domingo, 25 de octubre de 2009

FANFICTION...." EL PRIMER CREPUSCULO "...CAP. 3 Y 4 :

MIREN AQUI LE SDEJO UN RESUMEND ELO QUE SE TRATA...LA GENIA Q LO ESCRIBIO SE LLAMA

" lamiga "

ELLA MERECE TODOS LOS MERITOS..MAÑANA LES DEJARE EL PRIMER CAPITULO..PORQ ANTES NECESITO SUS OPINIONES RESPECTO A L FIC...
LES ASEGURO Q VANA AMAR ESTA HISTORIA,,,VER A EDWARD COMO HUMANO ES ADORABLE....
ASI Q AY Q AGRADECER EL ERMOSO TRABAJO Y LA GRAN MENTE DE "LAMIGA" LA Q ESCRIBIO ESTO..ASI Q ELLA MERECE TOODOS LOS MERITOS..

CAP.3:

Fantasma.

-¿Qué vas a hacer hoy?

Como de costumbre, Charlie esperó la inexistente respuesta de su hija, que como un fantasma, pálido y ojeroso – más de lo habitual – meneaba los cereales de un lado al otro del bol, mirando hacia ningún punto en concreto de la mesa de la cocina.

-Maldita sea, Bells, te estoy hablando.

Dando un respingo, dejó la cuchara caer y batió la cabeza para mirarle.

-¿Qué, papá?

-No puedes seguir así, hija.

-¿Así, cómo?- preguntó ella inocente.

-Así- abarcó algo imaginario con los brazos- Así- repitió- Sin vida. Ese capullo se ha ido y no va a volver. Pero tú no puedes seguir hundida como estás. Tal vez deberíamos buscar ayuda, alguien con quien hables o…

Bella frunció el ceño y volvió a centrar la atención en sus cereales, concentrándose para no llevarse la mano al pecho cada vez que alguien mentaba algo relacionado con ese capullo como Charlie lo llamaba para no agravar la situación. Había querido que se fuera a Florida con su madre pero ella en un ataque de histeria se había resistido con uñas y dientes clamando que no podía dejar el instituto aunque en su fuero interno no quería dejar Forks por si en algún momento despertaba de su pesadilla y volvía a su realidad con Edward. Y ahora quería que buscara ayuda con quien hablar. Contarle, ¿qué? ¿Qué su novio vampiro se había marchado porque su hermano adoptivo vampiro le había atacado el día de su cumpleaños? La encerrarían en una habitación acolchada para siempre.

Charlie sabía lo que sabía todo el pueblo porque el respetable Dr. Cullen se había encargado de difundirlo: Edward se había marchado a estudiar a Los Angeles. Claro, a los soleados Los Angeles, donde la gente patina medio desnuda por la calle por culpa del calor, el mejor sitio que a un vampiro se le hubiera ocurrido asentarse. El resto de los Cullen – Rosalie, Emmet, Jasper y Alice – seguían en su residencia habitual, pero iban y venían de sus nuevas tapaderas: Rosalie, Emmet y Jasper en su imaginaria Universidad y Alice había dejado el instituto de Forks casi a la misma vez que Edward se había marchado.

La misteriosa beca parecía haber sido para los dos hermanos menores Cullen.

Pero sólo ella sabía la verdad: era tan terrible que nadie podía estar cerca de ella. Ni los Cullen ni ahora su propio padre.

-Papá…- musitó.

-Sabes que tengo razón, Bella. Estás ahí pero… es como si no estuvieras. Vagas cada día de clase al trabajo y después a casa. No hablas con nadie. No sales. No te relacionas. Y no puedes seguir así. Es sábado, por el amor de Dios. Deberías salir y divertirte. Como no lo hagas buscaré un buen psiquiatra, ¿me entiendes?

Bella volvió a sacudir la cabeza. No tenía fuerzas para inventar más excusas. Los Cullen se las habían llevado todas: me he caído, me he tropezado, nunca tienen hambre,… No sabía qué estaba habiendo mal. Había sido una hija modelo: con buenas notas, educada, hacendosa,… pero nunca parecía ser suficiente.

-Está bien, papá. Llamaré a…- Jessica, no. Desde que había empezado a salir oficialmente con Edward le había dejado de hablar. Con Mike, no. Estaba demasiado cansada para evitar sus continuas ganas de ligar con ella desde que Edward se había ido y ella estaba libre- Jake. Me pasaré por La Push a ver qué tal está.

