Bueno ha diferencia de otros fics q he subido en este caso la genial autora me autorizo y yo estoy muy feliz y agradecida con ella por eso...les comparto su Hermoso fic aca.....si quieren comentar, preguntar o algo no duden en hacerlo....;)
Bueno no se olviden que los creditos y meritos son para la genia q escribio este hermoso fic:
"T.G.Kira" (Stefany) ella sube este fic en una pagina de fanfictions .
BUENO SIN MAS QUE DECIR LES DEJO EL CUARTO Y QUINTO CAPITULO DE PORCELANA:
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4.MI MUÑECA ESTA LLORANDO
Silencio, era todo lo que me rodeaba. Desde el momento que la oscuridad abandonaba mi cabeza todo se volvía silencio. Desde que recordaba, y no era como que mi memoria fue muy buena, siempre había silencio y soledad a mí alrededor. Mi única compañía era Elizabeth, en los momentos más tristes y difíciles que podía recordar ella estaba ahí, no entendía como las demás personas no veían en ella lo que yo. Todas las personas que se acercaban a mi me tildaban de loco o algo así, bueno por algo estaba aquí ¿o no? Aunque realmente no me molestaba estar aquí, ahora no. Porque ella venia todos los días a estar conmigo. No era como si estuviese aquí por su voluntad, pero ella no había sido como las demás chicas que venían a "cuidarme". Yo no necesitaba ser monitoreado todos los días, la mujer bonita de cabellos caramelo me había enseñado a no depender de las enfermeras. Pero con Isabella, Bella como ella me había dicho que la llamara, las cosas eran diferentes. Ella se preocupaba por mí más allá de su responsabilidad o su deber. El recuerdo de ese primer día estaba muy claro en mi cabeza, quizás es lo más claro que tenia ahí. Ella sonreía y solo era amable conmigo, no entendía muy bien su actitud, no era normal; nadie era amable conmigo, solo Carlisle y Sue.
Pensé que al día siguiente ella se mostraría igual de cruel e hiriente como las demás enfermeras, pero no lo hizo. Mantenía su sonrisa y esa chispa en sus ojos que me hacían querer confiar en ella.
"No lo hagas. Te dañara igual que las demás"- Elizabeth me había dicho eso, no podía desconfiar de ella, ella me cuidaba. Elizabeth rara vez me hablaba pero cuando lo hacía era para cuidar de mí y yo debía hacer lo que ella dijera.
Así ella venia todos los días y me traía desayuno hecho por ella. Se lo agradecía mucho, su comida era deliciosa, pero quizás lo mejor de todo era su compañía que aunque a veces se volvía silente, yo sentía su presencia, sabía que estaba ahí. Cuando Carlisle venia y ella se iba era extraño, porque no quería que se fuera. Cuando ella volvía a entrar por esa puerta era todo tan diferente para mí.
Al finalizar el día, ella siempre me daba palabras amables antes de caer en la oscuridad. Anhelaba poder verla en mis tinieblas, tal vez así todo fuera mejor, pero jamás podía, ella jamás aparecería ahí, ¿Cómo podría?
Pero había la esperanza que cuando las penumbras se fueran ella estaría ahí, aunque fuese solo para verla de lejos.
Pero esta mañana sus ojos no eran los mismos, su sonrisa no estaba, se veía cansada y sus ojos café están rojos. No sabía el porqué.
Como siempre ella me saludo a mí y yo hice lo mismo.
Me llamo para que desayunara, intentando que sus labios se levantaran como una sonrisa pero solo hizo que su rostro se viera mal.
-Bueno, hora del desayuno. Hoy traje huevos revueltos- dijo y yo hice lo que me indico.
La rutina era que ella se quedaba ahí viendo que terminara de comer, pera esta vez ella se sentó en mi cama.
Por un momento hubo el típico silencio pero de pronto escuche un sollozo me gire para encontrar que ella lloraba. Las lágrimas resbalaban por su mejilla y su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación. Sin hacer ruido me levante para irme a sentar a su lado.
