Bueno ha diferencia de otros fics q he subido en este caso la genial autora me autorizo y yo estoy muy feliz y agradecida con ella por eso...les comparto su Hermoso fic aca.....si quieren comentar, preguntar o algo no duden en hacerlo....;)
Bueno no se olviden que los creditos y meritos son para la genia q escribio este hermoso fic:
"
T.G.Kira" (Stefany) ella sube este fic en una pagina de fanfictions .
BUENO SIN MAS QUE DECIR LES DEJO EL 12º CAPITULO DE PORCELANA:
PORTADA
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12.TE QUIERO
No supe cuanto tiempo lo tuve abrazado, pero sentía la necesidad de mantenerlo junto a mí. Y él no hacia ademan de soltarse de mi agarre, hasta pude sentir sus brazos rodeando tímidamente mis hombros.
Un carraspeo hizo que por fin lo soltara, cuando lo hice pude ver a Sue aun sentada en la mesa.
-Lamento la tardanza- me disculpe con ella, pero ella mantenía una mirada divertida hacia mí.
-No hay problema querida- dijo mientras se ponía de pie, ella mantenía su sonrisa mientras se alejaba de la mesa y se perdía entre las personas.
Me senté junto a Edward en la mesa, el mantenía tomada mi mano.
-¿Qué has hecho sin mi?- pregunte para empezar una plática.
-No mucho, no puedo hacer mucho sin ti- contesto viéndome directamente a los ojos. Me estremecí ante sus palabras.
El mantenía su mirada fija en mí. Soltó mi mano y el paso por mis pómulos.
-¿Por qué has llorado?- pregunto mientras acariciaba mi mejilla.
-Yo...yo no…- no sabía que decirle, no había pensado que notaria que había derramado lagrimas.
-¿Carlisle te ha dicho algo?- cuestiono con voz preocupada.
-No Edward, no pasa nada. No te preocupes ¿si?- respondí intentando sonreír, aunque no podía.
-¿Por qué mejor no volvemos al patio? ¿No te gustaría?- intente ponerle entusiasmo a mi voz, cosa que fue muy difícil. Aun me dolía el corazón al recordar cada una de las palabras de Carlisle.
El solo asintió se levanto de la mesa y tomo mi mano.
En poco tiempo estábamos una vez más en el patio. El sentado debajo de su árbol y yo en la misma banca de siempre. La tarde paso con rapidez, cuando el sol empezaba a ocultarse lo llame para que entráramos.
En su habitación el acomodo sus cuadernos en los estantes y guardo sus lápices. Luego de eso se acomodo en su cama. Cosa que me extraño, era aun muy temprano para dormir.
-¿Estas cansado ya?- pregunte con curiosidad ante su acción
-No- fue su sencilla respuesta.
Hubo un rato en silencio hasta que volvió a hablar.
-Bella, podrías….- su voz sonaba titubeante, nerviosa- … podrías…. – no lograba terminar la frase
-¿Qué necesitas?- apremie para que hablase
-¿Podrías abrazarme como la otra noche?- dijo con un hilo de voz.
Un sonido de sorpresa escapo de mi boca ante su petición.
No sabía que contestarle. Ni siquiera sabía si era lo correcto.
Lo había hecho una vez sí, pero lo hice sin pensarlo. Ahora racionalizándolo, eso no era correcto.
-Entiendo- dijo de repente mientras se ovillaba en la cama. Su voz fue quebrada y lastimera.
Otra vez estaba triste. El solo me pedía una muestra de cariño, no era muy difícil de hacer.
Me moví hasta su cama y me recosté junto a él, envolviéndolo en mis brazos como lo había hecho con anterioridad. Mi mejilla rozaba su espalda mientras me acomodaba.
Pude sentir como se sorprendió ante mi contacto, pero de inmediato se adapto a él.
