé a qué ha venido esto, pero no le toques el pelo si no quieres vértela conmigo.

-Vale, vale.- se volvió a reír- Das mucho miedo. Como miedo os dará Charlie si no sacáis las lámparas del armario y os ponéis a estudiar en la mesa de la cocina.

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CONTINUARA....COMENTEN...AYY ESTOY TAN EMOCIONADA 1FALTA TAN POCO PARA NEW MOON CHICAS !!!!!!!!AAAAAAAAAAAAAH.....!!!!!!!!AAAAAAAAAAAAAAAH...Y MIL VECES AHHH !!!!!!!!...ESTOY ULTRA EMOCIONADA Y ISTERIKA !!!!!!......AAAAAAH..VERE A MI EDWARD EN LA PANTALLA GRANDE OTRA VEZ Y GRITARE COMO ISTERIKA Y LLORARE TAMBIEN YYAHHH !!!!!!!!

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