-¿Por qué lloras?-
-No estoy llorando. No te preocupes, ¿si?- ¿Qué no lloraba? Claro que lo hacía. Su rostro estaba muy triste y no supe porque yo también me sentí así. Eran las lágrimas las que afeaban su rostro, ella era muy bonita como para estar así, además ella jamás estaba triste, siempre me sonreía y hoy no lo hacía, me encantaba su sonrisa. No sé porque pero pase mi manos por debajo de sus ojos y luego por sus mejillas quitando con delicadeza los rastros que las lagrimas habían dejado, su piel era suave y delicada, ella era hermosa y buena, ella no debía llorar, no debía sufrir.
-Estas triste. Tú nunca estas triste. Algo te pasa, y está bien que no me lo digas. Pero no me gusta verte llorar.- dije, sabiendo que ella no me contaría nada.
"Tu no puedes hacer nada por ella. Jamás puedes hacer nada por las personas que te importan."- Las palabras que resanaban en mi mente me dolieron porque eran la verdad. Yo jamás podía hacer nada.
-Cariño, ¿porque lloras tu?- me pregunto con dulzura sacando de mi laguna mental.
-Ya te dije, no me gusta verte llorar. Por favor no lo hagas- le rogué ya no quería verla así.
-Ok, no llorare pero tu tampoco lo hagas.- dijo poniendo su delicada mano en las esquinas de mis ojos limpiando las lagrimas que se formaron. Pero ella en vez de calmarse lloro más y más fuerte.
"Lo ves, por más que quieras no puedes ayudarla"- Elizabeth quería que la dejara pero yo no quería hacerlo. Ella subió sus manos a su rostro como si intentara detener el llanto y lo único que atine a hacer fue acercarla a mí, abrazarla, tratar de calmarla; pero quizás fue al revés. Su calor, su olor, su ternura, todo lo que ella era me invadieron. Ella era buena, ella era dulce, ella era amable, ella era hermosa, ella era delicada, su corazón era delicado mucho más que una muñeca de porcelana. Ella era muchas cosas y no se merecía estar sufriendo así. Cuando por fin se calmo me separe de ella antes que ella me alejara limpie sus mejillas una vez más sintiendo la tibieza de sus mejillas recorrer mis palmas llenando mi estomago de una sensación de cosquillas, vi sus ojos por un momento perdiéndome en su hermosura y calidez, me acerque a ella y le di un beso en la frente. Era un gesto que alguna vez alguien uso para calmarme después de llorar mucho pero no recordaba quien, solo sabía que funcionaba.
-Ya no llores más. Eres muy linda para hacerlo- le susurre antes de levantarme, antes de que ella se espantara por mi cercanía. Yo no debía acercarme a ella, Elizabeth me lo había dicho, pero ella estaba tan frágil que no pude evitarlo.
Pronto Carlisle llego y ella abandono la habitación.
-¿Como has estado Edward?-
No conteste.
-¿Hoy no deseas hablar? ¿Te ha hecho algo Bella?- pregunto preocupado.
-No es eso. Ella esta triste y no sé por qué. Ella no debe estar triste.- Murmure mas para mí que para él.
-¿Por qué crees que esta triste?-
- No tenía su sonrisa de siempre y luego estuvo llorando mucho. Durante mucho tiempo.-
-No te preocupes, hablare con ella-
-¿La podrías ayudar?- le pregunte emocionado, tal vez yo no pudiera pero Carlisle si podría y ella volvería a sonreír para mí.
"Ella no sonríe para ti"
Ignore eso y seguí hablando con Carlisle. Hasta que tuvo que irse.
Paso un rato solo y pensé que desde que Bella llego Elizabeth decía cosas que me dañaban. ¿Qué no se suponía que ella era mi amiga?
Olvide por un momento a Elizabeth y estuve atento a la llegada de Bella, cuando por fin cruzo la puerta pude ver en sus ojos la felicidad que siempre había en ellos. Y su bella sonrisa me alegro a mí también.
Ella camino hacia su lugar de siempre, pero mientras pasaba la escuche musitar un suave: "gracias".
-Cualquier cosa por verte sonreír- y era la verdad yo haría lo que fuera para ver su sonrisa. Ella era ahora para mí como lo fue Elizabeth, era como mi muñeca y por eso no debía llorar.
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5.LA BUENA VECINA
La tarde fue igual y diferente al mismo tiempo. El se mantenía a distancia como siempre, pero de vez en cuando me hablaba. Eran pequeñas cosas como: ¿Te gusta el dibujo?, mostrándome sus avances en el papel, o halagando la comida que le había preparado. Sabía muy bien que él se estaba esforzando en hablarme, quizás porque pensaba que aun estaba triste y a su manera el intentaba hacerme sentir mejor.
