viernes, 6 de noviembre de 2009

FANFICTION.."EL PRIMER CREPUSCULO"...CAP. 45,46,47 Y 48..:

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...YO NO LO ESCRIBOOO!! LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS.

CAP. 45:

Noche en vela.

No había dormido nada durante toda la noche. Una noche más en su vida en vela. Se había sentado y vuelto a tumbar en infinidad de ocasiones y de madrugada apagó la luz de su mesilla porque su supervisión vampírica estaría a punto de preguntarle qué estaba haciendo apareciendo por la ventana por estar despierta a esas horas.

Le había asegurado tantas veces que era ridículo preocuparse, que seguro que se lo tomaban como un insulto.

Tampoco había cenado. Tenía el estómago encogido. Ni poder cenar pizza con Edward mientras hacía parecer a ojos de Charlie que allí no había pasado nada – y nada había pasado – le abrió el apetito. El jefe de policía de Forks pareció de mejor humor al ver a Alice allí, con ellos.

-¿No comes nada, Alice?- insistió Charlie casi metiéndole las tres porciones que quedaban en la caja por la cara.

Alice arrugó su nariz de duende y se echó hacia atrás. Bella pudo ver casi volar el brazo de Edward a la espalda de su hermana para amortiguar el ademán que pudiera hacer por lo que le asqueara el olor de la comida, pero ésta se quedó parada sobre sus hombros, reconfortándola.

-Está enferma- añadió él, educadamente.

Educadamente. Esa era la palabra clave. Charlie Swan cruzó la puerta y al primer sitio donde su mirada fue a parar fue a las manos de Edward que colgaban a lo largo de su cuerpo, al otro lado de la silla donde se sentaba Bella, en frente de los libros de ciencias que no habían tocado en toda la tarde. Así que, para no tentar a la suerte y necesitar que Alice le parara alguna bala, mejor seguir siendo así de respetuoso y buen chico.

-¿En serio, pequeña?- preguntó Charlie preocupada.

Alice sólo asintió poniendo cara de pena.

-Algo que le sentó mal- insistió Edward- Lleva todo el día a caldos y a dieta blanda. Carlisle dijo que no debía comer nada.

-Deberías de cuidarte más- prosiguió el padre de Bella- Estás muy delgada. Podría llevarte el aire. Estoy seguro que se ve a través de ti. ¿Cuánto pesas? Y no has venido nada bronceada de Los Ángeles. ¿Sólo…- se pensó pronunciar el nombre y al final usó otro identificativos- tu hermano fue a la playa?

Bella bajó la cabeza para disimular una sonrisa. ¿Qué pensaría Charlie? ¿En California también cambian el color de los ojos? Estaba completamente segura que sabía que antes eran dorados-pardos-negros y ahora tenían ese verde tan bonito. Y que las mejillas se le sonrosaban cuando pasaba mucho tiempo delante de él. Tenía que tener un montón de preguntas en su mente aunque sólo le salieran las más embarazosas que ella debía contestar.

-Sí. A él sí que le gusta la playa- dijo Alice palmeando la mano de Edward en su hombro lo que hizo más visible la diferencia de colores que tenían sus pieles- El sol no es lo mío. Por eso me gusta tanto Forks.

Seguro que estuvo a punto de escupir algo como “que pena que no se haya quedado allí para siempre”, pero tomando la pizza que Alice no quería, se disculpó para ir a ver un partido. Y entonces una vez solos, Alice se pudo separar lo máximo posible de los platos de comida y proponer el plan:

-Edward estará custodiado en casa por Esme toda la noche. Esme no te mira mientras duermes, sólo te canta como si fueras un bebé- se burló de él- así que podrás descansar tranquilo. De todos modos, en casa estás seguro porque con nuestras esencias tan fuertes allí, nadie se atrevería a entrar. Emmett, Rosalie y Carlisle peinarán el bosque en busca de algún indicio. Y Jazz y yo velaremos por Bella esta noche. Mañana será un día soleado, así que nadie, ni nosotros ni ese visitante saldrá a la luz del día, por lo que puedes estar tranquila hasta el atardecer, que volveremos a protegerte.

Lo dijo todo sin parar a tomar su innecesario aire e insistió:

-Así que no tienes nada de lo que preocuparte.

Como si fuera fácil. Tenerles allí fuera no era cómodo. Alice podría ver que no dormía, oiría su respiración nerviosa y olería su miedo. Porque lo tenía. Y casi no por ella. Adoraba a casi todos los Cullen así que tenerles peinando los bosques por algo que se había colado en su habitación le ponía los pelos de punta.

Se sentía tan impotente… Y debería estar acostumbrada. Siempre ella era la que se metía en peligros, la que se caía, golpeaba y buscaba los líos. Pero hay cosas a las que nunca nadie se hace. A vivir en un mundo de vampiros.

Tenía que encontrar una solución, pronto.

-Que mala cara tienes, Bells- dijo Charlie cuando cruzó la puerta de la cocina a la mañana siguiente- ¿Te encuentras bien?

-A decir verdad, no- suspiró ella siguiendo con el movimiento circular de su cuchara dentro del bol de sus cereales.

Charlie Swan sólo puso la mano en su frente como si con eso supiera qué le pasaba a su hija.

-Quizás Alice Cullen te pegara lo que ella tuviera ayer.

