Bueno ha diferencia de otros fics q he subido en este caso la genial autora me autorizo y yo estoy muy feliz y agradecida con ella por eso...les comparto su Hermoso fic aca.....si quieren comentar, preguntar o algo no duden en hacerlo....;)
Bueno no se olviden que los creditos y meritos son para la genia q escribio este hermoso fic:
"T.G.Kira" (Stefany) ella sube este fic en una pagina de fanfictions .
BUENO SIN MAS QUE DECIR LES DEJO EL SEXTO DE PORCELANA:
PORTADA
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6.ROSAS Y FRESSIAS
Ese día paso con normalidad, la rutina se había instaurado una vez más en mi trato con Edward. Había llegado a pensar que algo había cambiado el día anterior pero al parecer me había equivocado.
Las semanas siguieron pasando y todas las cosas seguían de la misma manera. Y hasta cierto punto todo estaba bien para mí. La rutina es comodidad, he escuchado por ahí.
Pero para alegría mía la rutina ya no incluía la soledad, ya no estaba sola. Los fines de semanas, que eran los que yo mas sentía, Alice y yo hacíamos planes; desde que ella me enseñara a hacer un pastel hasta salir por ahí. Ella era muy divertida, muy alegre y con su hermosa actitud ella alegraba mi vida.
Otra cosa que me alegro mucho fue la llamada de mi madre para comunicarme que mi papa estaba mejor y que pronto lo dejarían salir del hospital. Muchas veces tuve la intención de regresar a Forks a verlo, pero sabía que no podría ausentarme, tenía una responsabilidad y no podría abandonarla.
La rutina continuaba hasta el día de hoy, aunque desde la mañana había estado intranquila, era un sentimiento de ansiedad, como si algo malo estuviese a punto de pasar.
Como siempre al mediodía Carlisle llego a ver a Edward, yo salí a almorzar. Y al cabo de una hora emprendí mi camino de regreso.
Mientras avanzaba por los pasillos el sentimiento de ansiedad volvió a mí, quería creer que era mi imaginación la que me estaba poniendo alterada. Me detuve un momento para serenarme. Una vez me sentí mejor continúe con mi camino.
Estaba girando en uno de los corredores, cuando sentí que algo me halaba. Sin darme cuenta estaba estampada contra la pared.
-Señorita, no vaya ahí- una voz alterada me decía, era un hombre alto de cabello negro y tez morena. Instantáneamente supe que era uno de los pacientes internados en el hospital por su ropa. Intente mantenerme calmada pero él estaba visiblemente desequilibrado, su ojos se movían demasiado como buscando algo alrededor.
-No vaya ahí. Los fríos la atacaran- hablaba con angustia en su voz. Mientras hablaba su agarre en mi muñeca se intensificaba, llegando al punto de lastimarme mucho.
-Está bien, está bien- intentaba calmarlo pero mi voz era temblorosa. Estaba entrando en pánico. Quería gritar por ayuda pero sabía que si lo hacia el podría ponerse aun más nervioso. Forcejeaba con él para poder soltarme pero él era demasiado fuerte para mí. Tomo mi otra mano entre las suyas para poder verme de frente. Sus ojos negros y profundos me escrutaban y yo solo podía temblar de miedo por lo que él podría hacerme, no soltaba mis manos pero me apretaba mas entre la pared y su cuerpo, tenía miedo, solo quería desaparecer de ahí.
Intentaba forcejear para soltarme pero rápidamente mis fuerzas se acabaron y lo único que atine a hacer fue cerrar mis ojos.
Sin saber cómo me había soltado y rápidamente me aleje de él, para ver cómo entre dos enfermeros intentaba sedarlo, mis piernas me temblaban por lo que caí al suelo. Cuando por fin pude reaccionar, uno de los enfermeros me ayudo a ponerme de pie.
-¿Se encuentra bien?- me pregunto y tarde un minuto en poder entender sus palabras.
-Cre… creo que si- dije con voz entrecortada.
-Ven, creo que lo mejor es llevarte fuera de aquí- dijo mientras me guiaba hacia las halas centrales del hospital.
Sentía la mirada de todos puesta en mí, pero en ese momento no me importaba. Aun temblaba como una hoja en los brazos del enfermero. No me di cuenta a donde me llevaba, solo caminaba por inercia.
El chico me sentó en una silla, podía escuchar voces, no sabía si me hablaban a mi o entre ellas, yo solo podía intentar abrazarme mientras temblaba.