Cuando se hizo de noche seguí la rutina, me despedí de él y estaba a punto de salir cuando él me hablo.
-¿Bella?-llamo desde su cama, el seguía sentado viendo hacia el suelo. Me di cuenta que era la primera vez que se refería a mi por mi nombre y me alegre, no había una razón coherente para hacerlo pero mi corazón brinco en mi pecho al escucharlo decir mi nombre.
-¿Qué sucede?-pregunte mientras me daba vuelta para verlo.
-¿Carlisle te ayudara en tu problema?-
-Si, el dijo que lo haría. Pero fue todo gracias a ti- le sonreí esperando que el entendiera mi gesto.
-Que bueno. Ojala algún día me contaras a mi tu problemas-susurro lo ultimo mientras se tumbaba en la cama dándome la espalda.- Buenas noches, Bella- bostezo y supe que el medicamento había hecho efecto.
Con cuidado cerré la puerta y le puse llave. Hice mi recorrido por los pasillos para entregarle las llaves a Sue. Hasta hacia poco me entere que ella era la que quedaba encargada de Edward por las noches y los fines de semanas que eran libres para mí. No siempre, claro está. Pero la mayoría del tiempo era ella y el Dr. Cullen quienes lo cuidaban. A veces me preguntaba por qué sus padres no lo visitaban, es mas porque nadie lo visitaba, el se sentiría mejor si su familia estuviese con él y no solo personas extrañas además de su tío. Deje ese pensamiento para después.
Cuando Salí me di cuenta que estaba lloviendo, así que corrí a la calle esperando tomar un taxi pronto.
-¡Taxi!-grite intentando hacerle parada a uno pero me ignoro olímpicamente.
Estuve bajo la lluvia hasta que un taxi me hizo el favor de parar.
-Buenas noches, señorita- me saludo el taxista.
-Buenos noches- conteste y le di la dirección de mi edificio.
Durante el camino el intento hacer platica pero la vedad me estaba muriendo de frio, no tenía ganas de hablar en ese momento.
Cuando estaciono frente a mi edificio, pague lo que el taxímetro indico y Salí del coche.
Entre al edificio y subí corriendo las escaleras. Estaba muriendo del frio y solo deseaba entrar a mi departamento cambiarme la ropa y tomar un chocolate caliente. Cuando estuve frente a mi puerta rebusque en mi bolso buscando las llaves y para mi mala suerte no las encontré.
Que tan tonta era que había olvidado mis llaves en la mañana. Quería darme de trancazos contra la pared, pero no haría nada con eso a menos que pudiera hacerle un hueco a la pared para poder entrar. Suspire resignada a pasar la noche en el pasillo, ya que el encargado se iba por las noches. Me senté frente a mi puerta, encogiendo mis piernas y rodeándome con mis brazos para darme un poco de calor. No sé cuánto tiempo pase ahí, pero el frio se estaba haciendo insoportable hasta el punto que empecé a tiritar. Ya no sabía cómo calentarme, quizás para mañana solo encontrara mi cuerpo congelado frente a mi puerta, pensé con humor negro. Para salir un poco de mi sufrimiento, pensé en mi papa, a lo mejor ya lo estuviesen atendiendo, pronto estaría mejor y podría hablar con él. Le debía una grande a Carlisle y por supuesto a Edward. En ese momento empecé a pensar en el, estaba haciendo frio, ojala el estuviese bien abrigado, aunque pensándolo bien en su habitación no había forma de que muriera de frio, en ella no te dabas cuenta si era de día o de noche, si estaba lloviendo, nevando o era un día soleado. Me pregunte si tendría permitido salir de su habitación. Me gustaría poder sacarlo de ahí un día, sacarlo por lo menos al patio, eso sería bueno para él. Tal vez si lo hablaba con el Dr. Cullen él le daría permiso. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el ruido de pasos que se escuchaban por las escaleras.
Los pasos se oían cada vez más cerca pero no les di importancia. Nadie de mis "vecinos" se dignaría a prestarme ayuda. No conocía a nadie y nadie me conocía a mí.
-Buenas noches- una suave voz hizo que abriera mis ojos. Me encontré con la chica del apartamento de al lado.
-Hola- conteste un poco apenada por mi situación.