Poniendo los ojos en blanco sólo negó con la cabeza sin dejar de rascar la porcelana con el metal. Seguro, seguro. Ahora Alice era un foco infeccioso.

-No estoy enferma, sólo cansada, no dormí muy bien anoche.

-¿Discutiste con Edward?

Ahora levantó la cabeza para mirar a su padre por primera vez en toda la conversación.

-¿Por qué iba a discutir con Edward?

-Porque como dices que no dormiste bien… quizás algo te quitaba el sueño.

Exhaló aire por la nariz enfadada – que bien podía haber sido humo – se volvió a centrar en su cuchara y en el bol para hacer más ruido al trazar sus círculos.

-Ni he discutido con Edward ni Alice me ha pegado nada. Así que tendrás que buscar otra excusa para seguir odiando a los Cullen.

-Yo no odio a los Cullen- arrastró la silla para sentarse enfrente- No a todos- añadió en voz baja- De hecho, el Dr. Cullen y su esposa me caen muy bien. Seguro que han hecho lo mejor que han podido para criar a…- bajó el tono de nuevo- ese capullo que tienen por hijo menor adoptado- siguió con su tono normal - pero no se les puede culpar.

-Si vas a seguir metiéndote con Edward- arrastró la silla ella- me voy.

-No, no, Bells, perdona- soltó una risotada cortante- El lote, blah, blah, lo recuerdo. Sólo que sigo pensando que deberías de ver a más personas. Que no se apelliden Cullen. Volver a quedar con Mike Newton o con Angela Weber… Son buenos amigos tuyos, ¿verdad?

-Tengo mucho que estudiar, no tengo tiempo para quedar con nadie.

-Seguro que sí tienes un rato- insistió- He quedado hoy con Billy para pasar a verle por La Push. ¿Por qué no te vienes?

La Push… el terreno prohibido de los hombres lobos donde los vampiros no podían entrar porque ellos eran los protectores de la vida humana…

… por qué no se le ocurrió esa noche mientras buscaba una solución para lo de su visitante.

-Sí- dijo enérgica- Iré. Me apetece ver a Jacob.
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CAP. 46:

. Nimiedades.

En cuanto el coche patrulla del jefe de policía de Forks se detuvo delante de casa de los Black, la humilde puerta de madera se abrió para que Billy Black en su silla de ruedas saliera hacia el porche. Saludó algo amable y cuando Bella descendió por la puerta del copiloto, dejó de empujar la silla hacia el pie de las escaleras para quedarse quieto.

-He venido acompañado, Billy. Espero que no te importe.

El hombre frunció el ceño y convirtió sus labios en una fina línea. Seguro que estaba punto de gritarle algo desagradable como “aquí no queremos a amantes de sanguijuelas” o fuera la manera que la identificaban en la reserva y más desde que Jacob iba al instituto a hacerle advertencias, pero que Charlie le pasara el brazo por los hombros pareció relajar al hombre.

-No, claro que no. Bella es siempre bien recibida aquí- sonrió forzado- ¿Has venido a ver a Jacob? El otro día me dijo que tú y tu novio vinisteis a verle.

Pronunció tan asqueado la palabra “tu novio” que seguro que Charlie había estado a punto de aplaudir. ¿Billy lo sabría? ¿Sabría que Edward ahora sangraba y tenía los ojos verdes? No entendió muy bien qué era eso del alfa que Jacob soltó en el aparcamiento del instituto, pero seguro que Billy estaba detrás.

-Menudo susto, ¿no?- intervino Charlie- Llegó a casa prácticamente desangrándose. Espero que no produjera ninguna molestia aquí.

Seguro que no, Charlie, pensó Bella. Que un vampiro que firmó un tratado con ellos hace 70 años se presente de nuevo como un chico normal de 17, seguro que no había molestado a nadie. Lo mismo que los jóvenes del pueblo puedan mutar en lobos gigantes. Nimiedades.

-No- levantó las cejas desafiante- Cualquier persona es bien recibida en La Push. ¿Tomamos unas cervezas, jefe?- añadió ahora desenfadado- Jacob está en el garaje si quieres verle, Bella. Se alegrará de tenerte aquí.

Charlie le soltó los hombros y se encaminó hacia la casa, por lo que a ella no le quedó más remedio que buscar ese garaje – que parecía la caseta aledaña a la cabaña – para picar a los rústicos portones.

-¿Jake?

Algo dentro – el girar de una tuerca de gran tamaño quizás – dejó de sonar para que la puerta se separara con un chirrido.

-Bella- dijo sorprendido.

¡Pero bueno! ¿Qué pasaba con ese chico? ¿Era por algo de mutar al convertirse en un animal? Prácticamente le sacaba la cabeza entera ya, sería posiblemente más alto que Edward. Y tenía más masa muscular. La desgastada camiseta que llevaba parecía a punto de reventar y las manchas de grasa que la llenaban seguro que ayudaba.

-He venido…- señaló atrás- con Charlie.

Miró a su espalda – donde estaba el coche patrulla – y después entrecerró los ojos, juntando sus cejas negras.

-¿Y vendrá él hoy también a buscarte?

Round uno. Explicaciones sobre Edward, de nuevo.

-No, no- batió la mano rápidamente- No volverá a La Push. Se lo han prohibido.

-¿Quiénes?- ahora levantó las cejas- ¿Las otras sanguijuelas?

-No les llames así. Son personas increíbles. Y sabes que son diferentes a los de su clase. Por eso firmasteis un tratado con ellos.