Charlie apretó los labios y salió sin más de la cocina para coger del armario sus útiles de pesca. Seguro que sabía que era mentira y estaba ideando la manera de descubrir la verdad, porque no era ajeno desde que ella se había implicado con los Cullen no era bien recibida en la reserva. Pero salió de la casa y arranchó el coche.

Bella exhaló un enorme suspiro. Soledad. Era lo único con lo que le gustaba enfrentarse desde hace tres meses. El silencio.

Pensó en poner la lavadora: por semana por había tenido tiempo porque se había enfrascado en hacer deberes y trabajos casi para el próximo semestre. Pensó en hacer la compra, llenar la nevera y cocinar para Charlie era la mejor manera de evitar hablar con él. Pensó en… mirar por la ventana y contemplar el rayo de sol que bañaba el bosque que se veía desde la cocina era lo que le iba a entretener esa mañana.

El sol. Casi no se había dado cuenta de su presencia. Desde que había conocido a Edward había aprendido a odiarlo porque cualquier día soleado le alejaba de estar con él y verle. En los días soleados los Cullen desaparecían por eso los aborrecía. Y quizás nunca había hecho sol desde que Edward se había marchado. Sus días interiores habían sido grises así que quizás lo habían sido también los días exteriores. Pensó en buscar un libro y una manta y tumbarse en el césped a disfrutar del sol: quizás si Charlie la veía así a la vuelta no le echara en cara haberle mentido porque no tenía ganas de relacionarse con otro ser humano.

Pero también pensó en lo cansada que estaba así que se quedó allí, contemplando lo que se veía por la ventana. Un pájaro que revoloteaba para subirse a la rama del árbol que Charlie nunca podaba. Un abejorro que rodeaba un arbusto en busca de flores. Una mariposa de color malva. El reflejo del espejo de un coche que pasó por el camino y que asustó al pájaro.

El timbre de la puerta sonó y ella tuvo la misma reacción que el ave. Batió sus hombros a la vez que contenía la respiración. Sólo habían pasado un par de horas desde que Charlie se había ido y seguro que aún no había puesto sus cañas en la rivera del río para obligarla a llamar a Jake y a salir de casa. ¿Quién les podía pasar a visitar? Ella no hablaba con nadie y el Jefe Swan libraba los sábados y todo el mundo los sabía.

¿A quién le podía importar?

Arrastrándose se levantó de la silla de la cocina notándose abotargada de llevar horas en la misma postura y cruzó hacia el recibidor. Una sombra esperaba al otro lado de la puerta a que abriera proyectada por el sol que brillaba a su espalda.

Alguien perdido, seguro.

Carraspeó y forzó su rictus para mostrar la mejor de sus sonrisas y así giró el pomo.

Y después sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies.

Se había vuelto loca, completamente.

Necesitaba ayuda. Medicación. Esa habitación acolchada.

Edward. Allí. A la luz del sol. A la luz del sol y que su pies no se descompusiera en miles de fragmentos luminosos de colores como si de diamante se tratara.

-Te prometí que no volvería hasta que supiera que no iba a hacerte daño nunca más.

Su garganta se había helado. El agujero que tenía en el pecho había migrado más arriba y le impedía hablar. Iba a desmayarse porque tampoco podía respirar.

Dio un paso atrás, soltando el pomo de la puerta.

Era un sueño, eso era. Había soñado con él en los últimos tres meses que la dejaba una y otra vez. Que se alejaba de su vida. Que cruzaba aquel bosque dejándola atrás sin ni siquiera volverse de todas las maneras imaginables. Había soñado con que dejaba de ver el reflejo de sus cabellos color bronce, o en el color de sus ojos dorados que se tornaban a negros cuando le decía que no la quería en su vida. Así que este era el premio por haberlo soportado y no haberse muerto de pena.

Y ahora sí que no quería despertarse. Aún no estaba todo perdido.

-Y ya no te lo puedo hacer de una manera sobrenatural.

-¿Dónde…- carraspeó para arrancar las palabras clavadas en las paredes de su garganta- has estado?

-En Volterra. Les he pedido que me devolvieran mi humanidad. Y ahora, ya soy como tú.
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CAP.4:

El Santo Grial.

Forks había cambiado. ¿Siempre había sido así de silencioso? Cuando se bajó del taxi que le había traído del aeropuerto le dio la sensación que si se caía allí muerto en medio de la calle, nadie se había percatado.