Mis manos que rodeaban su pecho fueron tomadas por las suyas con delicadeza mientras el cuarto se sumía en un apacible silencio. El tiempo no parecía transcurrir en esa pequeña habitación, solo podía sentir la lenta respiración de Edward y muy tenuemente el latido de su corazón. Sentía la tranquilidad del momento y sorprendentemente la situación parecía ser correcta, sentía que era lo que debía hacer, que era mi lugar el estar así con él.
Pero el momento duro poco al caer en la realidad. Yo debía dejarlo, al menos por hoy.
Con pesar deshice mi abrazo y me incorpore. Cuando el sintió que me alejaba también se sentó.
-¿Qué sucede?- interrogo con confusión en su voz.
-Tengo que irme-
-Es verdad. Debes irte- dijo con voz monocorde.
Busque su medicina, se la entregue y se la tomo.
Me hubiese gustado volver a tumbarme con él, pero quizás sería demasiado.
Solo espere a que el medicamento hiciera efecto y Edward quedase dormido.
En cuanto eso paso me acerque un poco para contemplar su rostro. Era realmente hermoso, aun marcado por ojeras y un poco taciturno. Ahora que conocía sus razones estaba aun más dispuesta a estar con él, el necesitaba a su enfermera, a una amiga.
Antes de salir de la habitación, le plantee un pequeño beso en la mejilla. No entendía muy bien mi accionar, solo era el deseo que el supiese que aunque tenía que irme estaría ahí al día siguiente, dispuesta para ayudarlo en lo que pudiera.
Cuando llegue a mi departamento era más tarde de lo habitual.
Me cambie de ropa y me tire en la cama. Inmediatamente todo volvió a mi cabeza.
Al recordar la plática con Carlisle no pude evitar que traicioneras lágrimas salieran de mis ojos.
Y quizás sería inevitable que cayesen cada vez que lo recordase, su dolor y culpa estaría presente en mi mente pero lo más desgarrador era todo el sufrimiento que Edward había pasado.
Cuando por fin pude controlar el llanto me senté en la cama y automáticamente mi vista viajo a mi espejo en donde estaba el dibujo que él me había regalado.
No pude evitar esbozar una sonrisa al verlo.
Edward tenía esperanzas, el podría salir de ahí y podría tener una vida. Yo sabía que él podía curarse y que lo haría.
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Edward estaba sentado debajo de su árbol, dibujando como todas las mañanas.
Este día estaba acompañado por su amiga, Tanya. A diferencia del día anterior ella había salido a platicar con él.
No podía evitar sentir cierta envidia al verla disfrutar de los dibujos de Edward cuando a mi no me permitía verlos.
Deseaba que ella no hubiese salido hoy, aunque al instante me reprendí, no podía desear cosas malas para Edward y tenía que aceptar que ella le hacía bien. Platicar con alguien además de Carlisle y de mí debía ser algo bueno para su recuperación. Me forcé a alegrarme por eso aunque la verdad no le veía la alegría.
Una vez más quise darme de topes por mis pensamientos poco coherentes.
¿Por qué me molestaba tanto la chica? Ella no me había hecho nada, no había una razón para eso.
Suspire cansadamente mientras perdía mi vista en los requisios más alejados del hermoso jardín mientras pensaba en él porque me molestaba la chica.
No estaba poniendo atención a mí alrededor, así que no note la presencia de Edward junto a mí hasta que toco mi hombro, sacándome un pequeño susto.
-Perdóname por asustarte- se disculpo aunque se reía disimuladamente de mi.
-No te preocupes. ¿Qué sucede?
-Bueno, creo que es hora de ir con Carlisle, ¿no?
-Oh, sí. Perdón, perdí la noción del tiempo- conteste apenada
Edward estuvo con Carlisle una hora como todos los días.
Luego almorzamos juntos.
Para la tarde Edward me pidió que regresáramos a la habitación. Me pareció muy extraño pero le hice caso.
Al entrar en su habitación, el tomo asiento en su mesa y se dedico a dibujar. Pero el no me mostraba nada.
-¿Por qué ya no me muestras tus dibujos?- pregunte desde la esquina de la habitación.
El me miro por un minuto pero luego bajo su cabeza.