-Que él en cuanto tuvo aire en sus pulmones estuvo dispuesto a romper- rebatió.

-No fue un acto de provocación. Sólo quiso asegurarse de que yo estaba bien.

-¡Ah!- exclamó- ¿Es que teme que te hagamos daño?

Exhalando aire enfadada de nuevo por la nariz – en apenas una hora – Bella cruzó los brazos sobre su pecho. Jacob le sostuvo la mirada, pero después se relajó y sonrió.

-Perdona. Estás aquí. Me alegra. Es genial que hayas venido con Charlie. ¿Quieres pasar?

-Gracias.

Abrió la puerta del todo para que Bella accediera y caminó hacia el fondo del garaje donde el coche – un Volkswaven rojo brillante – que había llevado aquel día al instituto, esperaba con el portón del capó abierto. Colocó un par de cosas dentro que Bella no supo qué era y con un simple golpe de mano, lo cerró. La volvió a mirar para sonreírla y así se limpió las manos en una gamuza.

-¿Lo has reconstruido tú como mi camioneta?

-Sí, poco a poco. ¿Cómo va tu camioneta?

-Muy bien. Bueno, no- se rió- Pero me lleva y me trae de los sitios, así que para mí es perfecta. Edward siempre dice que…

Al ver a Jacob de nuevo fruncir el ceño decidió que seguro que la historia de que Edward siempre se metía con su antigualla y que incluso ahora Alice insistía en que debía de comprarle otro coche no le interesarían en absoluto, así que se detuvo de golpe. Durante unos segundos el aire fue tenso, pero él relajó su cara y añadió:

-¿… no pega con su brillante Volvo?

Suspiró divertida y le dio un golpecito con el codo. Pero, acto seguido, se apartó. Su piel llameaba. Como si tuviera fiebre. Debía de estar a 40º. Pero no sudaba ni estaba congestionado.

-¿Qué…?- estiró la mano pero no hizo falta que le tocara porque a unos centímetros ya irradiaba calor- ¿qué te pasa en la piel?

Jacob fuera ahora el que se apartó y como si así evitara algo, se metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

-Nada- dijo escuetamente para volverse hacia el coche.

-Pareces…- iba a decir enfermo, pero no, no lo parecía-… Estás ardiendo.

-Es por la mutación- murmuró.

Bueno, él había sacado el tema, así que, se habría levantado la veda. Ahora, o nunca.

-¿Desde cuándo… te pasa esto?

-Desde hace unas semanas.

-¿Y… te duele? Quiero decir, cuando te convulsionas y… El otro día en la playa parecías agónico.

-No- se volvió para encararla- No me duele, pero no es agradable. Una vez que he pasado de una forma a otra me encuentro bien. Pero el proceso de la transformación es bastante traumático.

Eso era lo mismo que Edward le había dicho cuando discutían una y otra vez sobre su transformación en vampiro. El dolor, el veneno extendiéndose por el organismo y parando sus órganos vitales uno a uno y lentamente. Casi pudo experimentar algo cuando James la mordió pero seguro que eso ni se le acercaba. Y el acto reverso – Edward volviendo a ser humano – también dijo que había sido algo muy doloroso e incluso había empleado la palabra tortura, así que no quería imaginárselo.

En el fondo, eran iguales.

-Los chicos dicen que tengo mucha suerte: entro en fase muy rápido e incluso lo puedo hacer en el aire mientras corro. Dicen que es una habilidad que no muchos tienen.

-¿Te gusta? Transformarte.

-Supongo. No lo sé. Es divertido. Es como si fuera otra persona- volvió a centrarse en el coche, rascando algo con la uña del dedo pulgar- Después, mola. La parte mala es que cuando todos nos transformamos oímos los pensamientos del resto así que…

-¿Oís los pensamientos?- le interrumpió Bella.

-Sí. Es una forma buena de planear un ataque. Sólo que es bastante embarazoso. Saber que los demás conocen tus secretos. ¿Extraño, verdad?

-Eh…- notó que se ponía nerviosa de golpe. Él le estaba contando un montón de secretos, confiando en ella, así que tal vez, para ganárselo más debía decir algo de la otra parte- No. No es la primera vez que alguien me dice que puede leer los pensamientos.

Alzando su ceja negra, Jacob inquirió:

-¿Los chupa sangres pueden?

-Jacob…- le reprochó.

-Perdona. ¿Los Cullen pueden?

-No todos los Cullen. Edward puede. Bueno, podía. Cuando era vampiro, quiero decir.

-Oh- dijo, dejando los labios en forma de “o” durante unos instantes- Y ahora ya no puede.

Estuvo a punto de decir: parece que no, pero el otro día pudo leerte los pensamientos a ti. Pero como en su cabeza ya pareció un ataque, y todo iba tan bien, decidió armar la frase de otra forma.

-No, ya no. Es humano.

Jacob asintió lentamente y con la uña rascando lo que fuera en el capó, añadió:

-¿Me lo puedes contar? O al menos dar una pista. Cómo lo consiguió.

Una pista. Eso sí podía. De todos modos, mucho tampoco podía contar porque ella tampoco lo sabía con detalle. Soltar un poco más de información era simple coste de oportunidad: si quieres conseguir algo, debes de dar algo. Edward lo comprendería. Y Jacob protegería el secreto.