Muerto. Sonrió a la idea. Ahora eso lo podía hacer. Una idea que había desaparecido de su vocabulario en 1918.

Por eso habían decidido mudarse allí desde Alaska, hacía 5 años. No sólo porque siempre estaba nublado, algo que no ocurría hoy, si no porque era el pueblo más tranquilo y aburrido de todos los Estados Unidos. La gente iba y venía de sus vidas pero no se metían en nada más. Ideal para una familia de vampiros.

Su familia de vampiros.

Estaba cansado y tenía sed y hambre. Debía de ser eso, definitivamente, pero tenía que acostumbrarse a esas nuevas sensaciones que había recuperado hacía dos días cuando los Volturis tras semanas de deliberación le habían concedido su deseo a cambio de su don, devolviéndole la mortalidad. No era un mito, como Carlisle le había contado cuando le pidió soluciones tras la fiesta de cumpleaños de Bella. Era realidad. Y él volvía a ser humano.

También tenía calor. ¿Eso era? Se juntaba con la molestia que tenía en la boca del estómago, la sensación que tenía entre la garganta y la nariz que le impedía tragar y se juntaba con la pesadez que sentía en sus piernas y todo era un gran malestar.

En el vuelo desde Italia una azafata muy pesada le ofreció un millar de veces un refresco con quién sabe qué intenciones ocultas porque ya no podía leer las mentes y le dijo en todos los idiomas que sabía que no quería nada y que le dejase en paz. ¿Qué se creía? Desde 1918 no había probado ningún sabor diferente que no fuera la sangre de diferentes seres vivientes y no quería derrochar esa experiencia con una desconocida. Quería que Bella le aconsejara. Que compartiera con él cuáles eran sus sabores favoritos, sus marcas favoritas y sus presentaciones favoritas. Quería que compartiera con él todas las cosas que antes – porque eran diferentes – no podían.

Cruzó la calle, mirando a ambos lados. Sintió las piedras del pavimento debajo de sus pies, de sus pies recalentados de las horas de viaje, escuchó sus pasos tapados por el motor del taxi que avanzaba en su vuelta al pueblo y sintió como el corazón se le aceleraba al mirar la fachada de la casa de los Swan.

De que el corazón se le acelerase no llegaría a acostumbrarse: en los dos días que hacía que era humano, había descubierto que los vampiros le daban miedo, un miedo atroz. Cuando despertó en la cueva de los volturis como humano sintió que algo frío le atravesaba de lado a lado cuando miraba a la cara a aquellos seres poderosos y que su cuerpo le temblaba. Recordaba que Bella también tenía esas reacciones. Que a su yo humano de 1918 no le gustaba nada volar: hasta que el avión no tomó tierra no se relajó en absoluto. Y que las azafatas de sonrisa falsa le incomodaban más que cuando controlaba las ansias de matar.

Ascendió las escaleras, tomó aire y picó al timbre.

Y el corazón se le desbocó más que nunca antes.

Unos pasos en el interior de la vivienda y una sombra al otro lado de la puerta le indicaron que su visita no pasaría desapercibida. Era Bella. Tenía su altura y su comprensión. Cerró los ojos para recuperar su imagen en su perdida memoria de vampiro: sus ojos color chocolate, su pelo castaño que se movía ondulante cuando caminaba desprendiendo un olor que seguro que su nariz actual no podía catalogar, como el olor que desprendía su sangre que ahora sí no podía sentir.

Abrió los ojos a la vez que oyó el picaporte. Recorrió la silueta de la persona que tenía enfrente desde los pies – que llevaban unas raídas zapatillas deportivas – pasando por las piernas – que llevaban unas pantalones vaqueros arrugados – llegando al busto – con una camiseta descolorida - hasta llegar a la cabeza.

Era ella. Aunque diferente. Sus ojos de vampiro le habían engañado. A sus ojos humanos era aún más hermosa y eso que parecía demacrada, con grandes ojeras y con el pelo descuidado en vez de llevar esos graciosos bucles que se le formaban en la punta de sus mechones. Ya lo había entendido antes cuando tenía que escuchar los desagradables comentarios mentales de los chicos que le rodeaban, pero ahora se solidarizaba con ellos al tener a Bella delante. Y su corazón saltaba a un modo tan irregular que sus estudios de Medicina le decían que estaba a punto de sufrir una taquicardia.