-Me da un poco de vergüenza que lo veas-
-¿Por qué? Ya los he visto y sé que dibujas hermoso. Además se los enseñas a tu amiga ¿Por qué a mí no?- no pude evitar que la frase sonase como reproche, ya que lo era.
-Por favor, no te enojes- suplico con voz lastimera, ante sus palabras reaccione ante mi estúpido comportamiento. Lo estaba haciendo sentir mal, estaba siendo inmadura.
-No, Edward, perdóname. No debía hablarte así, lo siento. Sigue dibujando- intente borra mi error, pero claro, no se podía. El no volvió a tomar su lápiz. Solo se quedo ahí sentado observando fijamente a Elizabeth.
Me sentí terrible.
Estaba a punto de volver a disculparme cuando él se puso de pie se acerco a mí y tomo mi mano me halo con él hacia la cama para que nos sentáramos.
Tomo el cuaderno y lo puso en mi regazo.
-No, Edward, si no quieres mostrarme nada no tienes porque hacerlo- dije mientras le sonreía
-Quiero que tú lo veas. Eres quien más querría que los vieras pero no se que dirás- mientras hablaba abrió el cuaderno para mí.
Las primeras imágenes eran de Elizabeth, mientras pasaba las páginas, se repetía una y otra vez, esperaba encontrar más retratos de Elizabeth o algunas flores del jardín, pero quede estupefacta ante las últimas imágenes del cuaderno.
Era yo, sentada en la banca del jardín, había un dibujo por día desde que habíamos salido.
No podía apartar la mirada de los diferentes dibujos. Eran todos tan exquisitos, tan hermosos. Me sentía alagada que él me dibujase pero también había otra cosa.
Tenía una extraña sensación al verme reflejada en esos dibujos, sentía una extraña ternura, y tal vez ¿amor?
¿Es así como el se siente cuando me ve? ¿Sentía amor y ternura hacia mí?
Su mano tomando el cuaderno me saco de mi ensoñación.
-Perdóname- su voz sonaba acongojada. Quede confundida por sus palabras.-No era mi intención que te sintiese mal-
-Cariño ¿a qué te refieres?- en ese momento note lo ronca que estaba mi voz.
-Estas llorando- en ese instante subí mi mano a mi mejilla para notar las pequeñas lágrimas que salían de mis ojos.
-En serio lo lamento, yo….- pose mi dedo en sus labios, no quería que se siguiera disculpando.
-Edward, no tienes porque disculparte, no has hecho nada malo-
-Pero llorabas- volvió a cuestionar.
-Es porque me encantaron tus dibujos.- La preocupación de sus ojos desapareció para dar paso a un resplandor de alegría.- Pero ¿Por qué me has dibujado?- pregunte con interés.
-Es fácil- contesto con una sonrisa- Es porque quiero verte siempre y cuando no estás veo tus retratos aunque no es lo mismo que verte en persona- replico mientras colocaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja pero no aparto su mano, solo la poso en mi mejilla para seguir acariciando mi rostro.
Mi corazón salto ante su repuesta y sus mimos.
¿El quería verme siempre? ¿Qué significaba eso?
-¿Por qué quieres verme siempre?- no pude evitar formular la pregunta.
-Es porque te quiero- contesto mientras se acercaba a mí para plantar un beso en mi mejilla. – Te quiero mucho y tu sola presencia me hace feliz. Y tu ausencia me duele-
Quede en shock ante su declaración.
No podía decirlo en serio. No podía estar diciéndome que me quería.
No pude armar una oración coherente para contestarle, solo me quede sentada ahí en silencio mientras él me estrechaba delicadamente en sus brazos.
Estaba confundida.
¿Debía hacer algo?
Pues si debía no lo hice. Solo me quede ahí y a pesar de toda la confusión en mí por un momento olvide todo a mí alrededor.
"Te quiero" ¿Qué significaba eso para él? ¿Qué significaba para mi?
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Continuara...
jueves, 8 de abril de 2010
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