-No sé exactamente lo que tuvo que hacer: se marchó hace tres meses y volvió hace unas semanas siendo humano. Sólo sé que existe una familia de vampiros muy antigua en Italia que tiene el poder de dar y quitar la inmortalidad y que son los encargados de que se cumplan sus leyes. Le sometieron a unas pruebas y las superó.

-Ya veo…- musitó pensativo- Entonces, ahora es… ¿un chico normal?- Bella asintió- ¿Un chico normal de…? ¿Cuántos años se supone que tiene?

-17- respondió ella- En su próximo cumpleaños, en junio, cumplirá los 18.

Sonrió a la idea porque nunca lo había pensado. ¡Edward llegaría a cumplir 18 años! Había estado tan fascinada con las cosas palpables de su nueva apariencia humana que ni siquiera se le había ocurrido eso. Con lo mal que se había sentido en los días anteriores – y posteriores, aunque por otra razón – de su 18 cumpleaños: los que Edward jamás cumpliría, biológicamente hablando. ¡Pero ahora sí! Se quedó tan ensimismada con la idea que tuvo que batir la cabeza para que Jacob no la viera perdida en su mundo interior.

-Osea- insistió – que es un chico de 17 años normal que… ¿vive con vampiros?

-Supongo que esa parte, no le hace normal del todo- contestó encogiéndose de hombros.

Jacob se echó a reír, intentando sofocar sus carcajadas lo que hacía que sus hombros temblaron. Al ver la mirada de reprobación de Bella, tosió para disculparse.

-Perdona. Es que me hace gracia sólo pensarlo. Los chupa… Cullen se alimentan sólo de animales y todo eso, pero siguen siendo chupa… vampiros con instintos, así que la situación de normal no tiene nada.

-Ellos nunca le harían daño a Edward, del mismo modo que no me lo harían a mí- rebatió enfadada.

-¿Y qué pasará ahora? Si es humano envejecerá y no podrá permanecer durante mucho tiempo con ellos.

-Se irá- dijo- Nos iremos- se corrigió, porque con sólo el primer tiempo verbal empleado, se había entristecido ella misma- Yo tampoco iba a quedarme para siempre en Forks.

-¿Vas a dejar a Charlie?- casi escupió- Le romperás el corazón.

-Tengo planes y una vida. Me iré a la Universidad. Supongo que no volveré a vivir aquí. Sea como sea, con Edward o sin él,- le quitó hierro al asunto para evitar otro ataque- una chica no puede vivir eternamente con su padre.

-En eso tienes razón- sonrió relajado- Ojalá yo pudiera decir lo mismo.

-¿No puedes irte de casa?

-No debo irme de casa- corrigió.

-¿Por qué?

-Porque mi lugar está aquí, con mi gente, con mi tribu, en la reserva- sacudió los hombros- Aunque es genial. No me interesa mucho lo que puede haber allá fuera, lejos de la Península de Olympic.

-¿Tu padre sabe lo de… tu transformación?

-Por supuesto- dijo extrañado- Le pasa a todos los descendientes directos de Ephraim. Y nosotros los somos.

-¿Y que opina?

-Sobre las palabras destino sellado no hay nada que opinar- dijo sombrío- ¿Qué opina Charlie de que ahora tu chupasa…- carraspeó- Cullen respire?

-No ha notado la diferencia. Como tú el otro día. Supongo que debe de estar tan acostumbrado al otro Edward que ni ahora que se sienta a cenar a la mesa con nosotros, se ha dado cuenta que es diferente.

-Quizás es que no le interese saberlo. Es imposible vivir en Forks y no darse cuenta de las cosas extrañas que ocurren aquí. Quizás es que vive su vida ignorando aquello que no puede entender.

Bella asintió profundamente.

-Quizás tengas razón.

Confiada y cómoda se apoyó sobre el capó del coche junto a Jacob y este le sonrió para hacer lo mismo. Después le dio un golpecito de camaradería en el brazo y ella le sonrió. Como el aire estaba tan distendido, y esa era la verdadera razón por la que había decidido acudir a la reserva, intentó ahora conseguir aquella información que quería.

-¿Seguís rastreando el bosque?- preguntó Bella.

-Cada día. Es nuestra misión. ¿Por qué? ¿Charlie sigue haciendo batidas?

-No, desde los últimos ataques a los excursionistas. Aunque puede que se repitan.

-¿Por qué dices eso?- añadió extrañado.

-El hermano mayor de Edward, Emmett, estaba cerca de mi casa y notó el rastro de otro vampiro. El rastro le llevaba incluso a mi habitación.

Se puso tenso de golpe incluso saltó del capó del coche. Pero después se sacudió.

-Bah. Sería el rastro antiguo de cuando el otro Cullen era vampiro si es que ha estado alguna vez en tu habitación. No sabes cómo huelen. Se mete por la nariz y es imposible respirar. Puedes dar gracias por no notarlo, porque es nauseabundo.

Iba a decir que eso mismo narraban los Cullen sobre ellos, pero desechó esa idea.

-No, era reciente. De unas horas. Ellos creen que son nómadas de paso y que les llamaría la atención el rastro de otros vampiros entre humanos. Pero no saben de quién se trata o desde cuándo están aquí.

Eso llamó la atención a Jacob e hizo que se borrara su rictus de asco.

-Tal vez hayan vuelto.

-¿Quiénes?