Olía tan bien. Sin el olor a sangre que hacía que su boca se llenara de veneno cada vez que la tenía cerca. Ahora podría abrazarla sin miedo a romperle un hueso. Podía besarla sin miedo a perder el control. Podía tumbarse con ella sin miedo a que la temperatura de su piel la congelara. Podía salir a la luz del sol. Tomarla de la mano. Dormirse y despertarse a su lado.

Eso era lo primero que quería hacer.

Bella pestañeó como si estuviera viendo un fantasma y abrió la boca pero no salió sonido de entre sus labios. Le miró juntando las cejas como si le doliera algo y empezó a respirar de manera entrecortada, seguro que como él. Así que él abrió la boca e hizo que su voz humana saliera de su pecho:

-Te prometí que no volvería hasta que supiera que no iba a hacerte daño nunca más.

Retrocedió, como si tuviera miedo. Más miedo que cuando le confesó que era un vampiro y que deseaba beber su sangre. Se llevó la mano al pecho y tragó saliva.

-Y ya no te lo puedo hacer de una manera sobrenatural.

-¿Dónde…- titubeó con un hilo de voz- has estado?

-En Volterra. Les he pedido que me devolvieran mi humanidad. Y ahora, ya soy como tú.

Se llevó las dos manos al pecho y como si ahora no pudiera respirar se las llevó a la boca.

-No… no eres real. No eres tú. Eres un sueño.

-Bella…- que bien sonaba su nombre a sus oídos humanos.

-No, no- batió la cabeza- No quiero despertarme. Eres tú y estás aquí. Y me estás hablando. Y no dices que no me quieres y que te vas porque te has cansado de fingir que eres humano.

-Ya no tengo que fingirlo porque lo soy.

-¿Qué le ha pasado a tus ojos?

-¿A mis ojos?- repitió él.

-Sí. No son dorados, ni son negros- dio un paso hacia él, sin quitarse las manos de la boca- Son… verde esmeralda.

No tenía una idea muy concebida de cómo había sido su yo humano de 1918 y los únicos recuerdos que tenía suyos eran los que había recabado de la mente de Carlisle cuando le encontró muriéndose de gripe española, así que se recordaba a sí mismo en un pijama de época, consumido por la fiebre y agarrado a la biblia de su madre. Su yo vampiro tenía la piel pálida y dura que se descomponía en colores a la luz del sol, con los ojos que iban del negro al dorado dependiendo de lo bien alimentado que estuviera, con músculos potentes para poder matar a sus víctimas, con un oído perfecto que le permitía oír una hoja caer en kilómetros y con aversión a mirarse al espejo porque no quería contemplar el monstruo en el que se había convertido.

-Creo que ese era el color que tenían mis ojos cuando eran humanos.

Bella volvió a negar con la cabeza y aferrar las manos contra su boca, retrocediendo el paso de antes.

-He estado a punto de morirme. De volverme loca. No puedo soportar otro día que no estés a mi lado.

-Estoy aquí, y no me voy a ir. Tenía que hacerlo. Tenía que ser como tú. Te amo demasiado para ponerte en peligro como lo he hecho. No sabía si lo conseguiría, si estaba persiguiendo el Santo Grial, pero lo he hecho y es verdad: soy humano, Bella, como tú.

Se cubrió la cara con las manos y sus hombros temblaron. Antes, con su oído podía percibir sus llantos ahogados y con su olfato podría sentir la sal de las lágrimas. Pero ahora estaba completamente cegado.

-¿Puedo abrazarte?

Asintió sin moverse más. Edward dio un paso al interior de la vivienda y cerró la puerta tras de sí. Dio otro paso hacia Bella y alargó los brazos hacia su cintura de la misma manera cuidadosa que había antes cuando temía quebrarla en dos por su fuerza. Sintió que su piel se erizaba cuando sintió lo cálida que era, mucho más que antes y lo bien que olía, al jabón de su ropa y al champú de su pelo, olores que antes quedaban tapados por el de su sangre, y después la aferró para no perderse nada más.

Bella deslizó las manos de su cara para entrelazarlas en su cuello. Y después hundió la cabeza en su pecho donde junto con sus lágrimas pudo percibir que ya no estaba helado, ni duro y que…

-Tu corazón late- musitó.

-Como el tuyo, amor.

-¿Esto es real?

-Ahora sí.

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CONTINUARA.....
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1 comentario:

  1. q buen capii rralmente creoq nunk pense en la posibilidad q edward se conviertiera en humano xd se ve bueno este fic aora kieor saber q dise la familia de edward esperoo el prox capii :)

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