-¿Bella?- escuche una voz que rápidamente identifique- ¿estas mejor?- pregunto el Dr. Cullen.
No encontraba mi voz así que solo pude asentir con la cabeza.
-No parece estarlo- mascullo mientras empezaba a revisarme.- Bella, creo que lo mejor sería que te fueras a casa-
-¡NO!- grite saliendo de mi entumecimiento, no quería irme, no quería dejar a Edward solo- No, no ha pasado nada, solo fue el susto.
-Lo mejor sería que fueras a descansar. Que estés tranquila- dijo mientras acariciaba mi brazo de manera paternal.
Después de un rato el logro convencerme de irme.
No supe como llegue a mi apartamento, solo fue consciente que en cuanto cruce el umbral de la puerta me tire en mi cama a llorar. No entendía el porqué lloraba. Lo más segura era por el susto que había vivido, no Salí de mi cama en el resto del día. Sentía que no tenía fuerzas para hacerlo.
Al día siguiente en cuanto cruce la entrada, todos me veían. Como esperando a que me derrumbara frente a ellos. Pero la verdad era que ya me sentía mejor, solo había sido el sobresalto.
La mayoría de personas se dedicaron a preguntarme si estaba bien. A lo que yo me limitaba a contestar con un simple: Si.
La persona que mas me interesaba ver era Edward. Así que rápidamente esquive a todos los curiosos y me dirigí a su habitación. Mientras recorría los ya tan conocidos pasillos, un escalofrió me recorrió, pensando en lo que había pasado ayer y en cómo pudo haber terminado si los enfermeros no lo hubieran encontrado. Rápidamente descarte esas ideas, no quería que Edward me viese con miedo o tristeza.
En cuanto entre a su habitación pude ver que Edward era una bola de ansiedad, se veía triste y preocupado. En cuanto me vio se acerco a mí y tomo mi mano. Sin darme cuenta me guio a sentarme junto a él en la cama. Una vez sentados, tomo una de mis manos y la alzo a la altura de sus ojos pudiendo ver las feas magulladuras que se habían formado en mi muñeca. Pude ver una mueca en su rostro, con delicadeza paso un dedo por ellas.
Me preguntaba ¿Cómo sabia el lo que sucedió?
-¿te duele?- pregunto en un susurro, estudiando los hematomas.
-Un poquito- confirme.
Tomo mí otra mano y vio las mismas magulladuras en ella. Las acerco a su rostro y les dio un suave beso a cada una de mis muñecas lastimadas. Mi aliento se quedo atascado en mi garganta al verlo hacer eso. Era uno de sus despliegues de ternura hacia mí, no podía evitar sentir el nerviosismo ante su cercanía. No sabía cómo identificar esa sensación tan linda que él me hacía sentir cada vez que hacia ese tipo de cosas por mí.
El no soltaba mis manos, con delicadeza rozaba mis muñecas como queriendo deshacerse de mi dolor.
-Lo lamento- murmuró.
-¿Por qué pides perdón?- cuestioné extrañada.
-Es mi culpa que esto pasara. Si no tuvieras que estar aquí conmigo, esto no hubiera pasado- dijo bajando el rostro.
-Edward, esto no fue tu culpa. Fue mía por estar distraída y por no poder cuidar de mi misma.
El no me contesto nada, soltó mis manos, se levanto de la cama para sentarse en la mesa. El no volvió a decir nada sobre el asunto.
Cuando fue el mediodía debía salir de la habitación. Pero sentí cierto miedo al hacerlo. Carlisle lo noto y se ofreció a acompañarme.
-¿Quieres que te acompañe?- me preguntó viendo mis dudas al salir de la habitación.
-No, gracias. No pasa nada- conteste amablemente y salí de ahí.
En cuanto vislumbre personas de las halas exteriores pude respirar tranquila. Me dirigí a mi mesa de siempre y me senté a comer, sola.
Meditaba mucho en la actitud de Edward. El había sido muy tierno conmigo, no pude evitar esbozar una sonrisa cuando recordaba su trato tan dulce. Tan perdida estaba en mis pensamientos que no me di cuenta que alguien se había acercado a mí.
-Hola- me saludo un chico de cabello negro y ojos azules. Lo reconocí como el enfermero que me había ayudado el día de ayer.
-Hola- conteste retraídamente.
-¿Puedo sentarme?- pregunto señalando la silla junto a mí.
-Oh, sí. Claro, perdóname.