-El macho moreno y la hembra pelirroja que mataron a los excursionistas. Perdimos su rastro en el mar. Esas sanguijuelas nadan a la velocidad del sonido. Algo normal si estás muerto y no necesitas el aire para respirar. Debería ir a investigar. Seguir el rastro desde tu casa hasta el bosque. ¿Qué te parece si le digo a Charlie que vamos a dar un paseo en coche y así me enseñas por dónde ha entrado?

Puede que asintiera. O puede que no. No, lo hizo porque acto seguido Jacob salió de la cabaña y cruzó hacia la casa. La cabeza le daba vueltas. El macho moreno y la hembra pelirroja. No necesitaba más datos para saber que se trataba de Laurent y Victoria. Laurent no estaba en Denali con la dieta vegetariana. Y Victoria si había vuelto era para cobrar su venganza.

-Si Victoria va a matar a alguien es a mí- retumbó el recuerdo de la voz de Edward en su cabeza- Porque maté a su pareja por defender a la mía. Por eso Carlisle ha llamado a Emmett y a Jasper. Yo ahora no puedo defenderme.
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CAP. 47:

El castigo de la indiferencia.

Si Rosalie seguía de pie junto a los ventanales que daban hacia el jardín exterior como una estatua y repiqueteando el suelo con la puntera de su zapato cada cinco segundos un instante más, se levantaría y le clavaría el lápiz con el que terminaba de hacer sus deberes en el corazón como si de una estaca se tratara. Probablemente le interceptaría de camino y la pobre mina del lápiz no haría nada sobre su piel de granito, pero era una ocasión como otra para demostrar si los mitos sobre los vampiros eran verdad.

-¿Te importaría…- carraspeó Edward-… dejar de hacer eso?

Rosalie se movió lentamente. Giró la cabeza como si tuviera las cervicales soldadas y cuando sus pupilas doradas le apuntaron directamente, se apartó el pelo de encima de los hombros hacia atrás.

-¿Hacer, qué?- gruñó la vampira.

-Sacarme de quicio.

Repiqueteó una vez más, acompasando puntera con tacón en dos tandas lentas y sonoras, así que supo perfectamente a que se refería. Después incluso levantó una de sus perfectas cejas rubias moviendo sus carnosos labios para sonreírle de miedo lado.

¿Y si le daba con uno de los candelabros de plata en la cabeza?

No, Esme se disgustaría.

-Si te molesta- añadió desafiante- siempre puedes seguir haciendo tus cosas de humano en otro sitio. Lejos de nosotros.

-Rosalie- dijo Carlisle desde la parte alta de la escalera.

La vampira se volvió ahora a velocidad normal y miró a su creador. Este le regaló una mirada dura, movió las labios y ella negó, en una conversación que Edward se perdió por competo. Los labios de Carlisle se volvieron a mover y antes de que él se diera cuenta, Rosalie ya no estaba allí y Carlisle estaba frente a la mesa del salón.

-Perdona que te haya dejado solo con ella tanto tiempo. Los demás necesitaban cazar y Rosalie parece tener una estupenda inmunidad a tu olor.

-Quizás sea porque le resulto tan desagradable que no me mordería aunque tuviera la última gota de sangre en toda la faz de la Tierra.

-No es eso, Edward, y lo sabes- tomó asiento junto a él, apartando antes un libro de Biología- La humanidad para Rosalie es muy importante y tenerte aquí, le abre viejas heridas.

-Lo lamento. Pero los demás lo han aceptado extraordinariamente bien. No sé porqué ella siempre se tiene que estar haciéndose notar. No tiene por qué tomarse las cosas como Alice, pero con ella custodiándome, los segundos no pasan.

-Me lo imagino- dijo divertido- ¿Cómo van tus deberes?

Edward suspiró divertido. Si no fuera porque Carlisle aparentaba apenas la treintena y porque su piel era fría como el hielo, conversaciones como ésta le hacían sentirse realmente un chico de 17 años hablando con su verdadero padre.

-Bien. Mi mano es lenta a la hora de tomar notas, pero recuerdo todos mis estudios. Así que ya no tengo que disimular a la hora de hacer las tareas en clase o en los exámenes para no acabar el primero.

-Estupendo- dijo Carlisle, tomando otro libro, ahora de Matemáticas- ¿Has pensado ya en las pruebas para la Universidad? Escoger los próximos estudios es muy importante porque será a lo que dedicarás tu vida adulta.

Llevaba dándole vueltas varios días. O más bien noches cuando quería evadirse de las pesadillas. Estaba claro que ese año se graduaría – junto con Bella – y que lo normal cuando se acaba el instituto era acudir a la Universidad. Bella no le había manifestado su predilección por ninguna pero podía intuir que el jefe Swan no la podría mandar a ninguna excesivamente cara y él ya había ido dos veces a Harvard, por lo que podría ajustarse a cualquier otra. Referente a la profesión…

-Me gustaría volver a estudiar Medicina. Porque ahora podré ejercerla. Y nadie tendría tan buen maestro como yo.

Carlisle tardó en reaccionar. O quizás es que no quiso reaccionar inmediatamente. Le sonrió ampliamente, asintió con la cabeza y después le palmeó el hombro.

-Me haces sentir muy orgulloso, hijo. No sabes cuánto.