-¿Te sucede algo?- pregunto con verdadera preocupación.
-Olvide mis llaves- dije simplemente esperando a que ella se riera y pasara de largo de mi.
-Que mal, y además estas mojada. ¿No te gustaría pasar a mi departamento?- me pregunto con una sonrisa. Era una chica bajita, de cabellos cortos y negros, ojos negros y alegres, a mi parecer muy bonita.
-No me gustaría darte molestias, pero realmente te lo agradecería un mundo.- conteste sinceramente.
-No me molestas. Por cierto soy Alice Drew, mucho gusto- dijo ofreciéndome su mano para levantarme.
-El gusto es mío, soy Isabella Swan, Bella si te gusta más- mencione mientras me ponía de pie y recogía mi bolso. Camine pero me di cuenta que la chica se quedo detrás de mí. Gire para verla y me di cuenta que veía algo.
-¿Es tu novio?- pregunto de la nada. Yo no entendí a que se refería, entonces ella levanto una fotografía. Inmediatamente la reconocí, era la fotografía del historial de Edward.
-¿Dónde la encontraste?- pregunte asustada, se suponía que la había devuelto hace más de dos meses.
-Se cayó de tu bolso cuando te levantaste.- dijo mientras me la entregaba.- Lamento haberme entrometido- dijo bajando la mirada
-No te preocupes. No es mi novio. Es mi paciente-
-¿Tu paciente? ¿Eres doctora?
-No- reí suavemente ante su pregunta- soy enfermera, trabajo en el hospital psiquiátrico- en cuanto dije eso, Alice se puso pálida como si hubiera visto un fantasma, su reacción me pareció rara, se quedo estática y pude ver en sus ojos miedo.
-¿Sucede algo?-
-No, no pasa nada. Entremos antes que te enfermes- urgió mientras abría la puerta de su departamento.
Al entrar en el pude ver el gusto tan lindo de Alice, se notaba que era el apartamento de una chica.
-Déjame buscarte algo de ropa para que te cambies- dijo entrando a una de las habitaciones.
-Está bien-
Al rato ella salió con una muda de ropa.
-Dudo mucho que te quede mi ropa, pero creo que esta camiseta de James te quedara bien y este pans también- dijo entregándomela- Puedes pasar al baño a cambiarte y si deseas puedes bañarte- hizo señas mostrándome donde estaba el baño. Entre y me di una rápida ducha con agua caliente, me cambie por la ropa que me había entregado Alice y Salí del baño con mi uniforme empapado.
-Alice, abusando de tu hospitalidad ¿podría lavar mi ropa? Es que necesito el uniforme para ir a trabajar mañana- susurre apenada.
-Claro que si, usa la lavadora. Esta al fondo-
Lave el uniforme y lo puse a secar. Luego camine hacia la cocina en donde estaba Alice.
-Toma, te caerá bien- dijo Alice ofreciéndome una taza de chocolate.
-Gracias, no sabes lo que me moría por algo caliente- le sonreí en muestra de agradecimiento.
-Y Alice ¿vives con un novio o algo así?- pregunte, tenia curiosidad por la ropa. Ella se rio.
-No, esa ropa era de mi hermano. El murió hace dos años, en un accidente con su novia- dijo tristemente.
-Lo lamento Alice, no quería entrometerme-
-No te preocupes.- me miro y sonrió otra vez- Ven te mostrare mi cuarto- dijo tomando mi mano y halándome.
Nos sentamos en su cama, pude ver que tenía varias fotografías. Eran un chico de cabello largo de color castaño y ojos azules con una mujer de cabellos rojizos, en todas las fotografías que se encontraban en su habitación figuraba la misma pareja. Supuse que era su hermano y su novia. Ella noto como veía los portarretratos, tomo uno y me lo mostro.
-El es James y ella es su novia Victoria- dijo señalando a cada uno.
-Se ve que se querían mucho-
-Si, Victoria era la luz de su mundo. Igual lo era James para ella, se amaban demasiado- sonrió con nostalgia- Bueno, cuéntame de ti. Vives aquí desde hace meses y nunca habíamos hablado.
-No hay mucho que decir, me mude de Forks, es un pueblito en Washington, donde vivía con mis padres, mi papa es el jefe de la policía de ahí y mi mama es maestra de jardín de niños. Vine aquí a buscar trabajo, ahora soy como una enfermera privada en el Hospital Psiquiátrico- dije monótonamente, una vez más note como se tenso ante la mención del hospital.