-¿Te sientes mejor?
-Si. Muchas gracias por preguntar. Y disculpa mis malos modales yo soy….
-Eres Isabella Swan, mucho gusto- completo mi frase sonriendo.
-¿Cómo sabes mi nombre?- pregunte perpleja.
-Todos aquí te conocen, eres la enfermera personal de Cullen. Por cierto me llamo Demetri.
-Un gusto y gracias por lo de ayer- comenté mientras le sonreía.
-No tienes porque agradecer, pero la verdad me tenías preocupado.
-Si- reí nerviosamente- solo fue el susto.
-Me alegra que solo fuera eso Lo lamento pero tengo que irme, solo quería darte esto- dijo mientras sacaba una rosa de detrás suyo.- Espero que te guste- dijo mientras se alejaba de mi mesa dejándome a mi sorprendida por su detalle.
La rosa estaba muy bien cuidada, era hermosa y de un exquisito color rojo. Agradecí el gesto y una parte de mi se había emocionado por él, nadie nunca me había regalado una flor.
Era el momento de regresar y no pude dejar la rosa en mi casillero así que la lleve conmigo.
Pronto estaba en la habitación de Edward una vez más. El Dr. Cullen ya se había ido y Edward me esperaba sentado en su cama. Sus ojos seguían tristes como esta mañana, camine hacia él y me senté junto en su cama. Levante la rosa para que el la viera, esperando poder alegrarlo un poquito.
-¿Qué es?- preguntó curioso mientras la tomaba en sus manos.
-Es una rosa- contesté, me sentí feliz al ver sus hermosos ojos verdes con un sentimiento diferente al de la tristeza en ellos.
-Es muy bonita.
-Si, mucho- sonreí.
-¿Quién te la dio?- pregunto poniéndose serio.
-Me la regalo Demetri, un enfermero- contesté con simpleza. El soltó la rosa y la puso en la cama, se levanto y se dirigió hacia la mesa.
-¿Qué sucede?- pregunté extrañada ante su actitud.
-Nada- contesto en tono molesto mientras tomaba uno de sus cuadernos y se ponía a dibujar, así que deje de preguntarle y el no me volvió a hablar por el resto de la tarde, solo se dedico a dibujar mientras yo jugaba con la rosa ente mis manos.
Después de mucho rato en silencio, me di cuenta que era hora de su ultimo medicamento del día. Me dispuse a salir a traerlo.
-¿Bella?- llamo Edward antes que saliera de la habitación.
-¿Qué sucede Edward?
-¿Te agradan las fressias más que las rosas?- reí suavemente ante su pregunta. A pesar que las rosas eran hermosas apreciaba mas las fressias, era más sencillas pero con igual hermosura.
-Sinceramente, si. Me gustan más las fressias que las rosas- conteste mientas salía de la habitación.
Cruce los pasillos rápidamente de ida y vuelta, cada vez que los atravesaba una horrible sensación de deja- vu me atravesaba e intentaba evitarla a toda cosa, no importaba si eso significaba correr.
Volví a la habitación en un momento.
Le ofrecía a Edward las pequeñas pastillas y él se las tomo rápido. Se dirigió a su cama con el cuaderno entre las manos, como meditando que hacer con él.
Me concentre en recoger las cosas de la mesa y dejarlas en orden antes de irme. Mientras acomodaba algunas cosas escuche el ruido de papel rasgándose no le di importancia y seguí en mi tarea.
Cuando termine me dispuse a recoger mis cosas y tomar la rosa que había dejado en uno de los estantes. Cuando me gire para tomarla pude notar una hoja de papel debajo de la rosa. La levante y vislumbre un hermoso dibujo de un ramo de fressias, el dibujo era muy detallado, los trazos de los contornos de los pétalos era preciosos y daba cierto toque de realismo, quizás lo único que faltaba para que fueran reales eran el color y el aroma.
Sorprendida busque con la mirada a Edward, pero el ya se encontraba tumbado en la cama de espaldas.
Volví mi atención al dibujo y note que al final de la pagina rezaba en letra muy pequeña: "Para ti".
Sonreí como tonta ante su detalle. Con mucho cuidado deposite el dibujo en medio de un folder para poder llevármelo a casa.
Y antes de salir me acerque a Edward, quien ya estaba dormido, y le di un pequeño beso en la mejilla y le susurro un muy suave "gracias".
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CONTINUARA.....
viernes, 2 de abril de 2010
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