Sí, le gustaría volver a estudiar Medicina. Le había gustado mucho las otras dos veces y eso, sin duda, le unió más, si cabe, a Carlisle, cuando compartían sabiduría, libros y experiencia. Pero nunca tuvo el suficiente autocontrol como él para ejercerla, sumando además que su apariencia externa era la de un chico de 17 años. Ahora todo eso era diferente: ni la sangre le tentaba ni estaría encerrado eternamente en aquel físico. Podría sonreír imaginándose en un despacho como el de Carlisle recibiendo a sus pacientes.

-¿Y vestir siempre de blanco? No te va bien con los ojos, Edward.

Alice se volatilizó de la nada y apareció junto al ventanal, seguida de Jasper para resplandecer los dos como luciérnagas en un arbusto por la noche bajo los rayos de sol que entraban desde el jardín.

-¿Y qué crees que me iría bien?- preguntó él sarcástico- Porque no quiero ir mal conjuntado en mi vida adulta cuando no pueda ser tu marioneta humana a la que vestir y peinar.

Alice estuvo a punto de decir algo, o sacar la lengua o tener alguna de las reacciones divertidas que siempre tenía hacia Edward pero sin venir a cuento se sujetó en Jasper y dejó los ojos vacíos.

Edward casi no le prestó atención. Crisis de esas tenía 300 veces al día. Al principio se asustaba. Pero después que en las últimas 12 horas le advirtiera de la salida a la venta de las entradas de un concierto o de que el anticiclón se alejaba de Forks, él sí que se había vuelto inmune.

Carlisle y Jasper intercambiaron sus miradas y movimientos de labios desapareciendo casi en el acto del salón, así que si ya de por sí perderse conversaciones molestaba a Edward, eso le sacó de quicio. De nuevo.

-¿Qué pasa?

-¿No te apetece pasear?- preguntó Alice, inocente.

-¿Pasear? ¿A dónde?

-No sé- se encogió de hombros- Nos veo…- cerró los ojos- en el pueblo.

-Hace sol, Alice, no puedes ir al pueblo.

-Se ocultará en unos minutos. ¿No te apetece comer algo? Podemos ir a algún restaurante.

-¿Y tenerte mirándome fijamente? Me cortaría la digestión- reprochó él- ¿Qué estás intentando ocultarme?

Ignorándole completamente se sentó a su lado en un movimiento de vampiro para después cogerse de su brazo y asomarse en sus deberes.

-El señor Gerty os pondrá esta semana un examen de Matemáticas- dijo desenfadada.

-¡Alice!- le reprochó enfadado- ¿Qué está pasando? ¿Qué ocultas?

Alice suspiró y puso ese mohín de pena.

-De veras que me eligieron mal a mí para distraerte porque soy incapaz de mantener un secreto- suspiró- Podría haber vuelto Rosalie a custodiarte castigándote con su indeferencia y tú no te habrías dado ni cuenta.

Edward resopló nervioso, al límite. Rosalie le había dejado a solo una gota de rebosar su vaso de la paciencia y los despistes de Alice no ayudaban en absoluto.

-¿Cuenta? ¿De qué?- repitió ansioso- ¿Dónde están Jasper y Carlisle?

-En el bosque- respondió escuetamente.

-¿Por qué no ha vuelto Emmett y Esme? Están tardando mucho para ir de caza- prosiguió Edward.

-Hemos tenido que salir de la Península para no toparnos con los quileutes.

-¿Ha pasado algo con ellos?

-No… creo.

-Alice, por el amor de Dios…- musitó.

-Vale, está bien, allá va, deja de torturarme- inquirió la vampira-. Hace unas horas dejé de ver a Bella, iba con su padre en coche por la carretera, así que supongo que entrarían en la reserva. Pero no hay nada de lo que preocuparse. Ya la he vuelto a ver. Va con alguien en un coche rojo al que no puedo ver y está bien. Nos encontraremos con ella en la frontera.

Varias cosas a las que no tenía control pasaron en el cuerpo de Edward: primero, nervios por saber que de nuevo había cruzado esa maldita frontera exponiéndose a uno de los peligros a los que Bella parecía tener imán. Segundo, enfado porque su familia tenía que mantenerle entre algodones hablando a velocidad de vampiro a su alrededor impidiendo que él se enterara de nada. Y tercero, envidia.

Charlie Swan la había llevado él mismo a la reserva de los quileutes para que se encontrara allí con quien fuera. Presumiblemente con Jacob Black. Y a él no le podía ver ni en pintura.

-Vamos- dijo él poniéndose en pie.

-¿A dónde, Edward? Tenemos que esperar a que Carlisle me dé instrucciones.

-Ni lo sueñes. Tengo que ir a esa frontera. Tengo que ir a buscar a Bella. Has dicho “nos encontraremos”. Pues yo estoy en ese plural.

-Si te vuelve a castigar de nuevo, no seré yo la que te vaya a defender- le advirtió su hermana poniéndose en pie también.

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CAP. 48:

Espía.

-No sabes lo que apesta.

Jacob se volvió a subir de un salto en el coche y lo puso en marcha para seguir conduciendo por la carretera que bordeaba el río.

-¿Es el rastro de Victoria y de Laurent?

-¿De quienes?- preguntó Jacob mirándola fijamente.

Bella se mordió los labios por dentro. Que mala espía en línea enemigas era. Se había prometido a sí misma no decir nada más, sobre todo algo que comprometiera a los Cullen y desatara esa temida guerra y va y le pone nombre a los olores que Jacob perseguía por el bosque.