-Que interesante. ¿Cómo se llama tu paciente? Se ve que es un chico lindo pero muy triste- dijo recordando la foto.
-Se llama Edward Masen. Y tienes razón es un chico muy solo- dije recordándolo con un sentimiento de cariño, note como ella me miraba de manera inquisitiva así que cambie de tema- Ahora tú, ¿dime qué haces?-
-Soy repostera, trabajo en una pastelería a unas calles de aquí- contesto con una sonrisa
Pasamos un rato mas hablando hasta que me di cuenta que se hacía muy tarde y ambas debíamos dormir para ir a trabajar mañana.
-No tienes porque quedarte en el sillón- me gruño Alice cuando veía que acomodaba la almohada en el sillón.
-Lo voy a hacer, porque tú has sido demasiado buena y no te quitare tu cama- dije mientras me acostaba.-Gracias por lo que has hecho por mi hoy, nadie se hubiera dignado a ayudarme.
-No te preocupes, digamos que soy una buena vecina- me regalo una sincera sonrisa- Que pases buenas noches- dijo mientras salía de la habitación y apagaba la luz. Me quede solo con la luz de una lamparita encendida. De la mesita de café tome la fotografía de Edward y me quede contemplándola.
¿Cómo se me había quedado en el bolso por tanto tiempo sin que me diera cuenta? era algo difícil de explicar tomando en cuenta que a diario lo vacio y vuelvo a poner las cosas en el.
Pero pensándolo bien no me molestaba tener ese pequeño recuerdo de mi ángel. Sonreí ante el apelativo que le había puesto. Pero que mejor apodo para el que ese, era hermoso, inocente y bueno. Sonreí mientras volvía a poner la fotografía en la mesa y cerraba mis ojos para poder descansar.
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El delicioso aroma de comida me despertó.
-Buenos días, Bella durmiente- me saludo Alice, en cuanto me senté en el sillón.
-Buenos días ¿Qué horas es?- pregunte con voz pastosa por el sueño
-Casi son las seis de la mañana-
-¡Wow!, si que eres madrugadora- dije sorprendida.
-¿Por qué no vas a cambiarte en lo que termino el desayuno? Por cierto, fue a decirle al encargado que abriera tu departamento, ya lo hizo, y saque tus llaves. Están en la mesita- dijo con una sonrisa
-Alice no te hubieras molestado.-
-No es molestia. Ahora eres mi amiga.- sonrió y yo no pude más que devolverle el gesto. Yo no tenía amigas, sería lindo tener una- Apúrate o se nos hará tarde.- me regaño viendo que no me movía de mi lugar.
Me cambia y Salí lista para comer.
Alice había preparado huevos revueltos, jugo de naranja y había tortitas de chocolate.
-¿Alice te molestaría que llevara un poco al trabajo?- pregunte una vez más apenada, pero debía llevarle el desayuno a Edward y no tenía tiempo para hacerlo yo.
-No te preocupes también te hice el almuerzo- dijo mostrándome un pequeño paquete.
-Oh, Alice eres muy linda. No debías molestarte. Pero yo digo porque le llevo el desayuno y almuerzo a Edward-
-¿Qué no les dan comida ahí?-pregunto confundida
-Si, pero a mí me gusta llevarle su comida- ella abrió muchos sus ojos ante mi respuesta, estaba visiblemente sorprendida
-Eres igual a James- susurro tan bajito que creí que lo había imaginado.
-¿Cómo dices?-
-Que no te preocupes, te daré para que le lleves- dijo volviendo su atención de nuevo a la comida.
Desayunamos juntas en un silencio cómodo. Luego se perdió en su cuarto arreglándose, cuando salió me entrego los paquetes con comida para que los guardara. Ambas salimos al mismo tiempo del edificio, y nos despedimos como si fuéramos viejas amigas.
Ella era realmente especial, una buena persona, y ahora era mi amiga. Sonreí en mis adentros al pensar que ahora tendría alguien con quien hablar y en quien confiar.
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CONTINUARA...
LES DEJO DOS CAPITULOS SEGUIDOS PORQ TALVEZ NO PUEDA ACTUALIZAR EL BLOG MUY SEGUIDO AORA.....
jueves, 1 de abril de 2010
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