-Ese macho moreno y la hembra pelirroja se llaman Laurent y Victoria. Estuvieron aquí, el año pasado, con otro más al que… los Cullen mataron.

-Oh- suspiró- No, se trata del rastro de ellos. Son cinco olores y creo reconocer al de esa morena pequeñita que estaba el otro día contigo en el instituto. Hueles un poco a ella también.

Miró hacia abajo avergonzada. Pobre Jacob, quizás le estaba oliendo tan asquerosamente mal como decía, y estaban en ese coche tan pequeño y con su ventanilla subida. Claro que olía como Alice. Llevaba la camisa de Edward que se había dejado el otro día en casa y a Edward, Alice le escogía la ropa. Y les abrazaba y cargaba con ellos. Su olor debía de ir gritando por La Push que de verdad que era íntima de los Cullen.

-Se llama Alice.

-Lo que sea.

-No, se llama Alice- recalcó-. Deberías de recordarlo. Es mi mejor amiga.

-Mejor amiga de una vampira y novia de un no-vampiro. Eres de lo más curioso- dijo jocoso.

-Lástima que hayas tardado tanto en darte cuenta- contestó cortante.

Jacob sonrió y repitió ese gesto tan suyo de darle un codazo amistoso.

-¿Qué puedes contarme entonces de esos dos… como se llamen? ¿Por qué los Cullen les mataron? ¿No son buenos chicos?

Recabando en su cabeza toda la información que le podía dar, se tocó instintivamente la cicatriz de media luna que tenía en la mano derecha, fría como la piel de Alice y dura como las cicatrices de Edward. Durante esos tres meses la sola visión de su herida le desgarraba porque era testigo mudo de que realmente ella había pertenecido y querido establecerse para siempre en el mundo de los vampiros, pero ahora con Edward de vuelta y él teniendo las suyas propias, casi la había olvidado.

-Edward le mató.

-¿Por qué?

-Porque me atacó. Estaban de paso- prosiguió Bella- y se encontraron con los Cullen en el bosque mientras jugábamos al baseball. James, el que murió, era un rastreador muy peligroso que quiso darme caza. Por eso me escapé a Phoenix. Para darle esquinazo. Pero no lo conseguí.

Se levantó la manga de la camisa y le mostró a Jacob su cicatriz. Y hasta casi se sintió bien. Él tenía un gran secreto como ella y podían compartir las partes más pasables, lo que no podía hacer con Mike Newton o Angela Weber por mucho que Charlie insistiera para que saliera con ellos.

Casi deteniendo el coche, Jacob pasó los dedos por la media luna, apartando la yema en cuanto notó el frío de la herida.

-Es…- dudó- Es… ¿Es una mordedura?

Bella asintió.

-Pero tú entonces...- meneó la cabeza confuso- deberías haberte convertido en…

Hasta el último de sus pelos se puso de punta mientras arrugaba la nariz con repulsa, tanto que no le permitió terminar la frase.

-Edward me salvó. Chupó el veneno como si fuera el de una serpiente. Podía haber dejado que el veneno se extendiera, pero me salvó- insistió ella- Así que puedes decirlo en la reserva a los que siguen creyendo que él y los otros Cullen están detrás de mi accidente de Phoenix.

Repitiendo ese gesto de dejar los labios en forma de “o”, aunque esta vez no salió sonido de ellos, Jacob reanudó la marcha, mudo.

-Eso no le quita culpa- dijo después de unos instantes-. Si no te relacionaras con ellos, jamás te hubiera pasado nada. Ningún rastreador te hubiera perseguido ni te hubiera atacado.

-O me habría atacado de igual manera- replicó ella- y hubiera muerto si Edward no hubiera estado allí para salvarme.

-Puedes verlo como quieras, pero sabes que tengo razón.

-Te conviertes en un lobo gigante, ¿cómo puedes creer que tienes razón?

-¿Por qué crees que me convierto en un lobo gigante? Por culpa de ellos. ¡Son siete! ¿Sabes el poder que la reunión de siete vampiros hace sobre nosotros?

-Son seis- dijo entre dientes.

-Él es uno de ellos aunque ahora ya no duerma en un ataúd. Son algo que va contra las leyes de la naturaleza. Él incluso más que los otros. No puedes vivir tropecientos años chupando la sangre a animales y después renacer para volver a graduarte en el instituto y cenar en casa de tu novia.

Cerró los ojos frustrada y cruzó los brazos sobre su pecho. Contó hasta 10. Aunque en el número de tres ya ni siquiera podía concentrarse.

-Eso quiere decir que si Edward estuviera en peligro, si alguno de esos dos vampiros le fueran a atacar y tú estuvieras cerca… ¿no moverías un músculo para evitarlo?

Jacob dio un derrape tan fuerte que Bella se bamboleó de un lado al otro en su asiento, golpeando incluso con el hombro en la ventanilla. El coche quedó cruzado en la mitad del camino para que cuando ella se recuperara del topetazo, viera a Jacob a escasos centímetros, encarándola.

-¿Por eso me estás contando todo eso? ¿Por que quieras que le proteja?

-Protegéis a la vida humana, ¿no? Y él es un humano.

-Es suficiente.

Se bajó del coche para dar un portazo y caminó por delante donde los faros empezaban a alumbrar los claro-oscuros que dejaba el atardecer. Temerosa, Bella quiso seguirle pero esperó unos segundos cuando le vio inspirar e inspirar unas cuantas veces.

-Dímelo todo. Dime lo que sabes- requirió Jacob- Sobre esos vampiros y sobre lo que están haciendo los Cullen.

Resignada, suspiró.

-Victoria era la pareja de James y debe buscar venganza. Edward cree que va detrás de él por haberme protegido a mí. Los Cullen dicen que el olor de mi habitación es de alguien nuevo con el que nunca se han encontrado y debe de estar provocándoles. Se han separado para hacer batidas por su lado del bosque y tanto Edward como yo estamos custodiados las 24 horas del día. Hoy al ser soleado, han relajado mi supervisión.

Rezando casi para que no hubiera quemado su último cartucho de dinamita, Bella esperó expectante a que Jacob volviera a inspirar y expirar unas cuantas veces, rodeara el coche y murmurara algo por lo bajo.

-Al resto de la manada esto no les va a gustar ni un pelo.

-¿El qué?- preguntó confusa.

-Que hayas largado información para conseguir llevarme hasta los Cullen.

-Yo no he…

Pero se enrojeció, así que era una tontería mantener las apariencias.

-Deberíais hablar. Tú y los Cullen. Tenéis un objetivo común y si no trabajáis en equipo, otros excursionistas inocentes pueden morir. Ya no se trata de Edward, ni se trata de mí. Se trata de vampiros que no aprecian la vida humana.

-No soy el alfa. No me corresponde esa decisión- contestó sombrío.

-¿Qué es eso del alfa?

-Es el jefe de la manada. El resto debemos obedecerle.

-¿Y no podrías explicarle lo que pasa?

-Lo sabrán en el momento en el que entremos en fase y puedan leerme el pensamiento. No sabes en qué lío me acabas de meter, Bella- y se volvió enérgico sobre sus talones para entrar de nuevo en el coche- Vamos, te llevo a tu casa.

Bella le siguió vencida buscando una nueva coartada, algo que le hiciera regresar a la búsqueda de olores o a alguna colaboración o…

-Lo siento mucho. No sabría que te traería problemas- dijo- Sólo quería…

-Proteger a tu precioso Cullen. Ya lo sé.

-No, no quiero que nadie salga herido. A mí me atacó un vampiro y sé lo letales que son. No quiero que le ocurra a nadie por mi culpa.

Sólo asintió y se centró en la conducción, aferrando el volante con las manos y frunciendo el ceño para apretar la mandíbula. Ya estaba, todo perdido. Lo había intentando, así que ahora sólo le quedaba esperar a que el espíritu del compromiso hiciera mella en esa manada y le dieran caza a Victoria y a Laurent antes de que nadie saliera herido.

Cruzó los brazos de nuevo sobre su pecho y así se sumergió en el paisaje que pasaba junto a su ventanilla. Árboles, arbustos, la orilla del río…

-Mierda- exclamó Jacob subiendo su ventanilla de golpe- Aquí apesta a vampiro.

Bella salió de su ensimismamiento para quedarse alerta, con la espalda recta despegada del asiento. Buscó casi imaginariamente por los alrededor la melena rizada y pelirroja de Victoria o los ojos rojo sangre de Laurent pero…

… sólo vio, hacia el norte, en mitad de la carretera los potentes faros de un Volvo plateado que conocía como su propia cara en el reflejo del espejo y cuatro figuras como copos de nueve custodiando los dos flancos del coche.

-¿Qué…?- titubeó nerviosa- ¿Qué están haciendo ahí?

-¿Asegurándose de que no te hago daño?- repitió Jacob en su tono hiriente irónico.

A medida que el coche avanzaba pudo ver que a la derecha del coche estaba Carlisle con las manos en los bolsillos de su chaqueta y junto a él, Rosalie. Ella cruzaba los brazos a la altura de su pecho y parecía que repiqueteaba el suelo con la puntera de su zapato. No la había visto desde que habían regresado de Alaska – al menos no tan cerca – y era el peor momento para un encuentro con la estirada hermana de Edward, que ahora también le aborrecía a él. Al otro lado Alice se apoyaba en Jasper y éste estaba recto como el palo de una escoba.

Dentro del coche, Edward, el único que no resaltaba en la oscuridad de la carretera, aferraba el volante apretando los nudillos como cuando era vampiro y podía destrozarlo en mil pedazos.

-Alice debió ver que desaparecía.

-¿Qué diablos significa eso?- inquirió el chico.

-Alice tiene el poder de la clarividencia. Puede ver el futuro según se van tomando decisiones. Pero no puede ver mi futuro cuando tiene algo que ver con vosotros.

-¿No me digas?- dijo divertido- ¿Tienen una bruja vidente y no surge efecto con nosotros? A los chicos les va a encantar.

Vale, ese era lo último que debería haber dicho ese día. Y como ya estaba todo perdido, tenía que intentarlo una vez más.

-Jacob, por favor, tienes que hablar con ellos. Con Carlisle. Sabes que es bueno. Hazlo para que nadie salga herido. Nadie te culpará por querer la paz.

-No puedo.

-Sí que puedes. Por favor. Sé que no te irás tranquilo si no haces lo que debes.

Exhalando un suspiro, Jacob aferró la manilla de la puerta.

-Si encuentras trozos de un lobo desperdigado por el bosque sabrás que son míos cuando los chicos me hicieron pedazos por ser yo también un amante de las sanguijuelas.

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CONTINUARA...COMNTEN...

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